Jace Whester
Salgo de mi habitación con la cabeza llena de pensamientos y el corazón acelerado. Desde la última vez que vi a Alla, la promesa de cancelar la búsqueda resonaba en mi mente, pero la angustia de no saber dónde está mi hermana me impulsaba a seguir investigando por mi cuenta.
La luz tenue de la lámpara apenas ilumina la sala mientras me sumerjo en la oscura vorágine de información. Las pistas son escasas. Mis padres aún no saben del encuentro con el capitán de las fuerzas armadas; decidí ocultarlo por su propio bien. La seguridad que prometió el capitán al pedirnos que no fuéramos a Rusia resonaba en mis oídos.
Cada día me comunico con mis padres, ofreciéndoles palabras de aliento que apenas logro sostener. La incertidumbre se cierne sobre nosotros como una sombra persistente, y aunque el gobierno parece indiferente, sé que no puedo depender de ellos. La corrupción anida en sus filas, y la confianza en las instituciones se desvanece con cada día que Alla permanece desaparecida.
Salgo de la habitación en busca de agua, pero mi mente sigue enfocada en la búsqueda. Cada paso que doy es un recordatorio de la urgencia que siento por encontrar a mi hermana, sin importar las advertencias del capitán ni la corrupción que acecha en cada rincón.
El estridente sonido de mi teléfono me arranca de mis pensamientos. Salgo corriendo para contestar, y al revisar la pantalla, veo que es Alan, un amigo que trabaja para el gobierno de Rusia. Con el corazón latiendo rápido, contesto:
-Hola Alan, dime que tienes algo.
Alan aclara su garganta antes de hablar, y su voz resuena a través del auricular.
-Te enviaré algo a tu correo. Espero que eso te sirva de algo, -dice con un tono serio.
Un destello de esperanza atraviesa mi pecho ante la posibilidad de obtener información relevante sobre el paradero de mi hermana. Agradezco rápidamente a Alan y cierro la llamada. La incertidumbre persiste, pero este rayo de esperanza aviva mi determinación.
Me apresuro de vuelta a mi habitación, y mi computadora espera pacientemente sobre el escritorio. Con manos temblorosas, abro el correo de Alan, anticipando cualquier pista que pueda arrojar luz sobre el misterio que rodea la desaparición de Alla. Cada clic en el teclado es un eco de mi urgencia, y mientras espero que el mensaje se descargue, mi mente se llena de preguntas y posibilidades. La conexión con Rusia podría ser la clave para encontrar a mi hermana, y mi corazón late con la esperanza de que esta vez, la respuesta esté al alcance de mis dedos.
La luz de la pantalla de mi computadora ilumina mi rostro mientras observo las coordenadas dispuestas en ella. Diferentes lugares, un rastro de posibilidades que podrían llevarme a mi hermana. Bajo esas coordenadas, un mensaje de Alan destila una mezcla de esperanza y frustración:
"Estos son los lugares donde se ha podido ver mujeres con las características físicas de Alla. Creemos que ella ha podido visitar estos lugares, pero no se tiene mayor información y actualmente hemos perdido la pista".
Una oleada de emociones contradictorias me embarga. La esperanza de que Alla pueda seguir viva choca de frente con la rabia, la indignación de que el gobierno no haya hecho lo suficiente. Tomo nota de cada coordenada, cada posible rastro que pueda llevarme a ella, y las pego en la pared junto a la información que he recopilado.
La habitación se llena de un silencio tenso mientras mi mente trabaja a toda velocidad. La conexión con la mafia rusa parece cada vez más evidente, y la furia se acumula dentro de mí. ¿Cómo es posible que, a pesar de estas coordenadas, no haya más información? ¿Qué es lo que están ocultando?
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En la línea de fuego
RandomAlla Whester una psicóloga clínica quien siempre ha sido una persona amable y compasiva, pero su trabajo le ha enseñado a tener una coraza para protegerse emocionalmente, le ha llegado la oportunidad de su vida cuando le ofrecen un trabajo en una cá...