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"¡Ser actor!".

¿De verdad Leah creía que él iba a tragarse ese cuento?.

Estuvo soportando a su novia hasta después del almuerzo.

Y si podía decir la palabra: "Soportar", porqué desde que le había dicho la respuesta que no esperaba escuchar, le habían nacido unas ganas de decirle toda la verdad, y de abortar el idiota plan que lo había llevado hasta aquel internado.

Un almuerzo en lo que podría llamarse familiar, habían disfrutado Simone y Leah, pero él no, claro que no.

Absorto en sus pensamientos, había asentido con la cabeza a cada pregunta que le hacían y se había dedicado a comer.

Pero al parecer su madre y su novia, estaban muy dispuestas a seguir charlando una vez acabado la comida, pues no dejaban de hablar y él ya quería llevarse a Leah a su casa.

Extrañamente tenía unas ganas de volver al internado, pero claramente no para ver a los profesores ni a las chicas, si no a su chica.

No es tu chica.

Pensó.

-¿Entonces que dices Bill?.

Volvió a la realidad al oír su nombre, y miró extrañamente a ambas mujeres.

-¿Que digo de qué?.

Bill miró a su madre y esta negó levemente con la cabeza sonriendo.

-¡Dios Bill!, de lo que te acabo de decir amor.

Bill volvió su vista hacia ella,y no supo que decir, ¡No tenía ni idea de lo que hablaba!, y es qué tampoco era que le interesara lo que hablara.

-Yo digo, que...

Bill miró consecutivamente a Simone y a Leah.

-Eh, sí.

Y ambas mujeres comenzaron a reír, y se sintió como un verdadero tonto en verdad.

-¿De qué se rien?. -preguntó al último.

-De tu cara Bill.

Y contestó su madre.

-Ah claro no sabía que tenía un payaso en mi cara. -bufó.

-No es eso Bill. -habló la joven castaña. -Pero bueno entonces, ¿irás?. -preguntó.

-¿lr a dónde?.

Bill respondió con una pregunta.

-¡A la boda!.

Y respondieron ambas, y el soló asintió asustado, aunque no tenía ni idea de que boda.

-Entonces deberás comprarte un traje. -habló su madre esta vez. -Llamaré a tu padre, para decirle que te envíe dinero.

Simone se paró, para buscar el teléfono, pero él la detuvo.

-No mamá. -tomó su brazo. -No le pidas nada, yo tengo dinero ahorrado. -ella lo miró extrañada. -No le pidas nada, no quiero que le pidas nada.

Claramente no quería deberle nada al señor que tenía como padre, lo quería lo amaba, tenía su sangre y lo admiraba como persona, pero no estaba de acuerdo en lo que opinaba sobre como debería manejar su vida, él no quería ser abogado, no quería ser doctor ni ingeniero, él simplemente quería cumplir su sueño:

¡Ser actor!.

Pero su padre, no lo aceptaba, y últimamente no habían hablado, por lo que pedirle dinero era un acto muy comprometedor para Bill.

-Esta bien hijo. -contestó su madre. -Ahora iré a ver mis tulipanes, que están hermosisimos en el jardín de atrás.

Bill sonrió al ver el brillo que aparecía en los ojos de su madre. -Los dejó solos. -Adiós Leah.

Y las dos mujeres se despidieron y se quedó sólo con Leah.

-Entonces te veo el próximo fin de semana.

Leah lo sorprendió sentandose en sus piernas.

-La boda será genial, tiene como temática la playa y el bosque es algo raro, pero muy hermoso y...

Desde ahí no escuchó nada más, sólo observó el movimiento de los labios de su novia, quiso callarla, y el modo más sencillo para hacerlo, era besarla.

En un movimiento rápido la besó, y ella se sorprendió por unos segundos, para luego seguirle el beso.

Saboreó sus labios e intentó ser lo mas tierno y lento posible, pero le era imposible.

Taylor vino a su mente rápidamente, recordó cuando estuvieron en la playa, cuando la tuvo entre sus brazos, y no pudo evitar el hecho de intensificar el beso que le estaba dando a su novia, pensando en su pelinegra.

La tomó por la cintura, aprovechando que estaba sobre sus piernas, y la beso con más fuerza.

No supo cuantos minutos pasaron, pero al parecer fueron bastantes, porqué Leah se separó de él agitada, y con los labios hinchados.

-Vamos a tu habitación...

Y susurró ella.

En ese minuto supo que las cosas iban a ir muy lejos, si aceptaba aquello.

-Está mi mamá, no quiero... -Incomodarla.

Bill se paró del sofá y acomodó su cabello, dirigiéndose a la puerta.

-Te llevaré a tu casa.

-Claro, tú mamá...

Leah suspiró ella resignada.

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Con un frío adiós, su novia se despidió, pero él ni si quiera lo notó.

Estaba enfadado con si mismo y no entendía por qué.

Aunque en el fondo si que lo sabía, pero no lo iba a admitir, no tan fácilmente.

Estaba enfadado primeramente, por el hecho de que Leah siguiera mintiéndole en su cara.

¡Nunca creyó que su novia fuera una mentirosa de primera!.

Camille le había dicho aunque realmente era a Kate que Leah no lo quería, y ella no lo había negado, es más había querido terminarle en aquel preciso momento.

Pero ahora venía a decirle lo contrario, que lo quería, y que nunca quería dejarlo.

¡Mentiras!.

Por más que se sentía molesto y enfadado, el sentimiento de decepción tomaba cada vez más lugar en su corazón y mente, nunca creyó que su dulce castaña fuera capaz de aquello, y se maldijo por no creerle a Tom cuando le decía que Leah tenía algo extraño.

Pero ahora estaba seguro de esto último, y averiguaría hasta el ultimo secreto, de la mujer que creía amar.

-¿Qué te pasa?.

Y le preguntó su madre, en cuanto lo vió entrar a la casa.

-Nada. -la miró y trató de sonreír. -No sucede nada. -hizo el intente de tranquilizarla.

-Si tu lo dices... -ella suspiró. -¿No debes irte ya?.

-¿Me estás corriendo de la casa?.

Le preguntó ofendido, le encantaba bromear con su madre.

-¿Ya es hora de que te vayas no?.

Y ella sonrió y él la miró con un puchero triste.

-Bueno, puedes quedarte un rato más, si te comes el rico pastel que hice.

Él sonrió y disfrutó del resto del día con su madre, tratando de olvidar las palabras de Leah y tratando de sacar de su mente a la pelinegra de ojos grises que lo estaba enloqueciendo.

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𝗽𝗮𝗶𝗻 𝗼𝗳 𝗹𝗼𝘃𝗲 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora