Cap. 25

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Semana y media despúes ambos se encontraban riendo en la bañera, Sam se reía abiertamente mientras 310, o Red como lo había empezado a llamar, le hacía pequeñas cosquillas en la planta de los pies.

El agua se desbordaba por los retuerzos de Sam al querer liberarse, Red amaba el sonido de la risa emanar de los labios de la humana y lo que había comenzado como un baño se corvirtió en una lucha de ambos por ver quién tenía más cosquillas.

Efectivamente, había ganado el Felino al encontrar el punto exacto en los pies, mientras que Sam se cansó de buscar por todo el cuerpo enorme y duro de Red sin encontrar nada, así habían pasado un rato hasta que despúes Sam logró relajar la estruendosa risa que tenía.

Su garganta dolía y se quedaron mirando un minuto buscando aire.

El felino tomó el frasco de shampoo esparciendolo sobre el cabello de su hembra, con movimientos suave empezó a masajear y Sam se recostó sobre su pecho dejándose hacer, escuchando los suaves ronroneos y la vibración que del pecho del felino salían haciéndola relajar al momento de escucharlo, era como música para sus oídos pero también era una forma de saber que Red se encontraba en plena calma.

Estaban uno sentado frente al otro, Sam se veía diminuta abrazada al gran cuerpo del Felino que se veía gigante en la bañera con ambas piernas por fuera.

—Cuando salgamos de aquí compraré una bañera más grande.

Dijo Sam suspirando, sus manos se movieron de arriba abajo acariciando el pecho del Felino donde le adornaban cicatrices que lo hacían ver atemorizante.

Pero para Sam era lo más lindo que habían visto sus ojos.

Ambos se encontraban atrapados en una burbuja, El felino dejó su cabello para enjabonar el pequeño cuerpo de la hembra, Sam levantó el rostro para mirarlo y esos ojos tan característicos de él la hacían temblar con sólo mirarla.

Habían pasado una semana agradable, unos días tranquilos entre ellos sin miedo ni nadie que los atormentara.

Sam no sabía porqué de repente las personas habían desaparecido, o habían dejado de buscarlos, pero cada segundo del día lo aprovechaba para estar más cerca del macho.

De su macho.

En esa semana sólo habían ido a llevarles comida, las porciones habían aumentado igual que el número de veces que comían, ahora lo hacían 3 veces al día como algo normal y la comida de Sam variaba en diferentes cosas.

Su lazo se había fortalecido hasta el punto de sentir los sentimientos y pensamientos del otro, también podían ver los recuerdos y a Sam le agradaba esa conexión que tenían pero también en las noches sufría al ver las horribles pesadillas del felino.

Casi todas eran de él cuando era un cachorro, las pruebas a las que lo mandaban era horribles para alguién de su edad y las torturas a las que era sometido inhumanas.

La noche anterior Sam vió que soñó con ella, no era un sueño bonito si no uno donde la apartaban de su lado.

La hembra intentaba calmarlo con sus caricias e incluso pensaba en cosas bonitas para distraer la mente del Felino del caos en el que en ocasiones se hundía.

Otras veces tuvo que usar el sexo como método de distracción ya que cuando soñaba ese tipo de cosas se levantaba asustado y agresivo.

Sam le contaba historias y también algunas que otras canciones.

El sexo entre ellos dos era colosal, prácticamente lo hacían diario y cada día era mejor que el anterior.

310 o Red se había vuelto adicto al cuerpo de la humana, era su perdición pero también su antídoto.

Experimento 310.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora