Capitulo 21: Infiltración

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Alla

Llegamos de nuevo a la cabaña y sin pronunciar ni una palabra, salgo del auto. Me siento rota y hecha pedazos, sin entender cómo Mikhail ha podido someterme a esta tortura. Mis pies me llevan corriendo hasta la puerta de la cabaña, buscando refugio en su interior.

Entro apresuradamente y me encierro en la primera habitación que encuentro. El dolor que me consume es tan inmenso que no puedo controlar mi grito desgarrador. Siento cómo mi vida se ha desvanecido, cómo todo lo que creía conocer se ha desmoronado.

Pero los golpes fuertes en la puerta me sacan de mi desesperación. Es Mikhail, tocando la puerta con fuerza. Su presencia ahí, en el exterior, solo aumenta el caos en mi mente.

El golpeteo constante de la puerta y mi llanto agónico revolotean en el aire, creando una atmósfera irrespirable. El ruido es ensordecedor, pero la voz desconocida se filtra entre mis sollozos.

-¡Abre la maldita puerta, Alla! -escucho los gritos de Mikhail, pero en mi corazón no quiero verlo. No deseo estar en este lugar, en esta situación que me ha llevado al borde de la desesperación. No puedo creer cómo he permitido que todo esto avance, cómo he dejado que mis decisiones me arrastren hasta aquí, a este abismo emocional.

La voz de Mikhail sigue resonando en mis oídos, impaciente y urgente. Pero no puedo ceder a su llamado. Verlo, enfrentarlo, sería una dolorosa confirmación de lo mucho que he perdido y lo lejos que he llegado, olvidando todo lo que alguna vez fue importante para mí.

Con la voz temblorosa, le grito a través de la puerta:

-¡Déjame en paz, Mikhail! No quiero verte ni escucharte. Estoy cansada de cargar con tu sombra y con el peso de mis propias decisiones. -Las palabras salen de mis labios con una mezcla de furia y tristeza, reflejando el caos que siento dentro de mí.

Mikhail parece sorprendido por mi respuesta, pero no se rinde. Insiste en su intento de romper el muro que he construido a mi alrededor.

-¡Abre la puta puerta, maldita sea!

Me estremezco ante los gritos de furia de Mikhail, quien ahora se muestra enfurecido y sin control. Pero no puedo ceder, no puedo permitir que me vea en este estado de vulnerabilidad. Sigo llorando, añorando a mi familia y aferrándome a la última pizca de fuerza que me queda.

De repente, un sonido ensordecedor atraviesa el aire y mis oídos duelen con intensidad. El pomo de la puerta estalla en pedazos cuando una bala dispara a través de ella. Mi corazón se acelera y el miedo se apodera de mí, mientras Mikhail entra a la habitación con una expresión enloquecida en su rostro.

-No puedes esconderte de mí, Alla, -gruñe entre dientes, con los ojos llenos de rabia y desesperación. Me retrocedo, asustada por su reacción violenta.

-¡No te acerques!, -grito, tratando de alejarlo mientras lágrimas de miedo y confusión empapan mi rostro.

Mikhail se detiene por un momento, pareciendo dudar entre su ira y el miedo reflejado en mis ojos. Sus rasgos se suavizan un poco, pero aún así, su mirada está nublada por la desesperación.

Mi corazón se detiene cuando él se acerca rápidamente hacia mí. Retrocedo instintivamente, buscando una vía de escape, pero la pared fría detiene mi huida. El miedo se apodera de mí, dejándome sin palabras ni aliento.

Él me agarra los hombros con fuerza, sus ojos llenos de furia clavados en los míos. Nunca había visto tan de cerca la cólera en su mirada. Me doy cuenta de que me he metido en un grave problema.

Con voz ronca y amenazante, escucho sus palabras resonar en mi cabeza.

-¿Se te ha olvidado que soy el maldito líder de la mafia rusa? ¿Crees que puedes engañarme y que yo no voy a saber?.

En la línea de fuego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora