sinceridad

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Margo

Parker tenía la mandíbula apretada y los músculos tensos, yo debería estar asustada o incómoda pero no lo estaba... Más bien me daba risa su cara.


La mitad del trayecto a mi casa lo pasamos en puro silencio ni siquiera la radio quiso encender.

— ¿Quien era esa chica con la que estabas en la fiesta?

El ni siquiera me miro y tampoco me respondió lo cual me molestó bastante.

— Imbécil, — Chasquee los dedos para que me prestará atención — Te pregunté quién era esa chica.

— Y yo me quedé callado porque no quiero hablar contigo. — Respondió muy serio, está vez no habían ni sonrisitas y mucho menos la miradas de reojo.

— Pues te jodes porque yo si quiero hablar. — El puso los ojos en blanco otra vez y yo me dediqué a hablarle sin importar si me escuchaba o no — ¿Por qué le haces eso a Angie? Pensé que te gustaba. ¿Te cuento un secretito?

El no me respondió pero asumí que su silencio era un si, me acerque a él y le susurré aunque no era la gran cosa porque nadie nos estaba escuchando.

— Angie y Vero hicieron una apuesta para ver quien se enculaba más de quien, si tú de Angie o ella de ti — Solté una risita y me volví a mi asiento — Angie perdió porque se enculo de ti en una semana y por lo que yo ví hoy tú no sientes nada por ella.

El seguía sin responderme así que asumí que está era la hora de la sinceridad.

— Yo opino que si no quieres a una persona y la vas a engañar para eso no estés con nadie, si estas tan podrido para no saber respetar a la persona que supuestamente quieres ¿Cómo saber si confiar en ti?

El soltó un suspiro y por fin se digno a hablarme.

— Voy a terminar lo que sea que tengo con Angie.

— ¿Por qué?

— Porque sabía lo de la apuesta, Margo. Santiago las escucho hablando y me lo dijo.  Creo que no me gustó que hicieran eso y por eso tuve lo que tuve con Angie. — Su sinceridad en serio me dejó en shock.

¿En serio lo supo todo el tiempo?

— ¿Y por eso le estabas comiendo la boca en una de las aulas?

El se giró un micro segundo para verme a la cara y una media sonrisa adorno su cara.

— Entonces si fuiste tú la que estaba espiando.

— Pues claro que fuí yo, hasta me dijiste “Cuidado con lo que ves” — Intente imitar su voz pero no me salió muy bien.

El se estaba riendo de mi y eso solo hizo que yo también me riera.

— No estaba muy seguro si habías sido tu, solo te quería meter miedo.

— Y lo conseguiste, cuando llegue a mi casa me dolía la cabeza de tanto pensar.

— Creo que deberías recostarte un rato, estás muy borracha.

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