33. Amenazas

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Narra Jenna

—es una estupidez... no.
—Jenna.—Michael pronunció suavemente, como si pretendiese que el susurro pudiera al menos suavizar alguna parte de mi.
ahora.—mandó Alice, por medio del teléfono.
Y todos mis sentidos se bloquearon.
No podía pensar en otra cosa que no fuera venganza.
—¿no hay otra alternativa donde ella no tenga que... verle?
fue bastante claro con las dos. No sé qué será del puesto de Jenna si no... lo discuten como él quiere.
—imposible.—apreté mi mandíbula.
Mi compañero se alejó, y emitió un sonido de frustración mientras agarraba sus rizos y los revolvía en su cabeza como nunca le había visto hacer.
yo tampoco quiero que le veas.—se unió Hayley, con una voz tímida y triste.—si a mi me causó estragos no me imagino como te sentirás tú.
solo quiero que duerman donde Geller, por favor, no sé de qué es capaz Liam.

Podría incluso secuestrarlas y amenazar con hacerles daño si yo no llego a hablar con él. Todo era una alternativa y eso... me hacía sentir como siempre lo hice en toda nuestra relación; débil, impotente. Algo que me prometí no volver a sentir nunca más en mi sano juicio. Y aquí estaba, sufriendo lo mismo por la misma basura, ¿cómo?

los chicos nos acompañarán estos días hasta que ustedes lleguen mañana.—respondió Alice.
—podría contratar a alguien que las acompañe estos meses.—añadió Michael, yo le miré de reojo y vi su rostro pálido.—solo si aceptan.
será mejor que lo discutamos cuando estén aquí.
—nos vemos.—finalicé en un murmullo, agotada, y sin ganas de insistencias.
nos vemos en unas horas.—la voz aterciopelada de Hayley era un contraste con todas las sensaciones de asco y amargura que sentía brotando a mares por mi piel.—trata de descansar.
—las amo.—corté la llamada cuando escuché del otro lado una leve respuesta cargada de pena.

La habitación, después de un mes, se veía muchísimo más oscura que cualquier otro día. Michael estaba sentado al otro lado de la cama, con la cabeza entre sus manos y frotando sus ojos.

—no tienes que ir.—me levanté de la silla y empecé a desvestirme y prepararme para... bueno, fingir descansar.—puedes quedarte aquí y terminar de escribir las canciones que Frank te pidió. Tengo a los chicos y...—me detuve cuando no escuché una respuesta. Michael me estaba mirando fijamente con el ceño fruncido, de pie al otro lado de la habitación. Mi corazón se hizo un puño.—estaré bien.
—me parece una ofensa que pienses por un raquítico momento que te dejaría sola en esto.—pronunció, demostrando la ofensa a la que se refería en cada palabra que decía. Estaba molesto, pero no estaba segura de que lo estuviera conmigo.
—no me dejarías sola en nada.—le di la espalda y dejé caer mi ropa interior para ponerme encima únicamente una de sus enormes camisas blancas, la tela estaba suave, acarició mi piel gélida. Me abracé a mi misma por la falta de contacto.—no es tu asunto, de todas formas. Mucho menos tu obligación.
—¿qué?—sonrió irónico, como si deseara que yo estuviera bromeando.
—no te quiero ver a ti y a él en una misma habitación.

No podía dejar que Liam le ensuciara con su maldad y su sarcasmo. Él se acercó con pasos sigilosos, y mi piel se erizó, ¿Desde cuando pasamos de prometernos matrimonio a tener cuidado en qué momento tocarnos? Si Liam era el provocador de esto, no le iba a permitir arruinar otra cosa más, y no me lo perdonaría a mí misma nunca dejarle destruirnos.
Es justamente lo que quiere.

—si no quieres que vaya...—suspiró.—, iré por mi cuenta, pero no estoy dispuesto a quedarme aquí. Y nada de lo que digas me hará cambiar de opinión, lo siento.—parpadeó, cansado.

Me abracé con más fuerza, y por primera vez en el día desde que Alice había llamado a darnos la noticia; dejé que las lágrimas se deslizaran por mis mejillas a ríos. Oculté mis ojos entre mis manos y permití que los sollozos enredaran mi garganta hasta salir a la luz, mis dedos empezaron a temblar. Sentí sus brazos alrededor de mi cabeza y a continuación su pecho. Como helio, que me levitaba en medio del infierno.

Sanando Heridas/Michael Jackson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora