Capítulo 31

5.5K 458 33
                                    

3 días, 6 horas, 25 minutos y 45 segundos.

Y nada.

No había pasado nada.

No había noticias del felino.

Nadie iba a verla.

Solo el fastidioso sonido de la rendija abriéndose para lanzar una bandeja incipiente de comida.

Ese es el tiempo que había transcurrido desde que se lo llevaron.

Claro que Sam no lo sabía, porque no había nada que le indicara las horas o algo que le tomara el tiempo.

Para ella, había pasado una eternidad donde se había quedado sin uñas, donde no había podido dormir por las constantes pesadillas que 310 soñaba o el dolor incesante de su cuerpo.

Un dolor que no se detenía.

Pero del resto, nada.

Su conexión para poder ver a través de los pensamientos del felino estaba bloqueado.

Lo último que había visto era esa horrible imágen que durante horas no pudo sacarse de su mente.

Después de eso solo podía sentir y ver lo que el felino soñaba.

Quería con toda su alma poder conectarse con él mientras estaba despierto, para saber cómo estaba, pero en cambio, sólo encontraba el vacío.

A pesar de sentirse traicionada su mente no podía dejar de preocuparse por él, sus sentimientos eran verdaderos a pesar de todo.

Sam se había tomado una ducha, al salir se colocó un vestido rojo manga larga, que le llegaba un poco más arriba de las rodillas y caía en voladas.

Quería algo más cómodo pero era lo único que allí había, puros vestidos.

Descalza, porque no tenía nada que ponerse en sus pies comenzó a trenzar su cabello frente al espejo.

Suspiró pesadamente esperando el momento índicado.

Estaba decidida a hacer lo que debía hacer.

Debía actuar, ya no había tiempo para el miedo ni para arrepentirse.

Se había preparado mentalmente para ello, a regañadientes entendió que si ella misma no ponía manos a la obra y hacía algo por su cuenta se quedaría allí hasta que la mataran.

Y ella no quería morir.

Era hora de ser valiente y defenderse.

Por eso, con mucho esfuerzo rompió la silla de madera que se encontraba en la habitación y con sus patas creo unas especies de dagas, claramente lo había tenido que hacer en estos 3 días encerrada en el baño, ya que en sus momentos donde paseaba por la habitación buscando algo que la ayudara a salir descubrió que habían Cámaras, cada esquina tenía unas cámaras tan pequeñas que no se veían a simple vista.

Debías ser demasiado minucioso para darte cuenta, por ello también descubrió que el único lugar donde no habían sido vigilados era el baño.

Eso la llevó a una sola conclusión, los habían estado vigilando en cada momento, incluso en sus momentos íntimos estaba segura de que alguien los había visto.

Encerrada en el baño armó las dagas sacándole filo con unas tijeras que habían en el botiquín de primeros auxilios.

Le costó mucho pero al final lo había conseguido, se guardó las tijeras en su escote por si acaso y unas dagas entre sus bragas, las otras dos las llevaba en las manos.

Se sentó en la cama a esperar, debía esperar a que fueran por ella, tarde o temprano tendrían que ir por ella a buscarla y sacarla de ahí.

Los esperaría con paciencia y cuando el momento llegara atacaría sin pensar.

Era un plan estúpido, lo sabía, pero era mejor intentarlo a no hacer nada y quedarse de brazos cruzados.

Su plan era sencillo, solo debía salir de aquella habitación y una vez afuera ya planearía que hacer y como actúar, lo más importante por los momentos era salir de ahí.

Ya que allí dentro no tenía oportunidad de hacer nada.

Sam siguió pensando y sus manos temblaban, nunca había golpeado a nadie ni mucho menos asesinado, pero por su libertad y seguridad debía hacerlo, sabía que era la única forma de salir.

Mediante la violencia.

Para eso estaba el felino, lo habían planeado los últimos dos días que estuvieron juntos.

Pero ahora ella debía hacerlo sola, sin ayuda y aunque eso la llenara de nervios se armó del suficiente valor para hacerlo.

.................

Había pasado otro día y Sam seguía esperando, pero la espera se hizo corta cuando por fin escuchó el pitido de la puerta y la luz verde indicar que estaban poniendo la clave.

Se levantó de un Salto con los nervios a flor de piel y rezó para que todo saliera bien, se colocó delante de la puerta tan cerca lo más que podía y con el respaldar de la silla en su mano al ver que por fin se abría sin pensarlo mucho la levantó esperando el momento.

Cuando se reveló la cara del hombre detrás de la puerta Sam dió el primer golpe.

La tabla de la silla había dado en toda la cara del hombre haciéndolo trastabillar de sorpresa, Sam tembló pero sin darle chance volvió a empujar al hombre con otro golpe certero, para la suerte suya solo habían mandado a uno solo para buscarla.

Los guardias la catalogaban como débil e inservible, la habían subestimado demasiado hasta el punto de enviar a un solo hombre por ella, sin esperarse que Sam a penas ingresara lo recibiría con un tablazo en la cara.

Sacó una Daga y sin darle la oportunidad al hombre de recuperarse se la enterró en la pierna.

El hombre gritó de dolor y la insultó pero Sam sin inmutarse la volvió a sacar y la volvió a enterrar.

Así muchas veces hasta que no pudo más.

Se levantó sudorosa viendo lo que había hecho, su cuerpo temblaba y el arrepentimiento se hizo presente pidiendole perdón a cielo y repitiendo una y otras vez que se iba a ir al infierno.

Sam colocó su mano llena de sangre sobre su cara, no podía creer lo que había hecho, había apuñalado al hombre múltiples veces.

En sus piernas y pecho pero aún así el hombre todavía no estaba muerto.

Seguía vivo quejándose de dolor pidiendo ayuda.

Sam frunció el ceño extrañada, ese hombre no había intentado defenderse.

Solo se dejó hacer lo que Sam le hacía.

Una ira inexplicable se apoderó de su cuerpo, un odio demasiado grande la invadió y su mente solo quería sangre.

Vió a su alrededor viendo dos pasillos a cada lado.

Sam no esperó más y caminó al sentido contrario, teniendo cuidado de no ser vista ni escuchada, caminaba sigilosamente, dirigiéndose a donde su instinto la guiaba, teniendo en cuenta que sus pensamientos solo estaban en una persona, podía sentir su presencia, pero esta tenía un aura diferente a la que conocía, sentía que debía llegar rápido, como si estuviese hipnótisada dejándose guiar a donde su destinario quería.

—¿A donde crees que vas?

La voz de un hombre la hizo voltear de inmediato encontrándose cara a cara con el culpable de sus heridas en la espalda.

.............

Wenoooooh, VAMOS SAM, VE POR TU MACHOOO...

JAJAJAJAJA, Lo siento me emocioné.

En fin, ¿Que tal el cap? Llegó lo que tanto esperábamos, ¿Alguien sabe quién era la presencia que la estaba guiando?

Jum, sospechoso.

Ahora, ¿como actuara Sam a partir de ahora? Quién sabe.

Lo descubriremos en el próximo capítulo 😉🤭

Experimento 310.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora