20. Besos

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Lo que temí desde que Alice recibió la llamada de mi hermana, ocurrió al fin.

Michael se puso de pie. Yo le seguí con la mirada hasta que desapareció detrás de la puerta de la habitación de Hayley, antes de eso, por supuesto, tomó mi barbilla y dejó un beso en mi frente, susurrándome un «todo va a estar bien» tan lento que tuve que retener el aliento y tomar toda mi fuerza de voluntad para no rogarle que por favor se quedara a mi lado.
No podría arrastrarle hacia las miradas gélidas y carentes de afecto de mi hermana. Era mi batalla ahora.

Los chicos dejaron de susurrar cosas cuando Alice confirmó por segunda vez que era mi hermana de pie detrás de la puerta, la cual ella había tocado a penas dos veces, y después de que Alice se fijara en la redonda y diminuta ventanilla su aspecto pálido nos lo confirmó.

Sus ojos negros y cuestionables se dirigieron hacia mi para que yo diera la última palabra.

Es mi hermana, quise motivarme, si viene aquí ahora quiere decir que su afecto hacia mi jamás se destrozó, y lo que sea que nuestra madre haya hecho, de alguna u otra manera no fue culpa suya. Si ya había sobrevivido 19 años viviendo con ellas dos, y 6 años más viviendo con ella, ¿qué tendría de diferente ahora?

Miré hacia la puerta de Hayley, donde probablemente Michael estaría sentado en la cama, nervioso, y entendí que era lo que había cambiado.
Así que me erguí, suspiré hondo unos segundos y cuando mi mente logró estar lo suficientemente vacía y fría, asentí en la dirección de Alice. Dándole el positivo para que abriera la puerta, y sintiendo la tensión en la que Jackie se había sometido.

Cuando la puerta se abrió, mi hermana dió un paso hacia adelante mirando a Alice con el entrecejo fruncido, tal vez por la larga espera detrás de la puerta. Yo quedé sin aire al instante.

Delgada, estaba más delgada que antes. Su alta figura era una extensión de lo que podría ser su carácter. Sus ojos grises recorrieron a Alice a penas un poco más baja frente a ella, lo cual hizo palidecer a mi amiga. Sus pómulos delgados pero finamente trazados, su barbilla alzada, su cabello castaño, cortado a la altura de su quijada y extremadamente liso, con puntas viendo hacia adelante. Traía consigo un vestido pálido y un abrigo color púrpura que le llegaba a las rodillas, donde una franja de piel pálida se lucía hasta sus tobillos, y unos tacones pulcros y realmente limpios anunciaron su llegada con cada paso.

—¿qué?—pronunció, cuando se dió cuenta de que la mesa estaba en silencio y todos mirábamos hacia ella con la boca ligeramente abierta.
Geller pasó el brazo alrededor de su esposa, mostrándose bastante territorial cerca de ella, mucho más de lo que era antes de quedar embarazada. Un escalofrío pasó en mi espalda cuando mi hermana posó su mirada hacia mi, y sus cejas se fruncieron aún más.

Pero fue Gunther quien nos había quitado a todos las palabras que ninguno se había atrevido a pronunciar, o a siquiera pensar en hacerlo.
—Gwen, que gustó verte, ¿cómo está Luke? ¿Todo bien por allá?—la normalidad de la voz de mi amigo hizo que mi hermana por fin diera más pasos hacia adelante y se quitara su fino abrigo de plumas moradas.
—él está bien. Todo lo está.—el tono de mi hermana era neutro, y aun así no dejaba de ser algo punzante. Gunther nos animó a todos con un gruñido de aprobación.

Por fin reuní mi coraje y me puse de pie para caminar hacia mi hermana, las rodillas me temblaron cuando sus ojos me inspeccionaron de arriba hacia abajo y yo le di gracias al cielo desde lo más profundo de mi corazón que ya ningún morete era visible, y si alguno lo era tenía que estar en la parte baja de mi espalda donde me había golpeado con la manija de la puerta al chocar contra ella.

—Gwen, estás aquí.
—Luke tenía que terminar de solucionar unos asuntos en esta cuadra y no se me hizo de más visitar.—ironía pura cruzó su rostro. Ella sabía que su visita le daba a mis amigos algo más por lo que tensarse, ¿y a mi? Me ocasionaba un tipo de fricción mental bastante exhaustiva.
Sin más que agregar, decidí ser directa.
—¿pasa algo?
—eso mismo te podría preguntar yo a ti. Estoy cómodamente en mi oficina y de pronto un colega me pregunta si tengo que ver con un caso, y de casualidad el nombre del hospital, el de otro hombre y el de mi hermana menor aparecen en una sola demanda.

Sanando Heridas/Michael Jackson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora