06. Flames

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Alice

Está increíble.—Gunther hacía ruidos de aprobación mientras comía su enorme langosta.—hacía mucho no comía algo tan delicioso.

—¿una delicia cierto?—Michael le dió otro sorbo a su vino, sus mejillas no han parado de acalorarse, y parece que su lengua se ha soltado de la enorme timidez que le envolvía.—siempre venía aquí con mis hermanos.—limpió su boca con la servilleta y miró de reojo a Jenna.

Así habían estado hace ya más de lo que puedo contar. Se miraban de reojo, se ponían tan rojos como un tomate, o incluso se envolvían en conversaciones donde parecía que el resto de la mesa éramos solo sillas vacías. Me llenaba de ternura mirar cómo se perdían uno en el otro en sus miradas y cuando alguien les interrumpía solo bajaban sus cabezas como si nada hubiese pasado.
Aun así parecía que todos lo notábamos excepto ellos, y aquello hacía que la cabeza me picara.

La cena, tal y como Gunther y Jackie pasaron exclamando toda la noche, estuvo exquisita. Incluso se me había olvidado el hecho de que en tan solo unas horas teníamos que volver a pisar el hospital. Y patéticamente después de que Jackie nos envolviera en una empalagosa conversación sobre cómo las prótesis robóticas están gobernando la medicina nos dimos lamentablemente cuenta de que era hora de irnos.

—Michael.—Geller le abrazó fuertemente.—tengo una invitación para ti.—le dijo.

Todos le rodeábamos, y parecía casi mágico el mirar como Geller se refería a él como si hubiera sido su amigo de la infancia.

—¿otra tan maravillosa como esta?—dijo Michael, acomodando uno de sus rizos rebeldes.

—Susan y yo celebraremos nuestro primer año en unos días y nos gustaría que estuvieses presente, solo estarán los chicos y nuestros padres, es solo una pequeña celebración.—Los ojos de mi mejor amigo brillaban como un sol, y hablaba de tal manera que la emoción cubría su cara.

Susan tomaba su brazo con fuerza, y me miró de reojo unos segundos al notar mi mirada y me expresó su nerviosismo con una mueca que dejó mucho que desear.

—revisaré mi agenda, estoy seguro de que tengo algún espacio disponible.—la sonrisa de Michael terminó de iluminar el rostro de Geller y Susan respiró en son de alivio. Y solo así se despidieron como dos grandes amigos.

Mirarles era fascinante.

—si piensas que se me ha olvidado tu invitación estás más que equivocado.—le embistió Jackie.—espero tu llamada y una dirección para ir a uno de tus ensayos.

—eso me recuerda...—Michael se dió la vuelta y caminó unos pasos lejos de nosotros, dejándonos en unos segundos casi interminables de susurros entre Hayley y Jenna.—aquí tienen...—traía en sus manos unas pequeñas cartas de color negro que repartió entre nosotros, una que contenía el logo de su último disco, o para ser más específica; el último póster que Hayley se encargó de restregarnos en las narices hasta más no poder. Parecían más gafetes que otra cosa en específico.

—¿que es...—Jenna inició hablando, miraba el pequeño pedazo de cartón como si se tratara de un extraterrestre.

—con esto podrán ingresar a mis conciertos y si algún día quieren pasar por Neverland...no se lo piensen dos veces.—Murmuró Michael, sus ojos se iluminaban al mirarla, y a mi se me derretía el corazón. Ella le regaló una dulce sonrisa.
Una que muy pocas veces le vemos dar.

—eres el mejor.—Hayley gruñó y ventiló su rostro unos segundos antes de que todos soltáramos una risa. Estaba claro que tenía muchas ganas de gritar y llorar.—este es el mejor día.

Sanando Heridas/Michael Jackson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora