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Revisaba los planos que su hermano le había entregado hace algunos momentos atrás y gracias a la breve explicación que Samuel le dió, todo parecía estar en orden.
–Bien, el ingeniero vendrá por los planos en una hora, todo esto tiene que terminar en cuatro meses... Máximo –se levantó de su asiento para servirse un poco más de café.
–¿No has estado durmiendo bien? –preguntó confundido.
El mayor negó haciendo ligeros movimientos de cabeza– He estado teniendo algunas pescadillas... –sonrió levemente.
–¿Pesadillas? –se dejó caer sobre el respaldo de su asiento– ¿Qué pesadillas? –cuestionó curioso.
–Ummm –musitó pensando en sus palabras– Supongo que tienen que ver con mi accidente –respondió sin darle mucha importancia al asunto.
Había estado intentado hacer lo que su pareja le aconsejó, no darle importancia a esos recuerdos y no presionarse, y Borja actualmente se encontraba muy distraído en su presente, ignorando aquellos recuerdos que lo perseguían.
Pero Vegetta no lo ignoró, desde que Quackity apareció en sus vidas de nuevo, no ha podido ignorar el hecho de los recuerdos perdidos de Luzu y vive con un miedo de que los recupere y decida dejar todo lo que ha construido, lo que ha logrado, lo que ha conseguido, solo por aquel traidor.
–¿Estás recuperando tus recuerdos? –preguntó intentando disimular su pánico.
–Supongo –se encogió de hombros.
Pero la conversación fue interrumpida por un mexicano que dejó caer una charola de aluminio qué contenía algunos bocadillos, sus ojos estaban abiertos a toda su extensión y sus labios estaban entreabiertos, queriendo decir algo pero su cabeza no procesaba las palabras.
–¿No sabes tocar la puerta? –preguntó frunciendo el ceño.
–Sam... –llamó el castaño pero el azabache solo puso los ojos en blanco.
–Yo-Yo –carraspeó la garganta– Lo lamento –se agachó para recoger los bocadillos qué había tirado.
El corazón del mexicano estaba latiendo rápidamente, como si hubiera corrido un maraton o lo hubiera perseguido un perro callejero por una manzana entera. Luzu se lamentó de la pequeña situación de su empleado y se acercó a él para ayudarlo a recoger los bocadillos, pero cuando se agachó a la misma altura que el azabache, éste ya había terminado de colocar los estropeados bocadillos en la charola, luego levantó la mirada, de esa forma encontrándose a tan solo unos centímetros del rostro de su jefe.
Los rubíes y los marrones se conectaron y ambos sintieron una corriente eléctrica por todo su cuerpo. El hermano menor del castaño no iba a permitir que Luzu tuviera ese tipo de interacción con aquel chico, no después de enterarse qué está recuperando sus recuerdos, por lo tanto, se levantó de su asiento para poner cualquier excusa por más estúpida que sea para que ambos tomarán su distancia, pero antes de dar un paso para acercarse a ellos, un chico de mechón amarillo apareció en la puerta. La sonrisa que tenía en el rostro decayó al visualizar el como su novio miraba a ese secretario pero lo más extraño, es que en lugar de molestarse como las veces anteriores con las secretarías... Sintió una gran pena.
