Capítulo 22: "Por eso me encantas"

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Me deleité mirando sus ojos color miel, solo mirándolos con la privilegiada cercanía que yo tenía, pude notar un pequeño tinte verde en ellos. Definitivamente quería ver esos ojos todos los días de mi vida.

Podía sentir su corazón latir más rápido de lo normal, podía sentir cómo temblaba. Un viento agradable nos acompañaba, este hacía que parte del cabello de Jessy se levantara, haciéndola ver más linda todavía, aun cuando pensé que eso no era posible.

Ya no resistía, la besé, la besé porque era lo que más deseaba, la besé porque con ella me siento tan vulnerable, la besé porque ella logra sobrepasar mi límite de autocontrol, por eso y más, la besé. Sus labios tienen el sabor más adictivo que pueda existir. Y ella, ella también me besaba, era uno de esos besos que le das a quien has extrañado demasiado.

La acerqué más a mí, necesitaba comprobar que todo era real y no otra utopía. Ella rodeó mi cuello con sus brazos, pasando sus dedos por mi cabello, no era solo yo el que disfrutaba. Todo iba bien.

–¡¿QUÉ HACES?! –me empujó de pronto con brusquedad y se limpió los labios–

–¿Qué hago? Estoy disfrutando, ESTAMOS disfrutando.

–¡Eres un aprovechado!

–No, no pienses eso, nosotros llegamos hasta donde ustedes nos permiten.

–Sí claro... por eso hay tantas violaciones...

–Bueno, vámonos.

–¿Adónde?

–A buscar el camino a casa, Jessy... –sonreí ante su cara de duda– No tengo idea de dónde estamos.

–¿Es broma?

–Saliste casi corriendo de la casa de Sara, no me hablabas, no me mirabas, yo solo te seguí, y cuando me preguntaste, fingí saber para traerte aquí un rato.

–Doble aprovechado.

–Es temprano, si logramos encontrar el camino antes de que oscurezca, te invito a comer. –pronunció su cara de duda, se veía tan tierna– ¿Qué? Yo tengo hambre.

–No puedo creer que pienses en comida cuando estamos perdidos.

–Cálmate y vamos, preguntando se llega a Roma –pasé mi brazo por sus hombros y la hice caminar–

Después de alrededor de una hora caminando y preguntando, llegamos al centro comercial de Sydney, pero lo mejor no es eso, lo mejor es que Jessy lucía más contenta, no estaba tan ensimismada. Mirando y mirando encontré un restaurant que me pareció elegante, digno de mi acompañante.

–Entremos aquí.

–¿Estás loco? Nuestro atuendo no es el mejor por si no te has dado cuenta.

–¿Y? No creo que nos echen.

–¡Todo el mundo va a mirarnos!

–Tal vez –la tomé de la mano y entré sin más–

Al entrar, un olor exquisito inundó mi nariz. Había poca gente, la mayoría en pareja y uno que otro chico solo (quizás esperando a alguien), y sí, Jessica tenía razón, captamos la atención de casi todos, no pueden esperar que vistamos ropa elegante si venimos de arreglar una casa, pero claro, ellos no lo saben. Divisé una mesa en una esquina más privada y me pareció buena opción, creo que a mi querida compañera no le gustaría captar más aún la atención.

Los cristales de las mesas estaban tan limpios que cumplían la misma función de un espejo. Pude notar el lindo color que se apoderaba de las mejillas de Jessy, estaba avergonzada, nerviosa. Al sentarnos, el mesero inmediatamente nos llevó el menú.

Señorita SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora