Capítulo 15: "Sus labios"

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Sí, pasó.

Él continuaba diciéndome que tenía que dejarme llevar, que lo que no se planeaba resultaba mejor siempre, y muchas otras cosas que no capté del todo. Cuando pensaba que no podía perderme en ninguna otra parte más que en los ojos azules de Mark, llega y se me pone a 10 centímetros hablándome con esa voz tan seductora. Y me arriesgué, porque sabía que tal vez luego me arrepentiría, pero quizás yo me iba a morir mañana, nunca se sabe, y esos labios seguramente besaban igual o mejor de lo que lucían, necesitaba comprobarlo.

No sabía si hacerlo iba a ser tan fácil otra vez, así que aproveché la oportunidad, exacto, yo. Subí mi mirada fijamente a sus ojos por unos segundos en tanto él seguía diciéndome quién sabe qué cosa, y fue suficiente acercarme solo un poco para acabar con esa pequeña lejanía.

Lo besé, puedo jurarles que recuerdo cada detalle. Lo grandes que lucían sus ojos en el momento en el que rocé sus labios, él no se lo esperaba, y la verdad, yo tampoco. Inicialmente estaba muy nerviosa, pero al cerrar los ojos me relajé y comencé a disfrutarlo, él también lo hacía, me estaba besando, ¡nos estábamos besando! Más que comprobado, sus labios besan mejor de lo que lucen. Sentí una electricidad recorrer mi cuerpo, una agradable sensación, eso no lo sentía hace tanto tiempo, creo que eso es lo especial de Mark, me hace revivir cosas bonitas, pero que lamentablemente vienen con cosas no tan bonitas, porque él es el único que me hace sentir que vuelo, así como sentía con Lucas. Reconozco que con Lucas no todo fue malo, a él lo podré superar pero nunca olvidar, fue mi primer novio en serio, y todo era perfecto al principio, pero la relación se deterioró, es todo.

El problema es que cuando se me vino la imagen de Lucas a la cabeza y miles de flashbacks, me alejé de Mark, acabando así el beso que tanto había costado darnos. Pero al menos ya había probado su boca, y en ese momento eso era impagable.

Me sonrojé, posiblemente, como nunca antes, y giré mi mirada hacia la ventana para no mirarlo, le debía mucho a esa bendita ventana. Él se limitó a mirarme sin salir completamente del asombro y luego soltó una pequeña risita.

– ¿De qué te ríes? –me atreví a mirarlo y su cabeza estaba inclinada–

– Es que… –levantó su cabeza, me miró, me sonrió, y sus ojos brillaban como dos estrellas– no sé, Jessy… tú, yo… ¡no sabes! Fue el mejor beso de toda mi vida. Espera… ¿es esto real? –rió y comenzó a acariciarme logrando hacerme sonreír–

– Ya, basta, no tengo 15 años, no me creas tan ingenua como para tragarme eso –traté de sonar divertida para tapar mis nervios–

– Es tu problema si me crees o no, y yo, ¿qué tal estuve?

– No hay nadie más idiota que tú. –sonreí inevitablemente– Espero que esto no te suba el ego, solamente tenía que callarte de alguna forma, no dejabas de hablar, peor que un loro.

– Sí, cómo no –rodó los ojos–

– Yo creo que mejor nos vamos a casa, no está permitido estacionar acá.

– ¿No me vas a callar otra vez? Tengo muchas ganas de hablar –se acercó de nuevo–

Señorita SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora