Capítulo 2

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Una vez que las puertas de la habitación se cerraron la señora Mónica miró a el felino frente a ella con hambre y admiración.

Había dedicado casi toda su vida en crearlo, cuidarlo y atenderlo.

Su mirada destilaba amor hacía el animal, pero no era cualquier clase de amor, era un amor enfermizo, un amor que te llevaba a la locura, un amor obsesionado.

Mónica se había enamorado de 310 con demasiada locura, su vida giraba entorno a él y sus pensamientos enfermizos se referían a él.

Se lo habían entregado cuando a penas tenía 3 años de edad y desde ese instante se ha encargado de cada experimento que lo llevaría a la transformación total de un Felino completo, fueron años de arduos trabajos, años buscando la manera correcta de que su sistema trabaje como el de un Gato, aunque en este caso sería una Pantera, un depredador carnívoro, capaz de cazar y matar.

Y al fin lo estaba logrando.

Una sonrisa se ensanchó en su rostro al ver al temible hombre que poco a poco iba perdiendo su humanidad para darle paso a sus más instintos salvajes.

Sus duros trabajos con 310 al fin estaban dando sus frutos.

-Hola mi querido Gatito. - Mónica se detuvo frente a él arrodillandose para estar a su altura y plantarle un suave pico en los labios. - Hoy estas más caliente que nunca - Soltó una suave risa que más que dulce era maldad pura. - O quizás son mis hormonas que se están acercando y me tienen sensible.

Se puso de pie para posarse a su espalda y comenzar a acariciarle los hombros en un suave masaje, se inclinó a su oído para mordisquiarlo y susurrarle muy lento.

-Sé que estas adolorido, y para eso estoy aquí, para aliviarte del dolor.

En su enfermiza obsesión Mónica se había enamorado tan perdidamente del Felino que a cada nada pedía estar a solas con él para montarlo, esto había empezado cuando 310 cumplió a penas los 14 años de edad y era mucho más grande y de rasgos temibles, con mucho más músculos que cualquier chiquillo de su edad.

Esto había despertado los más pecaminosos deseos de la Señora Mónica que desde la primera vez que se había aprovechado del chico mientras estaba drogado no pudo parar.

Había momentos que incluso lo montaba mientras estaba inconsciente, pero su momento favorito era cuando lo hacía mientras 310 la miraba a los ojos.

Como en este momento.

El Felino observaba a la hembra en frente de él mientras le sonreía, 310 le repudiaba y odiaba con todo su ser a la hembra y se podía decir que su odio era mucho más grande que al estúpido guardia que deseaba asesinar, era la misma que lo hacía pasar por cada dolor, grito y llanto durante toda su vida, era la misma que lo torturaba durante horas en aquel laboratorio, pero él no era tonto, él sabía porque ella estaba allí el sabía que ella deseaba que le metiera la verga hasta el fondo y la hiciera gritar.

A pesar de todo el sufrimiento que aquella asquerosa hembra le producía era también la única capaz de hacerlo olvidar aunque sea por un momento la realidad.

Y es que, aunque se negara no podía hacer mucho mientras estaba amarrado, ella igualito lo iba a montar.

-Bien gatito, hoy es un día diferente al resto, hoy es un día especial, ¿Sabes por qué? - Aquella mujer comenzó a bajarse la falda junto a sus bragas mientras hablaba, 310 como respuesta gruño. - Ya estas en edad de empezar a procrear mi querido bebé, ya tienes una edad madura para empezar a darme descendientes y aunque ya seas todo un hombre siempre seguirás siendo el bebé de mami.

Mónica se acercó a él y pasó sus bragas por la nariz del Felino haciéndolo retorcerse, subió la pierna izquierda hasta colocarla en el hombro de 310 dándole una visión perfecta de su coño lubricado, el olor que desprendía la hembra tensó a el Felino que comenzó a gruñir más fuerte, sin embargo una mano de Mónica comenzó a tocarse y acariciarse mientras tenía la vista fija del Felino en su vagina.

-Poco a poco tus instintos se están haciendo más salvajes mi gatito lindo - Comenzó a decir entre gemidos - Pero yo soy tu mami y tu dueña, por lo tanto me tendras que obedecer a mí como una buena mascota.

310 no dejaba de ver el coño de la hembra, su verga estaba tan dura como una piedra y no prestaba atención a lo que aquella le decía, solo quería enterrarse en aquel agujero y que todo terminara pronto.

El olor cada vez era más fuerte, y estaban volviendo locos sus sentidos, las venas de su cuello y frente se tensaron, sus manos se hicieron puños pero por más que jalaba era difícil soltarse, sus ojos estaban dilatados y sus colmillos picaban mientras su mandíbula se tensaban haciéndole rechinar los dientes.

-Ven aquí hembra - Logró decir entre gruñidos con aquella voz gruesa y ronca que portaba, 310 no hablaba, solo lo necesario y cuando de verdad lo deseaba.

Mónica sonrió dejando de tocarse y bajando su pierna para luego sentarse a horcajadas del macho, sin aún meterse ese gran trozo de carne que quería dentro de ella comenzó a frotarse contra él, sus caderas hacían movimientos de adelante hacía atrás y sus ojos no dejaban de ver al felino frente a ella.

Sus brazos pasaron por sus hombros colocándolos detrás de su cuello sin dejar de moverse.

-Eres mío, solo mío.

La mirada de 310 era de odio, solo odio y en vez de darle miedo le causaba fascinación.

-No me mires así, ambos sabemos que te gusta montarme y en este momento me deseas.

El macho entendía perfectamente lo que aquella hembra le decía, y aunque la odiara con su vida no podía negar que también le causaba una especie de deseo, pero eso era solo una respuesta de su cuerpo al ponerse duro con ella meneandose de esa manera. En su mente, la estaba torturando y asesinando de muchas maneras mientras escuchaba sus gritos de agonía.

310 sonrió ante esa imagen tan satisfactoria y para Mónica no pasó desapercibida esa sonrisa que malinterpreto pensando que si era cierto que el macho frente a ella la quería y deseaba, lo que no tenía ni idea era que tras esa sonrisa se encontraba una imagen de ella descuartizada en el piso.

Mónica levantó sus caderas posicionando la polla en su entrada para luego introducirse en una sola sentada, que hizo al felino gruñir y a ella gritar de placer.

-Oh sí, mi gatito es una cosita muy linda que complacerá a su ama. - Decía la mujer mientras comenzaba a cabalgar de forma dura y rápida. Los gruñidos de el felino se hacían más intensos y los gemidos de la hembra se escuchaban por toda la habitación sin ni siquiera preocuparse por si los oían.

Detrás de la puerta un enfurecido Smith se jalaba los cabellos al escuchar a su jefa siendo follada por ese animal.

Lo odiaba, lo odiaba con todo su ser y en su mente quería destruirlo por quitarle la posibilidad de conquistar a la mujer, a su mujer.

No entendía que le veía la rubia a esa bestia horrible como para dejarse follar por él.

Y en su interior hacía una vaga promesa de venganza contra el felino 310.

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Jelou, de nuevo yo por aquí 👻 Cuentenme, ¿Que opinan de la señora Mónica? Los leo 🤓 Déjenme su votito ⭐ Y que les pareció el cap de hoy.

En Multimedia La Sra Mónica 🙂

A medida que vayan apareciendo personajes los iré presentando... Nos vemos en el próximo 🥳🥳

Experimento 310.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora