15. Promesas

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«¿Debo sentarme y esperar a mi próxima vida?
¿Soy demasiado fría? ¿No soy agradable?
Puede que todavía no haya sanado o esté lista
¿Debería mantenerme firme?
Pero solo quiero saber; ¿el amor está completamente fuera de discusión?
¿Estarás ahí?»

•••

Pesas.
Tenía pesas en vez de párpados, mi cuerpo era un desastre, lo sentía incluso en la oscuridad de mi inmovilidad. Mi estómago estaba revuelto, y mis músculos adoloridos. Sentía la calidez de las sabanas en mi piel y cuando intenté recordar cómo rayos llegué a caer en una cama (o en eso creía yo que estaba) miles de imágenes de la noche anterior empezaron a saltar en mi cabeza, pequeños rayos de luz que aún así todavía no me revelaban donde estaba ahora.
El dolor de cabeza que ardía desde mi nuca hasta mi hueso frontal hizo que emitiera un chillido cuando me alcé sobre mis codos y abrí mis ojos. Deshidratación, la causa médica de lo que se siente después de alcoholizar el cuerpo, el alcohol reseca tanto que el organismo se deshidrata y causa los síntomas de la resaca. Dolor de cabeza, de cuerpo, náuseas y mareos.
—Mierda.—gemí.
Me sobresalté cuando mis ojos enfocaron una habitación clara, grande, blanca, elegante, y aunque me costó muchísimo neutralizar mi vista logré mirar más allá de la enorme cama donde estaba tendida. Escuché un grifo abierto, había alguien. Alguien... el terror me inundó como una ráfaga. Este no era mi hotel, ni tampoco mis sabanas, no era mi ropa, ni tampoco mi perfume, se parecía más a...

—¿sabes cuál es mi lugar favorito para visitar? Japón, es hermoso, lo visitaría las veces que sea y jamás me aburriría.—me sobresalté cuando le escuché salir del baño, y luché para que mi boca no se abriera hasta el piso.
De inmediato temblé al mirar a Michael con un vaso en sus manos, sus rizos mojados, olía fresco, y también se veía de esa manera, aunque tuviera puesto una camisa sencilla y unos pantalones flojos sabía que estaba a punto de irse por la manera en la que se movía por la habitación. Su habitación.
¿Que mierda hiciste, Jenna? ¿Por qué estás aquí? ¿Había dormido él conmigo...? No. No. No.
—¿por qué no tengo mi ropa puesta?—le corté amenazante, mi voz ronca y entrecortada, el ardor en mi cabeza aumentó cuando sus ojos avellana por fin me miraron. Su quijada se tensó, después una hermosa sonrisa. Me mareaba mirarle caminar por toda la habitación haciendo cosas que todavía mi cerebro no lograba procesar.

—Karen te vistió y te preparó para descansar, yo jamás te tocaría sin tu permiso.—aunque su rostro se veía de una muy buena actitud, su tono parecía contradecirle. Negué con la cabeza y emití un rugido por el dolor de mi cuerpo. Toqué mi cara, mi cabello recogido, mi rostro limpio sin maquillaje y la ropa que tenía... una camisa grande de color negro, era de hombre, al igual que la pijama gris que cubría mis piernas. Era su ropa. Tenía su olor a vainilla impregnado por todas partes. Volví a temblar y las nauseas se alzaron sobre mi garganta.
Miré a mi lado, la cama no había sido utilizada en su totalidad, suspiré de alivio ante la idea.
Michael entendió de inmediato mi mueca.
—tampoco dormiría contigo sin tu permiso, dormí en el sillón de allá.—completó dirigiendo su atención hacia mi mirada, mientras señalaba un ancho sillón acolchonado con su barbilla. Yo lo miré sin saber que decir, cómo actuar, como siquiera empezar a analizar la situación.

Estaba ahí. Frente a él. En su habitación. Estaba ahí... ¿se había enfadado conmigo? ¿Le dije algo ayer que le haya enfadado? Un miedo tomó las riendas de mi voz cuando murmuré:
—¿qué pasó?
Mi cuerpo se sentía muy pesado como para moverme. Mis mejillas quemaban de vergüenza mientras él recorría la distancia para sentarse sobre la cama y ponerse sus zapatos.
—te emborrachaste.—se detuvo, y le miré negar con la cabeza, parecía no creerlo, y yo me encogí en mi lugar.—luego me llamaste. Te desmayaste en medio de la llamada y yo le pedí a Terry que te trajera aquí de inmediato, por tu seguridad. No podía... arriesgarte así. Alice lo entendió rápido y él te trajo.

Sanando Heridas/Michael Jackson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora