Coltán, un brillante científico, descubrió en su planeta un material extraño llamado Blatulion, capaz de impulsar una tecnología avanzada y no contaminante. Su único deseo era ayudar a su pueblo a evolucionar, sin buscar reconocimiento, especialment...
Fue ahí cuando la duda carcomío a muchos. ¿Dónde se encontraban los Cutuis? La desaparición fue espontánea, como si nunca hubieran existido, pero habían dejado tantas marcas... Algunos, incluso, aseguran ver figuras en los ríos, apariencias de ellos vagando como sombras en medio de la noche.
Ninguno se ha atrevido a conocerlas, pero sí sabían que se mantenían en el río, sentados o de pie, observando la luna, en especial cuando mostraba toda su figura.
Aunque siempre había una, daba igual si la luna o no estuviera ahí. Una mujer de apariencia más poderosa, lágrimas presentes, rostro firme, de pie en el mismo sitio. Al menos era lo que decían aquellos que la observaban, y se mantuvo siempre allí, hasta que un día, desapareció...
Descubriéndose que esa gema vinculada a esa sombra, pertenecía al científico que había creado el último proyecto.
—Últimos informes de la historia de Tugia.
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El viento soplaba desde distintas direcciones, adentrándose en sus músculos y huesos. La angustia se apoderaba de ella por mucho que intentara retirarla, pero era complicado porque su cuerpo no respondía a nada. A duras penas logró abrir sus ojos, sintiendo las pequeñas lágrimas en estos, la duda la fue azotando al no ser capaz de identificar qué ocurría ahí fuera.
Le tomó tiempo, pero cuando lo consiguió, se quedó boquiabierta ante el brusco cambio a su alrededor.
Parecía infinita la caída con el cielo nocturno presentes, estrellas las acompañaban con la luna menguante testigo de todo. Unos podrían decir que estaba volando, pero en verdad su cuerpo estaba siendo protegido por las estrellas, aunque no solo eso. Cada una dejaba una huella en su cuerpo, al menos era lo que sentía cuando las observaba y desaparecían para tener un ligero cosquilleo agradable. Curiosa, miró hacia sus manos y piernas, dándose cuenta de que por fin estaba dentro del subcódigo.
—¡Adela, mírame!
Las palabras de Mitzy hicieron que se girara para así verla. Daba vueltas alrededor, poniendo su mano en su estómago al no poder contener las risas. Su cuerpo también cambiaba a una belleza propia de una princesa, pero con una fuerza y rudeza propia de una guerrera que no temía a nada.
Su cabello largo rosado se movía con total libertad, dejando que éste cubriera su rostro. Su ropa era igual al de Tugia, pero con unos brillos dorados en los laterales de su pantalón y chaqueta azules. Movió sus manos al cielo, apareciendo los juguetes que la hicieron chillar de felicidad.
Miró a Adela, viéndose el asombro tras esos ojos azules que parecían ser el cielo lleno de nubes blancas.
—¡Eres una guerrera, Adela!
Era obvio que no se podía ver, pero se daba cuenta que la ropa que tenía puesta era distinta a la que tenía. Pantalones tejanos marrones, camisa blanca, chaqueta azul marino de bordes dorados similares a Mitzy. Podía asegurar que al moverse en los aires, se sentía muchísimo más ligera, y no le dolía su espalda.
La emoción impactó de golpe: ¿¡Podría correr como le diera la gana?! ¿¡Podría moverse con total libertad sin miedo a caerse?!
Las lágrimas caían mientras sonreía, sin darse cuenta que de sus manos, chispas eléctricas iban surgiendo, dejando un rastro a sus espaldas a la vez que una lanza azul de estampados romboides blancos cuyas extremidades había una cuchilla bien afilada.
Lo tomó con asombro, mirando con gran atención mientras la emoción iba aumentando cada vez más, ¡iba a ser esa guerrera que Mitzy se imaginó! ¡Juntas serían las guardianas de este planeta!
Guardianas... de su planeta.
La preocupación impactó como un cubo de agua fría, temblando sin parar. Miró hacia el cielo y gritó el nombre de su tío. ¿Estarían bien? ¿Miver podría con ellos? La duda la carcomía por dentro, deseando impactar y volver, pero no era posible.
Menos cuando oyó una voz a sus espaldas.
—Nunca pensé que te podría ver así.
Se giró para ver a su derecha lo que parecía ser la silueta de su tío. Acercó sus manos para abrazarle, pero lo traspasó, dándose cuenta de que no estaba ahí.
—T-Tío...
—Estoy a punto de terminar esto —aclaró con una sonrisa agridulce—, pero no sé si voy a sobrevivir con todo lo que hay afuera.
—¡C-Claro que lo harás! ¡Miver nos está protegiendo!
—Las cosas ahí fuera no van del todo bien. —Suspiró y cerró sus ojos—. Aun así, he tenido una idea que espero que me sepas perdonar.
Adela frunció un poco el ceño.
—Mitzy tiene buenas ideas y muchas las he aplicado como pone en la ficha —aclaró, alzando un poco la mirada para verla—, pero contigo he decido hacer algo distinto.
—T-Tío, ¿a qué te...?
—No dejes que toquen tu espalda —interrumpió con seriedad, viéndose como poco a poco iba desvaneciéndose en partículas—. Solo si es una urgencia.
Adela intentó decirle algo, pero el cuerpo de Coltán desapareció en el cielo. Gritó su nombre entre lágrimas, sintiendo cómo poco a poco iba disminuyendo la caída.
«¿A qué te refieres con eso, tío?»
Cuando ambas aterrizaron con delicadeza, a su alrededor se crearon varias espirales de luz que se desvanecieron en el cielo. Al alzar su cabeza, vio todo lo que había, dejándolas sin aire, a la vez que una voz neutral les daba la bienvenida.
Subcódigo 007.1: Tugia - Descontaminación y paraíso.
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