04. Llamadas.

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—oye...

No era un susurro, mucho menos un ruido que apareció de la nada, no eran los gatos del vecino ni mucho menos mi alarma.

—Jenna, levanta tu trasero.

Era la molesta voz de Alice en un tono lo suficientemente alto como para que tenga que molestarme en abrir los ojos y ver todavía oscuridad a través de mi ventana.

Emití un bufido de ira y giré mi cabeza de golpe tapándome la cara con las cobijas.

—ya son las 3, maldita sea. Llegaremos tarde a nuestra ronda.

Mierda. La ronda.

Me senté de golpe, sintiendo como mi cabeza daba vueltas. Mi amiga completamente vestida me miraba inquietante.

—tienes 5 segundos.—ni siquiera me di cuenta de cuando salió, por que salté disparada de la cama a meterme dentro de mi ropa diaria para estar en el hospital.

Mi cabello estaba hecho un desastre, y no pude hacer nada más que lavarme la cara, los dientes y aplicar crema hidratante en mi rostro, que por cierto se veía increíblemente fatal.
Salí corriendo con las pocas cosas que pude meter dentro de mi bolsa y me encontré bajando las escaleras a una Alice increíblemente molesta conmigo.

—es la segunda vez esta semana, ¿qué rayos pasa contigo?—bufó, yo me quedé callada y solo la seguí al exterior para subirme a su auto.

Sí era extraño verme llegar tarde al trabajo, al menos estos meses en los que había sido mi escapatoria más perfecta y el descanso había sido tan escaso para mi que no tenía otra cosa en la cual involucrarme que el hospital. Y si había algo que Alice odiaba era ser impuntual, toda la vida lo recalcó, toda la vida nos lo metió en la cabeza e incluso toda la vida la primera muchas veces en llegar a la facultad fue ella, aun así durmiera dos benditas horas no había manera alguna de hacerla llegar tarde.

Mi silencio siguió incluso al llegar al trabajo, claramente 15 minutos tarde.
El rostro de Alice lo expresaba todo, sin embargo, fue capaz de darme un pequeño acto de despedida al retirarse a su departamento en la sala de cuidados intensivos.

—¿algo nuevo?—Gregory me alcanzó en el ascensor. Traía de nuevo el mismo perfume que tanto recordé. Sonreí de inmediato, como una reacción automática al mirarle.

Su sonrisa hizo al menos que pudiera darme un respiro de la traumatizante escena que fue mirar a Alice matándome con el pensamiento.
Tuve que aclarar mi garganta y pensar dos veces lo que tenía que decir.

—no lo sé.—murmuré.—¿llegar tarde cuenta?

Me miró de reojo.

—¿tú?—asentí con la cabeza.

—y Alice.—respondí, y su expresión fue la misma que imaginé, o incluso mejor.

—increíble.

—lo sé.

Llegamos al cuarto piso, y al entrar nos dirigimos de inmediato a la oficina del departamento de pediatría.

—ya termina tu turno.—murmuré, mirando como apilaba las fichas en el mostrador de la oficina, más que una pregunta era un pensamiento en voz alta.

La sonrisa que hicieron lucir sus hoyuelos me hizo quedarme muy quieta, y devolverle el gesto lo mejor que pude.

—te quería invitar a cenar...—soltó, así sin más. Arrastró en la mesa hasta llegar hacia mi las fichas clínicas, las cuales fueron ignoradas totalmente gracias a sus palabras.—¿crees poder?

Mi cerebro claramente no tiene ni una bendita idea de lo que está pasando ahora mismo.

—¿cenar?, como de... "¿cenar?"—se rió de mi expresión, y negó con la cabeza.

Sanando Heridas/Michael Jackson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora