Capítulo 33

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—Mira lo que encontré vagando por los pasillos jefa.

Mónica se giró al escuchar la voz de Smith, una sonrisa se plasmó en su rostro al ver la cara asustadisa de Sam pero con una mirada furiosa.

—Muy bien Smith, me la trajistes justo a tiempo, la había mandado a buscar con Lamdon, ¿Dónde está?

—Estaba herido en la entrada del cuarto, esta niñata lo apuñaló varias veces y luego se echó a la fuga, pero por suerte la encontré, Lamdon fué a tratarse las heridas con Nill.

—¿Es eso cierto pequeña Sam? Vaya no debí cuestionarte, tienes corage lo admito.

—Pudráse — Soltó Sam con rabia retenida en su interior, ¿Cómo es posible que esta mujer esté tan tranquila cuándo muchos allá afuera estan encerrados sufriendo.? — Ví lo que le haces a otros ígual que a Red, los tienes encerrados en condiciones nefastas sufriendo, ¿Qué clase de persona eres? Deberías estar en el infierno.

Sam se retorcía en las manos de Smith para que la soltara, estaba dispuesta a arrancarle las extensiones tan falsa que lleva en la cabeza y pincharle las siliconas que dice tener por tetas.

—Eres una perra sin sentimientos, eres lo peor de la humanidad, tú y tu grupo de perros fieles, todos, todos, absolutamente todos morirán y arderán en las cenizas del infierno.

Las carcajadas de Mónica no se hicieron esperar, los insultos de la mocosa no le removían nada y si pensaba que la harían sentir mal por su discurso mal dicho sobre ella, pues no lo logró, porque si de algo Mónica estaba orgullosa era de ser como era y haber logrado todo lo que tenía hoy en día.

Y ninguna mocosa se lo iba a echar en caras.

—¿Terminastes? Bien, te diré solo una cosa — Se acercó a ella de manera intimidante y la sujetó de la barbilla para que la viera fijamente. — Aquí estoy orgullosa de ser lo que soy, ni tú ni nadie me va a bajar el autoestima con insultos baratos, ah, y me alegro que hayas conocido a los démas, especialmente espero que te hayas visto con tu cuñada pequeña Sam. — Un par de parmaditas y se retiró para seguir en lo suyo, la pelirroja se quedó confundida.

—¿Que?

—¿No lo sabias? Pense que si, porque al parecer conoces mucha información, lo cúal es muy arriesgado para nuestra seguridad. 310 es mellizo con una hembra, 309. Sólo que esta hembra es mucho mas débil que él y se volvió inestable, las pruebas en ella no funcionarón tanto como en el felino por eso se convirtió en nada, no tiene mente propia, su mente esta tan vacía como si fuera un recién nacido, es como una especie de zombie andante, la única manera en que sigue viva es porque me ayuda a mantener a los machos en control, ya sabes como... — Sam torció el gesto al ver como Mónica le picaba el ojo en insinuación, ¿Que tan podrida debía estar esta mujer al hacerle eso a esa pobre chica?

 No creía nada de lo que la mujer decía, a ella le pareció que si tenía pensamientos y sentía por la forma en la que la miró, pero segundos despúes la rubia siguió hablando.

—Ádemas, cada uno de ellos son experimentos fallidos, lo intenté muchísimas veces pero a ninguno pude salvar, excepto a 310 que desde que nació siempre ha tenido mente propia y una inteligencia envidiable, a diferencia de los demás que todos se perdieron en la locura.

Sam intentó relajarse para seguir escuchando, debía recolectar información de todo lo que fuera posible y si salia de la boca de la rubia muchisimo mejor, prestó atención a los detalles a su alrededor, estaban en una especie de sala donde al frente había un gran vidrio que daba la  vista hacía el terreno donde seguía el felino luchando con otro más, sin darse cuenta que del otro lado lo estaban observando.

Sus ojos se humedecieron al verlo completamente herido y se veía cansado, ¿Cuánto tiempo lo tenían peleando? Sam sabía que no faltaba mucho tiempo para rendirse y el otro lo mataría, sam lo sabía, lo sentía.

—¿Por qué le haces esto, por qué?

—No le estoy haciendo nada, es un entrenamiento porque debe ser el más fuerte, lo estoy preparando para mi siguiente jugada.

—Dejalo por favor. — Sam sollozó tapandose la cara con las manos al ver como el otro macho le saltó encima y lo tenía acorralado.

—Deja tu drama por Dios, por eso siempre he dicho que el amor debilita, te vuelve inestable, vulnerable e infeliz.

—Cállate, no sabes nada, nada sabes, lo único que sabes es hacer daño.

—¿Que te puedo decir? se me da muy bien eso.

Mónica no perdía la sonrisa en su rostro sin dejar de ver hacía el vidrio, no quería distraerse y la mocosa lo estaba haciendo.

Sam seguía temblando de ira, las manos del hombre que la retenían se apretaban con fuerza en sus brazos, ¿Por que había sido tan estúpida al dejarse atrapar? penso que lo había perdido de vista pero tal parece que no cuando lo había sentido de nuevo pero esta vez en su espalda, tan cerca que le apuntaba con un arma.

—Eres horrible. — Le susurró Sam con disgusto en su voz.

—Basta, ya tus insultos hacia a mí me tienen harta. ¿Quieres salvarlo? Pues bien, hazlo. Desde hace mucho tiempo que hubiese acabado con tu patética existencia pero no lo he hecho porque lo único que me interesa de tí es la cría que llevas dentro.

—Yo no tengo nada dentro de mí.

—Ay  por favor no te victimices, sabes perfectamente que la folladera que se cargaban los dos al fin dio paso para algo bueno.

Sam se sujetó el vientre sin saber si era verdad o mentira, su ceño se frunció al darse cuenta de las palabras de la mujer, no se habían cuidado y él siempre le llegaba adentro, ¿Cómo es que pudo estar tan ensimismada en su mundo que no se dió cuenta de algo así?

—Como sea, ya es hora de deshacerme de ti, Smith ingrésala.

La pelirroja abrió los ojos de pánico cuando el guardia comenzó a empujarla hacía una entrada que tenía la puerta de metal, sus forcejeos eran en vano y sus gritos descontrolados igual que sus patadas, pero eso no impidió que Smith la soltara al cruzar las puertas, Sam se sintió morir cuando se vió del otro lado del vidrio, sabía que lo estaba, pero sin embargo no se veía nada a su alrededor, solo se escuchaba los golpes contundentes de la pelea en alguna parte del enorme espacio y los gruñidos y rugidos de la lucha.

Se puso de pie buscando de refugiarse pero no había nada, su olor dulce se mezcló con el olor salvaje del sitio y en menos de lo pensado tenía un enorme macho sujetandola del cuello.

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Buenoooo, ¿Sabían que yo necesito una hora de relajación para poder escribir? ¿Si? ¿No? Lo que pasa es que cuando tengo mucho estrés encima o muchas cosas en la cabeza nada me sale bien, entonces, necesito hacer un ritual de relajación para poder inspirarme y tener mi mente totalmente en blanco y concentrada.

No entiendo como es que hay escritores que suelen escribir escuchando música o cosas así cuando yo en realidad necesito que todo este en silencio.

Wenoh, a lo que ibamos, ¿Se esperaban las confesiones de hoy? ¿Que opinan de que 310 tenga una melliza? 

En el próximo capítulo se viene una lucha fuerte, ¿Preparados?

Nos vemos en la próxima, se les quiere mis queridos felinos...

Experimento 310.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora