No era lo mismo. Para nada. Cada paso que daban era un motivo para huir. Sentía el frío en toda su columna vertebral, pero no solo eso. Era la primera vez que, desde el interior, parecían estar clavándole lanzas en cada hueso, creándole esas ganas de vomitar y chillar como nunca. Si no lo hacía era porque cuando veía a ambas, sentía una fuerza crecer en su interior, en especial a Mitzy.
Sabía porque su amiga no estaba tan asustada como ella. Su sonrisa y visión de todo ignoraba la realidad, pero a la vez era consciente de ello. Al principio cuando la conoció, le parecía una chica demasiado inusual por cómo le presentó su habitación.
—Está es mi para nada interesante habitación —contestó Mitzy, abriendo la puerta para que Adela se quedara asombrada por sus colores rosados y azules—. Espero que te sientas cómoda aquí, aunque si te tengo que pedir un favor.
—¿Cuál?
—Que a las tres de la tarde no entres a mi habitación hasta que salga.
No comprendió aquella petición, pero tampoco le fue difícil adivinar cuando una vez Mitzy dejó la puerta entreabierta y con ello vio como empezaba a jugar imaginándose algo que no era. Ese día, se quedó escuchando sus historias llenas de fantasía y aventura, unas que le intrigaron mucho a Adela.
El asunto fue que cuando estaba escuchando, la puerta fue abierta de golpe.
—¡Un intruso! —chilló, frunciendo el ceño mientras la señalaba—. ¡Tiene que estar retenida!
Y sin entender bien cómo, Adela entró a la habitación, viéndose sentada en su cama mientras Mitzy fingía ser una princesa.
—Aquí hay un espía que ha querido conocer mis debilidades. ¿¡No es así?! —preguntó Mitzy, señalándola con una molestia notoria en su rostro.
—Mit, corta el rollo, yo solo...
—¡Princesa Mitzy para ti, sucia espía! No tienes derecho a esas confianzas. ¡No eres nadie!
Adela alzó la ceja sin comprenderla. Miró alrededor de la habitación. Todo se mantenía igual únicamente unos peluches hechos por su padre que estaban bastante desgastados tanto color como los hilos o algodón que se sobresalía.
Volvió a mirar a Mitzy. Aun mantenía esa molestia en su rostro.
—Lo siento, su alteza.
Y le siguió el rollo creyendo que así evitaría una discusión.
Ese día se dio cuenta que Mitzy podía estar horas imaginándose ser alguien que no era, y sin saber bien cómo, Adela acabó siendo perdonada para luego ser parte de sus soldados fieles. Una experiencia tan inusual que la dejó sin palabras.
—¡Chicas, a cenar!
Cuando la voz de Adina sonó, Mitzy se quedó quieta y en silencio, mirando hacia el techo de su habitación para al final bajar la cabeza y rascar un poco su cabeza.
—¡Voy, mamá!
Adela suspiró aliviada, y a punto de decirle algo, vio como se iba hacia el comedor, sin decir ni una sola palabra de lo que acababan de vivir.
—¿Qué le pasa a esta chica? —se preguntó en un susurro.
Fue también al comedor, y ahí quiso preguntarle varias veces el porqué actuó así. Lo comentaba como si fuera algo divertido e inesperado, pero que tendría que avisar si la metía tan de golpe en un juego que desconocía. En todo momento, Mitzy no dijo nada, como si la ignorara.
Cuando terminó su comida, se marchó a su habitación. Adela quiso seguirla, pero Adina se lo impidió.
—Te metió en sus juegos, ¿no es así? —preguntó Adina con una sonrisa delicada.
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IV - Sub-Código Alternativo | Alternative World [G.O]
Science FictionDesear la evolución de su planeta era uno de los propósitos que Coltán logró conseguir ante un material extraño en su planeta llamado Blatution, del cual permitía una tecnología avanzada y no contaminante. Tal descubrimiento provocó que su nombre re...