capítulo ocho

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Hoseok

MiRan salió dando brinquitos, no avanzó más allá del pasillo cuando Yoongi le indicó que volviera a entrar a la habitación con un flojo ademán. Ella tal como autómata se giró y entró sin más.

—Escucha, mocosa, Hoseok y yo vamos a hacer algo por ti pero esto JAMÁS EN LA VIDA SE REPETIRÁ.

Gesticuló exageradamente esta última frase, abriendo los ojos a más no poder y apoyándose de sus manos como recurso para facilitarle la comprensión.

Aunque a decir verdad, ni yo entendía.

—¿De qué hablas?

—¿En serio, Hoseok? ¿Me vas a cuestionar ahora? ¡Hey, bestia! Préstame atención. Nunca más.

Ella asintió.

—Ven aquí, inútil.

Llamó Yoongi desde una esquina de la habitación. Caminé hacia él decidido a tomar el control.

—¿Qué pretendes hacer?

Pregunté entre susurros.

—Voy a follarla como si mi vida dependiese de ello y tú también. No pongas esa cara, Hoseok. Además, das pena, hermano, ya yo le hubiese bajado esa mierda que tiene en la cabeza.

Sentía mi garganta cerrarse, dolía al tragar y parecía que dentro de poco ya no podría respirar. Tenía miedo, sí, pero no voy a negar que me moría por hacerlo.

—Seré el primero.

—No te adornes, yo seré el primero y tú te jodes. Después de que yo me sirva, quizá te deje algo.

—Eres un idiota, Yoongi, tú no piensas en ella, solo estás buscando dónde meterla.

—Pues sí. Hace años que no estoy con una virgen y sería una buena recompensa por dañarme el buen polvo que estaba teniendo.

—¡Deja de ser tan animal!

Mi voz salió más elevada de lo que pensé, no quería que MiRan se sintiera mal pero cuando volteé a verla ella estaba casi dormida y no se percató de nada.

—¿Vamos a hacer algo o no? No tengo todo el día.

—Qué más dá, está dormida.

Esta vez lo dije fuerte con intención de atraerla a mi favor.

—¡No, no lo estoy!

Repuso incorporándose de un salto.

—Yoongi Oppa dijo que iba a hacer algo por mí.

—¿Desde cuando recuerdas tan bien todo, princesa? Deberías escribir todo lo que pasa por esa cabecita.

Canturreó Yoongi. Se acercó a la cama y cuando estuvo a su altura le pinchó la naríz con el dedo índice.

—¿Us–usted cree, Oppa?

—Estoy seguro. Aunque... Para estar más seguros, puedes mostrarme qué tan bien recuerdas lo que hacías con el bastardo SeokJin.

Ordenó sugestivo, con una sonrisa ladina. Parecía un depredador y mi niña un indefenso cordero.

—Sí, Oppa.

Solo eso bastó. Pude escucharlo gruñir, en mi mente se reprodujo una imagen escalofriante: Yoongi saltando hacia ella dispuesto a devorarla. Pero eso no pasaba, no aún.

MiRan deslizó su mano por el pecho de Yoongi, los ojos le brillaban mientras examinaba el área y se detenía sobre su hombro, allí dejó reposar su mano mientras él lucía extasiado por la ínfima caricia. Aquellos orbes resplandecientes por la curiosidad se detuvieron en su nuez, sus labios no tardaron en tomar ese lugar y llenarlo con delicados roces. El mayor cerró los ojos dejándola hacer.

Sí, Oppa [Resubiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora