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El mexicano estaba acomodando algunos papeles que su jefe necesitaba y le había pedido con urgencia.
–Buenos días, Quackity –saludó educadamente el de piel oscura pero por dentro, estaba brincando de alegría como colegiala enamorada.
El azabache levantó el rostro para observar al sujeto que lo había saludado, forzó una sonrisa amistosa y volvió a dirigir toda su atención en los papeles.
–Ahora mismo lo comunico con el señor Borja –dijo en un tono desinteresado.
–En realidad –con ayuda de sus manos, se recargó en el escritorio del azabache– Vine a verte a ti.
El cuerpo de Alexis se tensó, admitía que Shadoune era muy atractivo pero Luzu era importante para él y no estaba dispuesto a soltarlo, por más que lo encerraran en una habitación llena de tipos jodidamente calientes, se aferraria a la idea de recuperar a Luzu.
De recuperar al amor de su vida.
–Honestamente, creí que no volvería a verlo –acomodó los papeles y los metió en una carpeta, con mucho cuidado de no arrugar ni una hoja.
–¿Eso quiere decir que querías verme otra vez? –preguntó disimulando su emoción.
–No –respondió firme– Y si me disculpa, tengo que ir con mi jefe a entregarle esto –dijo mientras se levantaba de su asiento con la carpeta en las manos.
–Yo a ti te disculpo lo que sea –sonrió levemente.
Quackity puso los ojos en blanco, dió unos pequeños golpecitos a la puerta de la oficina y se permitió a entrar a esta cuando escuchó un "pase" por parte del castaño.
Cerró la puerta detrás de él y se acercó al escritorio de Borja con pasos nerviosos, la simple existencia de Luzu lo ponía nervioso y hacia que su cuerpo temblara como gelatina.
–Aquí están los papeles que me solicitó, señor –dijo con voz suave y con una bella sonrisa en el rostro.
El de mirada carmín le sonrió a su secretario y luego tomó la carpeta para echarle un vistazo a los papeles.
–Ya te había dicho que me llamaras Luzu –volvió a mirarlo– Somos amigos.
» Amigos.... Aja. «
El azabache se limitó a afirmar lo que había dicho su amado con ligeros movimientos de cabeza.
–Es... Son formalidades –carraspeo la garganta– Además... Quiero evitarme problemas con el joven Samuel –apoyó sus manos en el escritorio del castaño, muy similar a como se había apoyado el francés hace unos momentos atrás.
–Si... He notado muchas veces que no le agradas –dijo mientras observaba los papeles– Pero tú y yo somos amigos, Quackity, hablando de eso.
