655 74 5
                                    

━━━━━━━━ ⇜ ━━━━━━━━

"Leah si que sabía mentir".

-¡Tengo frío!. -habló ella, mientras salían del mar. -Mucho frío.

-Vamos al auto, ahí te pones la ropa.

En efecto, se estaba haciendo tarde, y debía volver a casa de Kristinne, para dejar a Taylor, e ir a su casa a ver a su madre, por lo que debía apresurarse.

Unos minutos más tarde, Bill estacionaba frente a la casa de Taylor.

-¿Te veo más tarde supongo?.

Y preguntó él, antes que ella se bajara.

-Claro Bill.

Ella sonrió y le dió un corto beso, para luego bajarse del auto.

Cerró los ojos un momento, tratando de recordar todo lo que había hecho, por primera vez en su vida.

Suspiró y encendió nuevamente el motor de su auto.

Avanzó por las calles, con el agua escurriéndole sobre su cien.

Sonrió divertido al acordarse de la primera impresión que había tenido de ella, era la de la chica ruda, rebelde e insensible, pero ahora...

Ahora todo era diferente.

Había descubierto que la pelinegra no era tan mala, y tan malcriada, como alguna vez llegó a pensar.

Simplemente ella tenía cáracter, y tenía un pasado que no pensaba revelar a nadie.

¿Podría alguna vez contarle a él lo que le había sucedido?.

Por que claramente no era necesario ser un experto, para saber que algo le había ocurrido a ella, para que tomara aquella actitud tan a la defensiva.

¿Cuándo habían cambiado las cosas?.

¿Cuándo había aparecido, el deseo de estar con ella, siempre y disfrutar de aquellos suaves labios?.

No lo sabía.

 ━━━━━━━━ ━━━━━━━━

Estacionó el auto, frente a su casa.

Se bajó y observó el jardín frente a él.

Las tantas flores que su madre tenía ahí, estaban florecidas y hermosas.

El jardín estaba arreglado como siempre.

Sonrió para si mismo, imaginando a su madre pasando tardes enteras arreglandolo, igual que el jardín trasero.

Simone era fanatica de las flores, le encantaban, y él siempre la había apoyado y más a la hora de abrir su propia florería, en el centro.

El negocio había empezado desde abajo, con una simple caseta donde Simone vendía sus flores, él era pequeño pero siempre la acompañaba en su negocio, mirándola y observando la manera tan peculiar de tratar a sus clientes.

Luego de un tiempo le había ido tan bien que habia podido, arrendar un espacio en el bulevar de tiendas del centro.

¡Él había estado tan contento al ver la felicidad de ella!.

Años después la florería había vuelto a crecer, abriendo dos sucursales, Simone ahora era la jefa, y tenía a dependientes que la ayudaban, así podía estar tiempo en su casa, cuidando de los no tan pequeños Bill y Tom.

𝗽𝗮𝗶𝗻 𝗼𝗳 𝗹𝗼𝘃𝗲 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora