Capitulo 24: Lección aprendida

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Alla

Miro a Mikhail aún con mi ropa en mano y siento el temor de que alguien pueda descubrir nuestro placer culposo. Mis cabellos se erizan, El ruso camina hacia mí y le entrego la ropa, sus ojos se clavan en los micrófonos. Observo su expresión sin detectar ningún indicio de sentimientos, lo que me hace fruncir el ceño. Él saca los micrófonos de la ropa y los coloca en la mesa, con calma me ayuda a colocarme las prendas.

Después de ayudarme a vestir, sigo extrañada. Su actitud calmada ante toda la situación me desconcierta, pero no logro encontrar las palabras adecuadas para expresar mi inquietud. Antes de que pueda abrir la boca, ella me mira con una sonrisa tranquilizadora.

-Tranquila, aquí nadie puede decir absolutamente nada sobre el pakhan. Sería tu palabra contra la mía. -La afirmación, aunque me ofrece cierta tranquilidad, no logra disipar completamente la vergüenza que siento al pensar que hemos sido escuchados.

Asiento lentamente, tratando de convencerme de que su lógica es correcta. Después de todo, él ha estado en este mundo mucho más tiempo que yo y parece tener mucha más experiencia. Sin embargo, la sensación de ser juzgada y expuesta sigue pesando en mi mente, como una nube gris que empaña la calma momentánea.

Estamos listos para salir de la oficina, Mikhail me guía por el pasillo hasta llegar a la cabina de la sala de interrogatorios. A medida que nos acercamos, siento que el aire se vuelve más pesado y tenso. Puedo ver a través de la pequeña ventana cómo los dos hombres están sentados allí, esperando.

Mi mirada se cruza con la de Dominick y noto algo extraño en su expresión. Parece estar observándome más de lo habitual, su mirada fija en mí. Un escalofrío recorre mi espalda y siento como mi pulso se acelera ligeramente. ¿Será que ha escuchado lo que hice con el ruso?

Intento mantener la calma y ocultar cualquier señal de nerviosismo. Trato de recordar todas las palabras del ruso, confiando en que realmente nadie pueda decir nada. Pero la presencia de Dominick y su actitud tan vigilante hacen que la duda se apodere de mí.

Mikhail toma mi abrigo, que había dejado previamente en la mesa, y me lo pasa. Me pongo el abrigo rápidamente, trato de mantener la compostura frente a los dos hombres que nos observan atentamente. En ese momento, el otro hombre interviene.

-Señor, ¿quiere que le hagamos algo especial a Milán ahora que está nuevamente tras las rejas?. -Mikhail niega con la cabeza.

-No, cuando regrese de Italia, me encargaré personalmente de él. -Su voz es firme y sus palabras, cargadas de autoridad, resuenan en la habitación, dejando claro que Mikhail no dejará impune nada que lo afecte directamente a él y a la mafia rusa, luego, su mirada se dirige directamente hacia Dominick. -Y tú, envíame todas las grabaciones. -Le indica, la tensión en la habitación aumenta en ese instante; siento una mezcla de alivio y preocupación.

Dominick asiente y toma nota de las palabras de Mikhail. Sus labios se tensan mientras su mirada se encuentra con la mía brevemente, antes de enfocarse nuevamente en su tarea. Parece entender que, frente a las órdenes de Mikhail, nadie se puede negar. El ruso, satisfecho con la respuesta de Dominick, me mira con seriedad y me indica que es hora de irnos. Me siento aliviada de que haya intervenido y de que tome las precauciones necesarias para asegurarse de que nuestras acciones no sean reveladas.

Mientras caminamos hacia la salida de la sala de interrogatorios, sigo sintiendo una mezcla de vergüenza, al recordar nuestra sección fogosa expuesta al oído de esos dos hombres y alivio, al saber que Mikhail está tomando el control de la situación.

*******

Mikhail

Me encuentro en mi oficina, con la mente enredada en una maraña de emociones y pensamientos. Debo encontrar la forma de darle una lección a Alla por lo que hizo, pero sin hacerle daño al hijo mío que lleva dentro suyo. No puedo permitir que me siga engañando impunemente, Necesito encontrar una forma de hacerle entender que no se puede jugar conmigo, que no me puede mentir y menospreciar sin consecuencias.

En la línea de fuego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora