Capítulo 22

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Sam se levantó sudando, sintiendo como un fuego abrazador quemaba todo su ser, se sentía sucia y pegostosa, pero sobre todo se sentia satisfecha.

Decidio salir de la cama quitando las sábanas con las que sin saber se había cubierto, se levantó con cuidado sin levantar al felino que dormía Placido al lado de ella, lo observó por unos instantes sintiendo un cosquilleo subir desde sus pies al recordar lo que habían hecho.

310 se encontraba boca abajo con sus brazos debajo de la cabeza como si fueran almohadas y una pierna inclinada hacía arriba con sólo una pequeña porción de la sábana cubriendo sus partes.

Sam sonrió al verlo, se veía relajado como si nada en el mundo le atormentara, Pacífico y sereno respirando con suavidad.

Se dirigió al baño dispuesta a darse una ducha, se sentía desesperada por quitarse los fluidos que se sentían babosos entre sus piernas.

Aquellos que le recordaban lo bién que se había sentido tenerlo dentro de ella.

Alejando pensamientos pecaminosos de su mente abrió la llave dejando que el agua empapara su cabello y corriera por su cuerpo, su piel ardia ante el contacto con sus manos y su vientre quemaba con algo de presión, sentía dolor pero no era tanto comparado con el principio.

Lavó su cabello y enjabonó su cuerpo limpiando todo residuo que haya quedado.

Quería estar limpia y oler bien para cuando el felino se despertara.

Al pasar sus manos con jabon por la parte de atrás de su cuello, sintió una punzada en su zona baja, ese lugar donde núnca había sentido nada ahora se encontraba sensible, con el mínimo toque su cuerpo temblaba pero esa sensación desapareció cuándo de pronto por su mente comenzaron a pasar imágenes de unos hombres uniformados.

Posó ambas manos a la pared para sujetarse, el dolor que sentía en la cabeza era demasiado y sus piernas flaquearon hasta tocar el piso.

Ahora la frecuencias de imágenes habían cambiado, los mismos hombres que desconocía se encontraban cada vez más cerca, se fijó en lo que llevaban en sus manos y jadeó de miedo, las imágenes se sentían y veían reales como si las estuviese viviendo en carne propia, uno de ellos tenía unas cadenas envueltas en sus manos que hacían un ruido demasiado horrible para su gusto, otro tenía una especie de tubo y el último un látigo.

Sam sentía morirse, por más que cerrara los ojos y sujetara la cabeza nada desaparecía, lágrimas comenzaron a bajar por el inmenso dolor que sentía y su pecho se oprimió.

Los hombres la veían con odio y asco en sus facciones.

Repulsión era lo que veia en cada uno de ellos, antes de que los tres estallaran en fuertes carcajadas.

Y así como la secuencias de imágenes llegaron, desaparecieron al instante aclarando su visión borrosa por las lágrimas acumuladas trás sus ojos, igual que el dolor.

Todo lo que pudo percibir fue calma y silencio. 

Se apresuró a levantarse y terminar de ducharse rápido, al salir se colocó una toalla y se sentó en el filo de la bañera que allí se encontraba, su mente no dejaba de procesar lo visto.

¿Quienes eran esos hombres?

¿Por qué querían hacerle daño?

¿Que estaba ocurriendo?

Se puso de pie frente al espejo teniendo tantas preguntas y a la vez ninguna respuesta.

Quería buscarle una razón y el porqué a tantas dudas en su cabeza, pero la más importante sería, ¿Que sucederá con ella el día de mañana cuando decidan que ya no les hace falta, o que ya no les sirve?

Experimento 310.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora