27. Neverland

81 7 0
                                    

Narra Jenna
—¿disculpa?
Traté de abrir los ojos ante la claridad del ventanal... ¿ya era de día? ¿No había sonado mi alarma? Me voltee rápido para mirar el reloj, pero todavía era temprano. Tenía tiempo de sobra para mi turno en el hospital.
—no puedes, no pueden... exacto. Oh, Dios... John.
La voz de Michael resonaba en la habitación, pero fue su preocupación la que me hizo querer abrir los ojos por completo, a pesar de la pesadez.

Solo podía ver su elegante espalda, y para mi sorpresa ya no estaba en pijama, sino que ya se había cambiado a sus pantalones negros y suéter rojo en cuello V. Aún así no tenía zapatos, solo calcetas... rojas.

—no puedo, no quiero.
Volteó, y sus ojos me buscaron de inmediato. Suavizando su expresión grotesca a una sonrisa nostálgica. Sus manos se fueron hacia el puente de su nariz. Yo solo podía mirarlo con inquietud.
Sus mejillas estaban rojas, más de la furia que parecía tener que otra cosa.
—no pensé que duraran tan poco, Frank. Vuelve a poner a John al teléfono.—espetó, sus cejas negras estaban fruncidas. Había algo de verlo molesto que me causaba curiosidad... no era su estado habitual, su voz era más gruesa, su cuerpo se ponía la defensiva, y para mi vergüenza algo de eso lo hacía ver muy guapo y... sexy—puedes decirles que estaré ahí en la noche, y será rápido, quiero que absolutamente todo asunto quede aclarado hoy. Eso es todo. Si...—volvió a mirarme. Traté de sonreír para calmar su rostro fruncido, no funcionó.—adiós, gracias. Gracias a los dos.

Puso el teléfono en su base, y sus hombros tensos descendieron cuando al levantarme, puse mis manos sobre ellos. Cerró sus ojos y echó su cabeza hacia atrás, enseñándome su manzana de Adán. Su olor me inundó de pronto, y calentó mis mejillas por los pensamientos no muy inocentes que tuve sobre él hace un rato... ¿es que estaba ovulando?

—puede ser mi ropa.—aspiró.—pero definitivamente te queda mejor a ti.—sus pulgares se hundieron en mis caderas, entibiando cualquier lugar que sus dedos acariciaran. Aparté el cabello de su rostro todavía fruncido con suavidad, disfrutando del roce.
—¿qué pasa?—su piel caliente hacía cosquillas en mi piel fría. El clima era gélido, y solo llevaba puesta una de sus camisas básicas blancas y unos pantaloncillos cortos de franela.

—están negociando el próximo álbum, sin mi presencia.—murmuró, su mirada café estaba perdida. Preocupada, más de lo normal. Ya no estaban iluminados por una sonrisa dulce o pícara. Estaban desorientados y profundos, molestos.
—eso es algo bueno, ¿no?—busqué sus ojos, y él me devolvió una mirada no tan cálida.
—también están negociando la posibilidad de otra gira... mundial.—terminó, y aspiró entre dientes.
El corazón se me metió en la garganta.
Casi sentí el atrio derecho pulsando en mi cuello.
—¿otra gira? ¿Mundial?—aspiré, parpadeando perpleja.
No podía ser tan egoísta como para pensar únicamente en qué estaríamos separados muchísimos meses más.... Pero era lo único que pensaba. Michael asintió lentamente.
—parece que mi palabra no es la última, hay muchos problemas financieros y...—se quedó en silencio un segundo y arrugó su nariz.
—¿y?
—y la fundación que quiero crear necesitaría esta gira para tomar avance.

La fundación. Cerré los ojos con ligereza.
La idea era más grande de lo que pensé, y la posibilidad de una gira era algo que él también se imaginaba. Algo que él deseaba. El proyecto había estado en su corazón por meses, y le hacía tan feliz... una fundación.
—¿cuánto?—me animé a decir, entrecerrando mis ojos. Michael me miró, y su mirada molesta fue reemplazada por un aire triste, su mandíbula se tensó.
—no lo sé... puede durar siete meses, nueve o... un año, tal vez más.—tragó saliva. Mi rostro tuvo que verse muy mal, porque Michael acercó sus pulgares a mis mejillas y besó mi frente.—tenemos tiempo, pequeña.—acarició mis labios.—mucho tiempo hasta que eso pase.
—¿cuánto?—inferí de nuevo.
—un año, o dos.
Demonios, era más pronto de lo que creí.
Asentí, con un dolor que parecía infernal. Fingí una sonrisa hacia él, queriendo borrar las líneas entre sus cejas.

Sanando Heridas/Michael Jackson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora