– Lo que pasa es que... fue... –como que estás dudando mucho, ¿no, "querida"?–
– También estoy aquí por si no lo notaron. –ambas volteamos a ver a Mark al mismo tiempo, ciertamente el protagonismo lo habíamos tomado nosotras, y entiendo muy bien que él se sintiera algo incómodo, pero... ¿TENÍA NECESARIAMENTE QUE INTERRUMPIR EN ESE MOMENTO? Sara fue salvada por "la campana", como pasa en las películas o novelas en las que un personaje está a punto de revelar una verdad trascendental en la historia y ocurre un imprevisto que lo detiene.–
– Lo siento, Mark tiene razón, ya habrá tiempo de conocernos, ¿no? Voy por los muebles... –qué conveniente–
– No, yo iré por ellos, pueden seguir hablando mientras los traigo.
– No te preocupes, Sara está en lo correcto, ya habrá tiempo de conocernos... –no te librarás tan fácil de mis preguntas–
Finalmente, los tres nos dirigimos a un cuarto que según yo recordaba, era utilizado para huéspedes, de hecho me quedé ahí un par de veces en las que se me hizo tarde para volver a casa, y mis padres estuvieron de acuerdo. Había ahí unos cuantos muebles, ya que otros ya estaban en su lugar. Reconocí algunos, entre ellos, una mesita pequeña que solía estar en la sala con un collage de fotos.
Mark se ocupó en llevar los muebles más pesados y colocarlos en los lugares apropiados, mientras yo llevaba cosas más livianas y Sara sacaba la vuelta lamentándose tras habérsele quebrado una uña.
#Narra Mark
La verdad es que cuando conocí a Sara en New York, me pareció una buena persona, y no es que no lo sea, pero me ha decepcionado su comportamiento últimamente, nunca se había puesto tan "cariñosa", empieza a hartarme. Luego de coqueteos descarados por parte de esa... chica, y una revisión total que hice del lugar, acabamos, quería asegurarme de no tener que volver, al menos que ella no usara el pretexto de algún arreglo faltante para llamarme. Me lo había tomado como un juego más que como una responsabilidad, me gustaba la idea de darle celos a Jessy, pero creo que es suficiente, para todos.
Lo que me preocupaba ahora era ella, en ese preciso momento. Había tenido un comportamiento tan extraño, bueno, ella es algo extraña, pero todo se puso más raro desde que vinimos a esta casa y, aunque inicialmente pensé que eran los celos quienes se habían apoderado de ella, algo me dice que hay otra cosa. De todas maneras, dudo que si le pregunto, me cuente, tal vez le pasó algo esta mañana, si no quiere decirme, por lo menos haré que lo olvide por un momento, y creo que ya sé cómo lograrlo.
– Todo listo, ¿conforme con nuestro servicio? –pregunté a la dueña de casa, rogando que la respuesta fuera positiva–
– Pues... –miró con detalle como buscando alguna excusa para citarme otro día, al menos así lo sentí, no se sorprendan de mi autoestima– creo que sí, de cualquier manera, puedo llamarte, ¿no?
"NO NO NO NO" –Sí, claro, siempre que no esté ocupado.
– Si quieres puedes quedarte a comer... –si mi estómago hubiera tenido vida propia habría dicho que sí, pero sentía la necesidad de salir ya de ahí para poder tranquilizar a Jessica, que se veía demasiado pensativa a ratos–
– Eh... la verdad, n-no sé –mi atención estaba en ella, en Jessica, como siempre–
– No hay problema si quieres quedarte, hazlo, pero yo debo irme, tengo cosas que hacer... –por fin pareció reaccionar, pero no me gustó el tono que ocupó, y sobre todo porque sentí que mentía, ella misma me dijo que los domingos inusualmente tiene algo que hacer–
– Quédate Mark, te va a gustar lo que preparé... –¿es mi impresión o esta chica no está hablándome de comida?–
– Lo siento mucho Sara, seguro puedes llamar a otra persona para que te acompañe a... comer, pero yo tengo que irme con Jessy, está un poco enferma.
– Por mí no te preocupes, estoy perfectamente.
– Yo te traje, yo te llevo. Además, antes de entrar te pusiste muy pálida, ¿qué tal si te desmayas en el camino?
– Como quieras... –Jessy caminó hasta la puerta y se despidió de Sara verbalmente–
– Adiós, espero que todo haya quedado a tu gusto. –me despedí lo más rápido que pude permitiendo un corto beso en la mejilla, era demasiado obvio que algo ocultaba Jessica–
Cerré la puerta por fuera viendo por última vez a una perpleja Sara, y troté en dirección a Jessy, quien ya se encontraba caminando a unos cuantos pasos fuera de la casa.
– No sé cómo caminas tan rápido si eres tan pequeña –dije cuando finalmente llegué a su lado, respirando agitadamente–
– ¿Perdón?
– Oh vamos... sabes que eres pequeña.
– Cállate.
– ¿Qué demonios te pasa?
– Nada.
– Está bien. –una vez oí que si te portas un poco indiferente con las chicas, te vuelves instantáneamente más atrayente para ellas–
Jessy camina rápido, pero esta vez su velocidad era un poco mayor, como si solo quisiera perderse, desaparecer, realmente no entiendo. De todas maneras, si seguía así, seguramente sí iba a perderse. Yo apenas lograba ir a la par con ella y no, no me hablaba, ni siquiera me miraba, su mirada estaba fija adelante, no sé hacia dónde íbamos, ya no reconocía las calles, pero la seguí, es como si hubiera sido hecho para eso, para seguirla, únicamente espero que ella sí sepa dónde estamos.
– Aquí era hacia la derecha, ¿verdad? –de pronto se detuvo y me dijo eso, supongo que es una broma–
– ¿Qué?
– No me hagas perder el tiempo, tú te sabes el camino, vamos bien, ¿verdad? –¿qué demonios se supone que haga ahora?–
– Claro que sí. –espero que todo salga como acabo de planearlo, esto sencillamente puede salir bien o mal– Es por aquí, ven.
– ¿Estás seguro? –no, no lo estoy, ni siquiera sé dónde estamos, pero puedo hacer que eso resulte a mi favor–
– Sí –la tomé de la mano ya que, con su inseguridad, no habría caminado por sí sola–
Alcancé a ver que unas 10 casas más allá, no habían más, había una especie de terreno abandonado, pero que se mantenía bien, es decir, nadie parecía habitar allí, pero de seguro tenía dueño, porque el pasto estaba corto y regado, como esos céspedes verdes de película norteamericana.
– Mark, ¿estás seguro de que es hacia allá? No recuerdo que hayamos pasado por esa área verde –pero lo haremos ahora, cariño–
– ¿Acaso no puedes solo confiar en mí? –seguí guiándola sin soltar su mano hasta que llegamos al lugar y me puse frente a ella–
– Es que... yo antes...
– No importa lo que pasó antes... –la interrumpí– Quiero ser tu presente, Jessica, déjame serlo.
– ¿Estás demente? ¿Por qué estás diciéndome esto?
– Porque yo sí sé apreciar los pequeños y preciosos momentos que la vida me da –tomé con ambas manos las suyas y las apegué a mi pecho–
– Comienzas a asustarme –apartó sus manos y se volteó con la intención de irse, pero alcancé a tomar su muñeca otra vez, y en un movimiento rápido, la acerqué a mí–
– Lo que te asusta es lo que sientes cuando estás conmigo –nuestros ojos se encontraron y recordé esa primera vez que me acerqué a saludarla–
– Estás loco –intentó mostrarse firme, pero los nervios la traicionaban, era débil cuando estaba conmigo–
– Sí, pero no más que tú.
Tú puedes, Mark, es ahora o nunca. Elijo que sea ahora.

ESTÁS LEYENDO
Señorita Smith
Teen FictionLas decepciones amorosas son de esas cosas que no pasan de moda. ¿Quién no ha sufrido por amor? Yo sí, y Jessica también. Jessica Smith es una adolescente de 17 años que tiene el corazón roto. Aunque tuvo un novio, sus experiencias amorosas no han...