Capítulo 1: Ver de cerca la realidad.

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Las enormes fábricas se alzaban como titanes inmóviles desprendiendo químicos que se adentraban a la ciudad de Tuin. Uno podría ignorarlo al ser un hecho de la vida, para Adela eran unos monstruos que le creaban escalofríos, pero a la vez una curiosidad que no podía negar al poder ver por fin lo que estos ocultaban.

El parque industrial "El Horizonte" no solo se caracterizaba por la zona industrial, la cual veía desde la lejanía, sino que también se encontraba el Edificio de Investigación Científica de Tuin (EICT), donde su tío trabajaba. Allí se veían edificios modernos y un poco más amigables, pero de una altura tan grandiosa que le creaba vértigo.

Cuando su tío aparcó cerca de la estructura angular, agarró el teléfono para llamar a su hermano, o mejor dicho, el padre de Adela, para avisarles de que llegarían tarde para recoger la maleta.

Como tal, su idea era quedarse una noche en casa de Mitzy, pero ante la gripe de su madre y las vacaciones que tenía, decidieron aprovechar mejor el tiempo, por ello era mejor recoger más ropa por si acaso alguna se rompía o manchaba.

Mientras caminaban a paso ligero, Adela no paraba de prestar atención los zumbidos de las maquinaria o los silbidos de vapor liberado. Se cubría la nariz, incómoda por la mezcla de químicos y metales que se adentraba sin permiso.

«Aquí es donde mi tío viene a trabajar cada día. ¿Cómo no le preocupa enfermarse? —Se quedó en silencio y recordó—: El Blatulion, lo hiciste por eso».

Una vez que la llamada terminó, Coltán sonrió aliviado, mirándola.

—Asunto resuelto, tu padre me ha dicho que mamá está aún enferma, pero no es nada grave —aclaró, mirando a otro lado con sus ojos—. Así que ya sabes, cuando vayamos a casa después, recoge todo lo que te haga falta, porque es posible que pases unos días más. Ya sabes cómo es tu madre cuando alguien está enfermo.

—Lo sé bien —murmuró Adela con una leve risa—. Solo espero que no sea una gripe grave. La vez que la vi tenía unas ojeras enormes en sus ojos y tosía horrible.

—No será nada, ya verás que en nada se recupera.

Pronto se adentraron en el interior del espacioso edificio, encontrándose con la recepción, control de acceso y los ascensores. Espacioso, de colores blancos que daban la sensación de pureza y paz, aunque no en su caso. Agarró la mano de su tío, sintiendo una presión en su pecho al ver tantas cosas que le era difícil analizar. Lo peor no sería eso, sino cuando tuvieron que acercarse al ascensor.

—¿Tenemos que ir? —preguntó Adela, tragando en seco.

—No te va a pasar nada. Te lo juro —respondió Coltán con una sonrisa, pulsando el botón—. Si vamos por las escaleras, tardaremos demasiado, y sabes que tengo algunas tareas que terminar.

Aceptó con una tensión notoria en sus hombros, viendo como las puertas se abrían para adentrarse. Una vez se cerraron, se sintió como si estuviera encerrada en una sala que cada vez iba reduciendo su espacio y desapareciendo el aire, como si las propias paredes la fueran ahogando. Cerró sus ojos apretando el agarre de su tío.

—Por cierto, nunca te he hablado de Miver —comentó Coltán. Adela seguía sin abrir sus ojos—. Te caerá genial. Es neurocientífica y física teórica, aunque a veces trabajamos juntos cuando se da la oportunidad. —Pensó sus palabras y soltó una risa—. Y suele delirar un poco.

—D-Decías que todos d-delirabais c-como Cuprita —murmuró Adela, respirando con dificultad.

—Cuprita es otro... tema a tratar.

Cuando las puertas se abrieron, pudo respirar y abrir sus ojos, encontrándose con la apariencia de una mujer de un metro setenta, cabello blanco, rostro tranquilo y vestida con ropa moderna de tonos oscuros en medio de la cafetería moderna que había en la sexta planta. ¿Lo que más llamaba su atención? Su piel blanca, gafas de sol y los pendientes en forma de luna menguante.

IV - Sub-Código Alternativo | Alternative World [G.O]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora