Capitulo 20: Calma antes de la tormenta

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Alla

La luz de la noche ilumina el camino mientras sigo sosteniendo a Ivanna en mis brazos. No tengo idea de hacia dónde nos dirige Mikhail, pero estamos en medio de un paisaje que parece interminable. Ivanna se remueve ligeramente en mis brazos y busca refugio en mi, colocando su pequeña cabecita contra mi pecho. Acaricio su mejilla suavemente, sintiendo una mezcla de amor y tristeza en mi corazón.

Sé que jamás podré acariciar con ternura al pequeño ser que llevo dentro de mí. La realidad de mi situación me pesa en el alma y me duele pensar en ello. Hago todo lo posible por ocultar mis emociones, debo mantenerme fuerte, pero no puedo evitar sentir un nudo en la garganta.

Sigo sosteniendo a Ivanna en mis brazos mientras el viaje continúa en silencio. Mikhail no ha dicho una palabra desde que salimos. Su actitud distante me preocupa, y ni siquiera parece estar manteniendo su círculo de seguridad a nuestro alrededor.

Después de un rato, el auto se detiene y Mikhail sale del vehículo. Da la vuelta alrededor del auto y abre la puerta del lado en el que estoy sentada. Me quita a Ivanna de los brazos con decisión y salgo del auto siguiéndole.

Nos encontramos en una ubicación remota, una cabaña solitaria en medio de un paisaje cubierto de nieve espesa. La nieve cae suavemente sobre nuestros cuerpos y nuestras pisadas se hunden en el blanco manto. La cabaña está hecha de madera robusta y envejecida, extendiéndose hacia arriba hasta el techo cubierto de nieve. La madera, gastada por el tiempo y el clima, le da un aire rústico y acogedor a la vez.

Mientras nos acercamos la puerta principal, de madera maciza, se destaca por su tamaño. Está adornada con una rústica aldaba de hierro oxidado, que parece haber soportado innumerables inviernos. Al observarla detenidamente, puedo ver cómo pequeñas partículas de nieve se acumulan en sus bordes, como si fuese un verdadero umbral hacia un mundo desconocido.

El techo inclinado, cubierto de nieve blanca, crea una estampa típicamente invernal. La nieve se amontona en los aleros, formando pequeños montículos, y las gotas de agua se deslizan desde las tejas hasta caer en el suelo con un susurro casi inaudible.

La cabaña parece encajar perfectamente en su entorno nevado, como si hubiera sido parte del paisaje desde tiempos inmemoriales.

Entro detrás de Mikhail mientras entramos al interior de la cabaña. Él se dirige a un interruptor y enciende las luces, revelando un lugar hermoso y acogedor. Mis ojos se iluminan al observar la decoración cálida y rústica que llena la sala de estar. Un sofá grande y cómodo se encuentra frente a una chimenea de piedra, donde un fuego crepita amorosamente, llenando el ambiente con un calorcito reconfortante.

Las paredes están cubiertas de madera, con estantes llenos de libros y pequeños objetos decorativos. Una alfombra mullida se extiende por el suelo de madera, invitándome a dejar mis pies descansar en ella. Un gran ventanal permite ver el paisaje nevado que rodea la cabaña, bañando la habitación con una luz suave y difusa.

Mientras Mikhail se pierde por algún lado de la cabaña, decido quedarme un momento para admirar el lugar. Me siento inmersa en una sensación de tranquilidad y protección al estar aquí. La atmósfera acogedora me envuelve y me hace olvidar, al menos por un momento, los temores y las preocupaciones que nos acechan.

Pero mi paz se ve interrumpida cuando veo a Mikhail regresar pero esta vez sin la pequeña rubia en sus brazos. Mikhail pasa por mi lado y se va nuevamente hacia afuera, sin decir una palabra. Después de unos minutos regresa cargando unas bolsas, lo sigo hasta la cocina del lugar, es amplia y luminosa. Los gabinetes y las estanterías están repletos de utensilios de cocina, platos y alimentos enlatados. Una gran isla de madera ocupa el centro de la habitación, con una encimera de mármol blanco pulido. Dos taburetes se encuentran junto a la isla, invitándome a tomar asiento.

En la línea de fuego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora