Capítulo 22: Juegos infantiles.

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Le había dado cinco segundos de tregua, y desde ese entonces, Adela tuvo que moverse y utilizar todo lo que tenía. Una persecución que la ponía cada vez más nerviosa ante los recuerdos.

Saltaba de un lado a otro, corría a la mayor velocidad posible, pero Miver siempre estaba detrás suya a punto de agarrarla. Si no lo conseguía, era porque siempre desprendía una descarga de electricidad que la frenaba, aunque sabía que no podía aprovecharse mucho de eso.

En uno de esos intentos, Adela se giró, invocando su espada para clavarla contra el suelo. Tal gesto tomó por sorpresa a Miver, frenando sus pasos para ver como del suelo salía la electricidad. Sacudía el suelo y destrozaba algunas plantas que había, dejando intrigada a Miver.

—Nada mal —murmuró, mirando la electricidad que la rodeaba—, pero no entiendo tu ataque.

—¿Eh?

—Comprendo que si has atacado así es para intimidarme, ¿no? —preguntó, mirándola con una ceja alzada—. Esto a mi no me asusta, Adela. Ni lo hará a ellos.

Agarró su lanza, a punto de crear más electricidad.

—Frena un momento, ¿qué vas hacer? —preguntó Miver, cruzando sus brazos.

—Y-Yo... —Miró a otro lado, apretando sus labios—. Rodearte de electricidad para que te sea difícil alcanzarme.

—Ya. De poco sirve.

Adela se quedó sin palabras al escuchar la voz de Miver a su derecha. Al girarse, vio que estaba a su lado con una sonrisa confiada. Sin pensar, se alejó unos cuantos metros.

—Vale, Adela. Esta lección será fácil de aprender. O atacas directamente o mueres. Simple, ¿verdad? —respondió, quedándose quieta en el sitio—. A Sulfuro le dará igual que le pongas obstáculos al igual que corruptos. Van a ir con todo, y si mueren en el proceso, lo tomarán como un avance, un sacrificio para que otros lleguen a ti.

Escalofríos inundaron su piel ante esas palabras, agarrando su lanza con sus dos manos.

—Yo entiendo que tengas miedo —continuó Miver, poniendo las manos en los bolsillos de su chaqueta—, pero no puedes dejar que vean eso en ti porque lo aprovecharán. Te harán daño y te matarán. O atacas con todo y luchas de frente sin miedo, o huirás durante toda tu vida.

—¿M-Me dices de hacerte daño?

—No me veas como Miver. Mírame como tu peor enemigo en el que solo tú puedes hacer frente.

Tragó en seco, dando unos pocos pasos hacia atrás. Miver no había avanzado en ningún momento, solo la observaba en silencio. Esperando sus próximos movimientos.

Estaba claro que Adela no podía pensar en la opción de atacar. Ya no solo había huido en sus pesadillas, sino que había sido protegida durante muchísimo tiempo por su familia.

Su espalda le fue un problema.

«Ahora ya no tengo eso —recordó, apretando con sus manos su lanza—. Ya puedo moverme, correr y atacar. Lo tengo, pero...»

Miró hacia Miver. El sudor caía por su frente al pensar que tenía que atacarla. ¿De qué servía si no era nada contra ella? Creía que huir era más útil, pero a la vez se daba cuenta que, si seguía así durante toda su vida, no iba frenarlos para siempre.

—Ah. Está bien —murmuró Miver de pronto, negando con su cabeza—. Lo haremos de otra forma.

Sin que le diera tiempo a analizar, vio como Miver aparecía enfrente suya para atacarla. Reaccionó lo más rápido que pudo, apartándose a un lado para dar varios pasos atrás y prepararse con su lanza. Miver la miró de reojo, yendo de nuevo hacia ella para atacarla.

IV - Sub-Código Alternativo | Alternative World [G.O]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora