14. Los Angeles, parte 2

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Sus ojos pesados no dejaban de estudiarme el rostro. Su ceño estaba fruncido, mi respiración estaba congelada y el silencio alrededor de nosotros lo hacía todavía más torturador.
De pronto para los chicos les era más interesante hablar entre ellos y admirar a su alrededor, lo noté. Después de unos muy largos segundos, Alice aclaró su garganta por fin y yo sentí que mis uñas iban a romper la carne de mi mano mientras más la apretaba.
—fascinante, Mike.—inició Gunther.—estuvo de locos, tanto que Hayley casi nos deja sordos a todos.—agitó a Hayley con suavidad.
Miré a Hayley, ella parpadeó con timidez y asintió con una felicidad que se le desbordaba, parecía más relajada ahora. Tim nos admiraba en silencio pero parecía que iba a estallar también. Jackie mantenía su mano en mis hombros, su toque era familiar, firme.
Los ojos de Michael brillaron de ternura, sus manos grandes se movieron y tocaron su pecho en señal de agradecimiento, después se inclinó un poco hacia el frente.
—gracias, gracias por venir.—pronunció con sus mejillas rojas. Yo suspiré y aligere un poco mi cuerpo pesado.

Los chicos empezaron a elogiarlo indirectamente, le dijeron cada uno la parte que más les gustó del show, Tim no se pudo retener más y explotó mencionando detalles y expresando su emoción, mientras Alice lo veía con esa chispa de deseo que todos habíamos ignorado, yo me mantuve quieta para no vomitar.
Se quedaron en silencio cuando un hombre chato de mediana edad se posó junto a Michael con un traje que parecía sacado de una película de mafiosos.
El olor a pinos y tabaco inundó el lugar.
Michael lo miró acercarse y le regaló una pequeña y tímida sonrisa, una que suavizó el ambiente.
—chicos, les presento a Frank Dileo, mi manager. Frank te presento a Alice, Jackie, Gunther, Hayley, Jenna y el novio de Alice...—Michael señaló a Tim frunciendo el ceño y haciendo un gran esfuerzo por recordar su nombre. Jackie se removió incómodo junto a mi.

—Tim, Tim Forks.—respondió Tim agitando su mano hacia Frank. Los dos hombres frente a nosotros sonrieron plácidamente.
—es un placer. Que alegría por fin conocerles, escuché mucho de ustedes.—su áspera voz acarició nuestros tímpanos. A mi se me estrujaron los intestinos cuando su mirada negra se detuvo unos largos minutos en mi rostro, como si estuviera identificando rasgos. Yo aparté mi vista de él.
No había dicho nada desde que había llegado, por suerte los chicos habían identificado mi incomodidad y no me habían juzgado... al contrario.

—a mi si me enojó mirarte así...—Jackie me sobresaltó cuando me susurró al oído.—no sé qué pasa entre ustedes, pero no es excusa para que él se bese con alguien justo cuando llegamos a verle.—su voz estaba cargada de sinceridad y tensión. Yo me quedé en silencio, sabía que no había terminado de hablar.—Alice y Hayley...—negó con su cabeza, como si estuviera decepcionado de las palabras que usaría y de arrepentiría luego de hacerlo.—yo solo espero que ustedes dos sepan lo que hacen.
—yo también...—fue lo único que le dije, y se lo dije de verdad. Él apretó mi hombro con su mano y me dirigió una sonrisa que yo le devolví. Dio concluida la pequeña conversación cuando miró hacia adelante, por fin prestando atención hacia lo que los demás hablaban.

—hablé con Bill, y le pedí de favor que uno de nuestro equipo de seguridad les acompañara con un auto hacia donde necesiten ir en la ciudad, es lo mínimo que puedo hacer por no haberles podido conseguir una habitación donde me hospedo a tiempo.—Michael sugirió, había cruzado sus brazos y su dedo índice descansaba sobre su barbilla, yo perdí la respiración.
Nos a asignará un chofer, un auto solo para nosotros, no me sorprendía del todo, pero me intimidaba por su puesto, y al parecer no solo a mi, ya que todos se quedaron en silencio de pronto.
Los musculos tensos de mis amigos me hicieron reaccionar como si me hubieran dado una patada en el estómago.
—Gracias.—dije luchando contra el nudo en mi estómago, todos me miraron. Yo fruncí el ceño y Michael parpadeó.—no nos gustaría causarte problemas.—arrastré las palabras directamente a Michael, un músculo de su mandíbula pronunciada se movió. Mi cara se calentó.
La tensión se podía cortar con un cuchillo.

Sanando Heridas/Michael Jackson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora