Capítulo 31: Nadie dijo que sería fácil.

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Mark inhaló y exhaló profundamente para darse fuerza. Si bien lo que iba a contar era parte de su pasado, no era fácil contárselo a su novia, no era algo que le enorgulleciera después de todo. Pero había prometido no tener secretos con ella, eso era lo que debía hacer si quería mantener las cosas bien.

–Lucas dijo la verdad... –suspiró y alborotó su cabello– Yo era muy distinto antes, princesa.

–Entonces, ¿sí te divertiste con muchas chicas?

–Algo así. Bueno, sí. –observó la decepción en los ojos de Jessy, los cuales le quitaron la mirada, y eso, eso le partió el corazón– Pero eso fue antes, yo he cambiado mucho después de...

–¿Después de qué? ¡No te detengas!

–Después de la muerte de mi mamá, preciosa. –ese par de ojos color miel, sus favoritos, volvieron a mirarlo atentamente, y supo que debía continuar– Tenía una vida tranquila desde pequeño, quizás demasiado. Papá trabajaba mucho y mamá era muy sobreprotectora. Cuando tuve 13 años, me puse un poco rebelde y comencé a salir hasta altas horas de la noche con chicos para nada sanos. Me introdujeron en el mundo de las peleas clandestinas, y resulté ser muy bueno. Mamá sufría mucho, no dormía de la preocupación de no saber dónde estaba, la vi llorar muchas veces. A veces yo llegaba ebrio o golpeado y era muy duro para ella. ¿Por qué lo hacía? Supongo que porque mamá me cuidó demasiado en mi infancia, me ahogó, y quería saber lo que se sentía, quería conocer, experimentar. Y claro, parte de eso era conquistar la mayor cantidad de chicas que pudiera y luego dejarlas. Eso me hacía sentir diferente, vivo, pero no feliz, ni completo, porque estaba dañando a los que de verdad me querían. Yo estaba fuera de control, probé drogas, cigarrillo, alcohol, pero nada me gustó lo suficiente como para hacerme adicto, por suerte. Pero, no sabes, mi vida se derrumbó cuando supe que a mamá le habían diagnosticado cáncer. Es cierto que me porté mal con ella, pero jamás habría deseado eso para ella, nunca dejó de importarme, aunque no se notara. Es solo que cuando entras en la adolescencia te confundes un poco, qué digo un poco, te confundes muchísimo y pecas de inexperto. Cuando supe lo de su enfermedad, comencé a dejar de hacer ciertas cosas, pero aun así a veces salía y me emborrachaba para olvidar que mamá iba a morir. Mamá me pedía que dejara las peleas pero no lo hice, y empecé a utilizar el dinero que ganaba en ellas para cubrir gastos de su enfermedad.

–Vamos, sigue, tú puedes. –le dijo ella tomando su mano, después de observar una lágrima asomarse en su ojo derecho–

–Era difícil salir de eso, porque mis "amigos" me seguían buscando. Siempre estaban llamando para invitarme a beber, o a estar con chicas. Dejé de jugar con chicas después de que un idiota lo hizo con July, pero no faltaban las chicas que se me acercaban y se dejaban usar por una noche, sobre todo después de las peleas. Cuando mamá finalmente murió, pasaron años en los que seguí en esos pasos, no me gustaba tener tiempo para recordarla y recordar lo mal que me había portado con ella. Un día, Brianna, una dulce señora que papá contrató para atender la casa, se sentó y me escuchó como hace tiempo nadie lo hacía, me aconsejó y tocó mi corazón. Quise salir de todo eso y empezar otra vez, pero como te decía, era difícil estando allí. Como de milagro mi papá a los pocos meses decidió que nos mudaríamos aquí. Y lo vi como la oportunidad que necesitaba para comenzar otra vez, me propuse ser totalmente diferente, hacer las cosas bien. Y aquí estoy ahora.

–¿Cómo sabía Lucas?

–Toda la escuela lo sabía. Después de meterme en ese mundo me convertí en un chico problemático y agresivo, cuando me provocaban claro. Tuve muchos problemas con Lucas de hecho, nos golpeamos en más de una ocasión, chocábamos porque ambos queríamos ser algo así como "El Rey" de la escuela. Ahora me siento bastante culpable por haber jugado con chicas que no lo merecían, simplemente por el placer de sentirme un conquistador. Les pedí a perdón a la mayoría de ellas antes de mudarme, algunas pudieron dármelo, otras entendiblemente no.

Señorita SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora