Capítulo 13: La torre.

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Lignito no supo cómo expresarse, pero al hacerlo su mensaje dejó helados a Coltán y a Cuprita.

«¡Solo! ¡Ese hombre se ha ido a suicidarse solo! ¡¿Cómo ha traído uno aquí!? ¡¿Cuándo lo hizo?!»

Vio como Lignito empezaba a temblar mientras las lágrimas caían, intentando explicar todo como mejor podía. Decía que cuando fue a por Sulfuro, se dio cuenta que estaba en la sala con toda la protección que correspondía, creyó que estaba haciendo alguna prueba, pero no se esperaba que fuera con un corrupto que lograron traer.

La rabia inundó a Coltán. Si querían salvar a Sulfuro, tenían que ir con cuidado, pero ¿cómo podían actuar? Los vio actuar y sabía que a lo mejor Sulfuro estaría ya muerto... O eso creía hasta que desde la lejanía escuchó sus gritos.

Cuprita fue la primera en reaccionar. Lignito y Coltán fueron detrás.

«Todos han perdido la maldita cabeza», concluyó Coltán.

Poco tardaron en llegar y ver la sala. Sulfuro estaba alejándose del corrupto. El cabello de ese monstruo se desprendía y los ojos se deshacían como si fuera un líquido corrosivo. De su boca salían sonidos de desesperación y angustia. De su garganta, la sangre salía de dos colores, la roja y verde. Juntas creaban un pequeño humo que no parecía ser agresivo, al menos es lo que pensó Coltán hasta que ese gas tocó la mesa y la descompuso.

—¡Sal de ahí, Sulfuro! —gritó Coltán de inmediato.

El mencionado no dudó en obedecerle, levantándose del suelo como si las fuerzas volvieran a él, acercándose a ellos. Estaba a punto de alcanzar la salida.

Hasta que Lignito cerró la puerta de golpe.

—¿¡Qué estabas haciendo?! ¡¿Querías que Sulfuro muriera ahí?! —chilló Cuprita.

Coltán no pudo detener a Cuprita. La pobre no se había dado cuenta que Lignito quería dejar un mensaje, pero no era posible ante el golpe que recibió en su cabeza, apartándolo. Tras eso abrió la puerta, dejando que Sulfuro saliera, impactando al suelo.

Cuprita cerró la puerta de golpe, respirando nerviosa para luego mirar a Lignito. Intentó levantarse, pero Coltán se puso en medio.

—¡Frena! Piensa, tranquila, Cuprita. No lo hizo para verlo muerto, sino porque estaba contaminado.

—¡Solo tiene la ropa de protección manchada! ¡Sulfuro ya se temía algo así! ¡No me vengas con tonterías, Coltán! —gritó cabreada. Dirigió sus ojos a Lignito—. ¡Voy a...!

—¡Frena, Cuprita! —gritó Sulfuro, llamando la atención de todos—. No lo hizo por ningún odio ni mal, sino porque sabía que estaba contaminado y no quería que afectara a los demás. Pero calma, descubrí que esta contaminación no hace nada malo a la ropa.

La sorpresa era reflejada en los demás, en especial Cuprita.

—Sí, sé que es algo extraño, ese Tugnin corrompido atacó a todo, destrozándolo y descomponiéndolo, pero en cambio a mi ropa no, como si fuera inmune —explicó, levantándose del suelo a duras penas, tosiendo con fuerza ante la debilidad que sentía—. También he visto más cosas interesantes.

—¿Qué has visto? —preguntó Coltán, angustiado.

Sulfuro le miró, bajando la cabeza.

—Es el Blatulion, Coltán.

Sintió una sacudida en su interior. Un terremoto. Uno que hacía mover la torre.

—Pude ver por un momento en el cuerpo de ese Tugnin y vi la gema. Estaba cerca de su pecho, Coltán —explicó, viendo como Coltán no decía ni una sola palabra—. Cuando intenté hacer la prueba, vi que los huesos de su caja torácica protegían algo que no era el corazón ni los pulmones, sino el Blatulion que se estaba creando. Traté de tocarlo y eso es lo que le despertó.

IV - Sub-Código Alternativo | Alternative World [G.O]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora