Capitulo 17: Moscú

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Alla

Hoy ha sido una mañana agitada. La casa está patas arriba mientras todos se preparan para regresar a Rusia. Las criadas van de un lado a otro, llevando y trayendo maletas, y los hombres de la mafia entran y salen de la casa como si no hubiese un mañana. Me he sentado en uno de los sillones de la sala de la mansión, tratando de escapar de todo el caos que nos rodea.

Ivanna se ha sentado a mi lado y está preguntándome cualquier cosa que se le ocurre.

-¿Has visto el patio feo? -me pregunta.

-No, no lo he visto -respondo distraídamente, mientras sigo observando la habitación.

-¿Ya no te duele la panzita? -continúa y me toca el vientre haciéndome que reaccione un poco y le ponga más atención.

-No, cariño, ya no duele.

Mis pensamientos vuelven a divagar en otro sentido mientras intento concentrarme en lo que me está diciendo. El ruido a mi alrededor es ensordecedor, pero aun así la presencia de la pequeña rubia hace que me sienta un poco más en paz.

Uno de los hombres de la mafia entra en la sala y se dirige a mí en ruso, hablando fuerte puedo sentir su malestar. Me pongo de pie para tratar de entender mejor, pero el hombre me aparta bruscamente y sigue hablando en un tono cada vez más alto.

Ivanna también se ha puesto de pie, instintivamente se ha colocado detrás de mí, mirando al hombre con temor. Me doy cuenta de que, aunque pueda parecer.

-Ya es hora de irnos, el jefe las espera en su camioneta -me toma del brazo y yo cargo a Ivanna.

Salimos de la mansión y echo un último vistazo a la mansión que fue testigo del momento en que mi bebé llegó a mi, sonrio con tristeza de solo pensar que no es mío y que debo deshacerme de él lo más pronto posible.

Nos subimos a la camioneta y nos sentamos juntas en la parte de atrás. El ruso nos mira por un momento, pero luego vuelve su atención a la carretera. El motor ruge cuando el auto se pone en marcha, y puedo sentir las vibraciones del vehículo mientras nos deslizamos por las calles.

Me concentro en la vista fuera de la ventana, viendo pasar las calles y viendo a la gente apurada en sus vidas cotidianas. Me pregunto si alguna vez seré capaz de v9lver a tener una vida así, libre y sin preocupaciones. Miro a mi lado, donde Ivanna está sentada, con un brillo en sus ojos. Ella parece emocionada por lo que está por venir, mientras que yo tengo miedo de lo que pueda pasar.

Llegamos a la pista donde estuve la última vez que fui al campamento de la Bratva Roja. De las otras camionetas que nos siguen, los demás miembros de la organización bajan, listos para el viaje.

-Estamos aquí -dice el ruso, en tono seco. -Bajen y no se alejen demasiado. Está oscuro y es fácil perder el camino.

Nos bajamos de la camioneta y nos unimos al resto del grupo. El avión está a cierta distancia, y empezamos a caminar en silencio. Puedo sentir mi corazón latiendo con fuerza mientras nos adentramos en la oscuridad.

Mientras caminamos, puedo sentir la tensión entre nosotros, la sensación de que algo malo puede suceder en cualquier momento. Debo mantenerme tranquila, no puedo dejar que mi miedo me controle.

Finalmente, llegamos al avión privado de Mikhail. Las luces iluminan la noche y las voces de los miembros llenan el aire. Me siento en tensión, esperando lo peor, pero por el momento, todo parece estar en calma.

Subimos al avión y me dirigen a mi asiento en la fila delantera, frente a Mikhail, quien sostiene a Ivanna en sus brazos. Los miembros de alto rango de la mafia toman sus lugares en los asientos de adelante, mientras que aquellos de menor rango se sientan en la parte trasera.

En la línea de fuego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora