24. Deseos

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(Die for you—Ariana Grande feat The Weeknd)
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Jenna

—buenos días, preciosa.
Me estiré perezosa. Michael tenía sus dedos encima de mis mejillas, acariciando hasta el más mínimo detalle que podía de mi rostro.
Su tacto me daba cosquillas. Sonreí al instante, sintiéndome en el paraíso.
—despertar así ha sido lo mejor que me ha pasado en todo este mes de sufrimiento.—susurré acercándome a su boca. Michael sonrió, y mirar su sonrisa así de cerca lo declaré como la octava maravilla mundial. Las mariposas en mi estómago se estiraron también, y empezaron a rugir con fuerza. Revolotearon sin parar.
—tú has sido lo mejor que me ha pasado todo este tiempo.
No pude responder a eso, las palabras eran una estupidez. Así que uní nuestros labios con suavidad, enredando mis manos en su cabello, Michael gimió suavemente cuando tiré de su labio.
—cada vez que me digas algo tierno haré esto.—susurré amenazadora.
—eres lo mejor que me ha pasado todo este tiempo, Jenna.—repitió, su tono había cambiado esta vez. Su voz había bajado una octava.

Tragué saliva, mi corazón empezó a acelerarse con una rapidez digna de una copa de carreras.

Repetí la acción, esta vez poniendo más fuerza en la mordida, las manos de Michael se enredaron en mi cintura y tiraron de mi con suavidad cuando su lengua se encontró con la mía. Su corazón lo sentía cerca del mío, en un latido corredizo y nuestras mejillas calientes chocaban mientras el beso se volvía urgente, necesitado, estrangulador.
Nuestros dientes se encontraron con regularidad, nuestras respiraciones se fusionaban, su tacto se volvió menos respetuoso y el mío empezó a bajar hacia su pecho.

Las palabras volvieron a faltar, igual que el aliento, y cuando las palabras faltaron nuestras bocas gritaron nuestros más oscuros deseos, nuestras palabras y sentimientos más profundos. Michael se separó ligeramente de mí solo para mirar unos segundos mi rostro... y su cambio, Dios mío.

Sus cejas se bajaron, sus ojos se oscurecieron y sus labios se curvearon hacia un lado.
Él lo sabía. Lo sabía. Pasaría.
Lujuria, deseo, amor.
Así titularía una pintura si podría retratar la belleza de lo que resplandecía en él.

Este era el momento, era hoy o nunca.

El aliento me volvió a faltar cuando sus labios saltaron delicadamente sobre mi, como un león con su presa; primero desbarató cada una de mis barreras hasta que llegó a mi. Sus dedos acariciaron mi espalda, y sus besos bajaron a mi cuello, su espalda se volteó, y con una facilidad del diablo ya estaba debajo de él. Sus labios trazaron un camino de fuego desde mi cuello hasta el inicio de mis pechos.
Y entonces sus dedos se alzaron, mi camisa se desapareció en cuestión de segundos, al igual que la suya, sus dedos se resbalaron desde mi abdomen hasta mi quijada, y acariciaron suavemente mi mejilla.

Sentí su masculinidad justo antes de desabrochar mi sostén, y dejarme al descubierto. Mis gemidos ya eran insoportables, la laguna de deseo que escurría entre mis piernas se llenó, se hizo un tsunami. Sus besos seguían, ahora más rápidos, más salvajes, más llenos de vida y euforia, sus dedos largos recorrían mis piernas, mientras mi espalda se arqueaba de placer.

Se acercó a mí y....

—estás lista.—Mi respuesta fue un gemido.—¿por qué?—su voz era un gruñido en la oscuridad de mis párpados cerrados.
Estaba drogada de placer.
Entonces levanté la cabeza, y le miré ahí...arrodillado ante mi cuerpo.

—Michael, por favor.—supliqué, tomando las sábanas en puños, deshaciéndome a pedazos.

Lo quería ahora, ya. No podía esperar, no podía hacerlo. Quería explotar, él lo sabía.

Sanando Heridas/Michael Jackson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora