Capitulo 12: Unión

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Alla

En la mansión de Mikhail, me sorprendió ver como todo estaba hecho un caos. Empleados y mucamas iban de un lado a otro haciendo reparaciones y limpieza en la casa. No había duda de que una gran fiesta se iba a celebrar pronto.

Oksana caminaba por la casa, ordenando a todos lo que debían hacer. Yo rodaba los ojos cada vez que la veía, no me caía bien, siempre estaba dando órdenes de una forma autoritaria.

De repente, Mikhail se acercó a mi lado y me dijo en un tono serio:

-Deja de torcer los ojos de ese modo, uno de estos días vas a quedar visca.

El intento por torcer los ojos a lo que dijo quedó en el aire. Él se acerca y me dice en voz baja:

-Vamos a mi habitación- asiento, aunque me pone un poco nerviosa al recordar la noche anterior.

Llegamos a su habitación y él me indica que me siente en uno de sus sillones. Toma el teléfono y comienza a hablar con quien sabe quien, no le pongo atención y no puedo evitar distraerme, en lugar de prestar atención, mi mente divaga en mis pensamientos.

Mis ojos se nublan y se entristecen cuando pienso en mi familia y la distancia que nos separa. Me siento sola y añoro estar con ellos, como lo hacía antes.

Mikhail se da cuenta de mi tristeza y pregunta:

-¿Que pasa, Alla?- Trago saliva y respondo:

-Sólo pensando en mi familia, me siento un poco nostálgica.

Mikhail camina hacia el asiwnto que esta al lado de mi y se sienta, palmea su regazo indicandome que me siente.

-Ven, siéntate aquí- Dudé un poco, pero insistió en que fuera a su lado. Me acerqué y me senté, nerviosa pero de alguna manera segura.

Mientras yo estaba sentada allí, Mikhail comenzó a acariciar mi espalda y mi mejilla con gentileza. Me sentí extrañamente reconfortada por su toque.

-Cuentame sobre tu familia.

-No hay mucho que decir, somos una familia normal-Sonrio recordando a mi madre- siempre habíamos vivido en Estados Unidos, hasta que pues yo decidí trabajar en otros lugares, mi padre nunca estuvo de acuerdo con que estudiará mentes criminales- ruedo los ojos al recordar los enojos de mi papá, me sorbo la nariz por las ganas de llorar que me causan y me pongo a pensar en que si le hubiese hecho caso, quizás no estaría aquí.

-¿Tu madre si te apoyó?-Pregunta Mikhail con curiosidad.

-Si, ella siempre ha sido mi apoyo en todo, aun cuando metía la pata, siempre me defendía.

-¿Y solo vivías con ellos?

-No, también esta mi hermano mayor, él si ha sido un poco menos rebelde que yo- Sonrió recordando lo mucho que me pedía que me portara bien.

Mikhail continuó acariciando mi espalda. Fue extraño, pero me sentí importante por una vez en mi vida. Mikhail parecía valorar lo que tenía que decir y eso se sentía bien, aunque de un modo muy pero muy diferente, me gustaba sentirme escuchada por él.

Me siento abrumada, las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos y no puedo contenerlas.

-No llores, nena- su apodo me sorprende un poco, pero me calienta el corazón.

Me siento reconfortada por él reconfortada pero también se siento un poco avergonzada por haberme dejado llevar por mis emociones. Trato de limpiarme las lágrimas.

Tocarón la puerta de la habitación y me dispuse a levantarme. Sin embargo, Mikhail me detuvo y pidió que pasaran. Pocos segundos después, Oksana entró en la habitación con un carrito lleno de platos recién preparados que olían exquisitamente bien.

En la línea de fuego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora