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Se veía jodidamente hermoso, las empleadas de aquella mansión lo ayudaban a colocarse el traje que de manera tan absurda era de color blanco pero era tradición y no quería discutir, hace mucho tiempo que perdió el interés en discutir por todo, en hacer dramas por todo, en hacer berrinche por cosas absurdas.
Su personalidad se había muerto.
-De verdad que te ves bien cuando te bañas, maldito deportado -dijo al mismo tiempo que cerraba la puerta detrás de él.
El azabache sonrió con pocas ganas y miró al de cabello platinado a través del espejo.
-Creí que no vendrías... -dijo con suavidad.
-¿Y perderme la boda de mi mejor amigo? Será todo un espectáculo... -se sentó en un cómodo y carisimo sofá.
-¿Espectáculo? -ladeó un poco el rostro- ¿Por qué lo dices? -preguntó extrañado.
El de ojos esmeralda miró a las dos chicas que se encontraban acomodando la camisa y saco del azabache.
-Chicas ¿Pueden retirarse? Yo terminaré con lo demás -dijo con amabilidad.
Las señoritas solamente asintieron y de manera tranquila salieron de la habitación.
-Será un espectáculo porqué veré como arruinas aún más tu vida -se cruzó de brazos.
-Ya no hay vuelta atrás... -respondió mientras se ponía el saco.
-Entiendo que con Luzu nunca hubo vuelta atrás, que jamás se arreglarían las cosas y todo sería como antes pero... ¿De verdad? ¿Shadoune? -cuestionó serio.
El azabache se encogió de hombros- Tengo una vida llena de comodidades, además, me ama y me respeta.
-Tú no lo amas... -dijo serio.
El mexicano se quedó callado- Me esforcé en amarlo pero no pude.
-Te estas haciendo daño, chaval... -dijo con pena.
Quackity soltó un suspiro y de forma tranquila se acercó al balcón que había en esa habitación, la fresca brisa del aire golpeó de manera suave su rostro, admiró la hermosa vista que tenía enfrente, desde aquella altura se podía observar el espacioso y bello jardín que poseía aquella mansión, el cual estaba adornado de sillas, un altar, flores, globos, mesas, una pista de baile, estaba muy bien equipado para una enorme fiesta con varios invitados, la mayoría eran invitados de su prometido.
-Ya no importa... Hace mucho que dejó de importarme -dijo un tanto melancólico.
-¿Por qué decidiste casarte hoy? De cualquier otra fecha... ¿Por qué hoy? -preguntó en cuanto se acercó al menor.
