Capitulo 14: Ivanna

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Alla

Estoy en shock. Lo que ha pasado hoy es algo que no puedo creer que haya hecho. Soy una asesina. Nunca pensé que algún día me vería en una situación así, nunca.

El dolor en mi cuerpo es insoportable, la sangre de mi nariz llega hasta mi boca, pero lo que siento en mi interior es aún peor. La tristeza me abruma, las lágrimas corren sin cesar por mis mejillas y no puedo controlarlo. Mikhail está ahí, solo mirándome, en medio del bullicio de gente que se empieza a esparcir, veo como unos hombres toman el cuerpo sin vida de Larissa, la toman como si fuera un saco de mierda sin valor ni importancia.

¿Cómo le cuento a mi familia lo que he hecho? Mis padres siempre han sido defensores de la no violencia. Siempre me enseñaron que hay diferentes maneras de resolver un problema y hoy, con este acto, he decepcionado a todos ellos. Incluso mi hermano, que tanto confía en mí, ahora se sentirá decepcionado, pero como les haré saber que también debía luchar por mi vida.

Intento salir del lugar, pero las fuerzas me fallan. Mikhail me detiene y me agarra con fuerza impidiendo que la debilidad de mi cuerpo me haga caer al suelo.

Mikhail me carga en sus brazos con fuerza, y me saca del terrible lugar donde lo hice. Quiero pedirle que me suelte, que me deje sola para llorar y tratar de entender todo, pero no tengo fuerzas para hacerlo. Cada vez que intento gesticular siento un dolor punzante en mi rostro y lágrimas corren sin control por mis mejillas.

Con cuidado, Mikhail me mete en una camioneta negra y me acomoda en el asiento. Miro hacia afuera, hacia un paisaje desolado, sin poder procesar lo que acaba de suceder. Todo parece una pesadilla, que no puedo despertar.

El auto avanza a través de calles desconocidas, sin decir nada, sin preguntarme cómo me siento. Supongo que no necesita hacerlo, porque a nadie le importa como estoy.

Sigo mirando hacia afuera, perdida en mis pensamientos y mi dolor. Quiero desaparecer, que todo esto no sea real. Pero sé que no es posible.

El auto se detiene en una zona de edificios altos, que parecen hoteles de lujo. Los cristales de las fachadas reflejan la ciudad. Mikhail me saca del auto y entramos a un edificio de vidrio y metal, pero no presto mucha atención al lugar. Recuesto mi cabeza en su hombro, sintiendo su cuerpo tenso, pero ninguno de los dos dice nada.

Pasamos directo a un ascensor, que nos lleva a un piso alto. Detrás de nosotros vienen Sergei y otros hombres, que me miran con ojos fríos y casi indiferentes.

El ascensor se detiene en el piso indicado, y Mikhail me saca del elevador, guiándome por pasillos y puertas hasta llegamos a una habitación amplia y lujosa. La cama es enorme, con sábanas de un blanco inmaculado y cientos de almohadas. El suelo es de mármol, y en una esquina hay un sofá blanco con una mesa de centro pequeña.

El ruso me deja en la cama y se queda parado a mi lado, serio y callado. No sé qué pensar de él en este momento, pero supongo que tampoco importa. Lo único que importa ahora es que estoy viva y a salvo.

Después de un largo silencio, Mikhail se levanta y sale de la habitación, dejándome a solas con mis pensamientos. No sé qué hacer, ni qué decir, solo sé que estoy en un lugar desconocido y rodeada de personas que no conozco. Siento miedo, tristeza, rabia y dolor, todo al mismo tiempo.

Después de unos minutos, Mikhail regresa a la habitación con un botiquín en su mano. Se sienta a mi lado en la cama y coloca las cosas cuidadosamente sobre las sábanas.

Con cuidado, Mikhail me hace mirarlo a los ojos, y observo su expresión seria y sin sentimientos. Pero parece un poco más relajado que antes. Comienza a revisar mis heridas y atenderlas. Pone algunas gasas en mi nariz, donde aún sangra un poco, aún así siento un dolor punzante en mi rostro, me quejo y trato de alejarme pero el me sujeta firme, revisa el resto de mi cuerpo, asegurándose de que todo esté bien.

En la línea de fuego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora