capítulo veinticinco

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Una especie de letargo se apropió de Taehyung. Sintiéndose bajo el agua, donde la respiración suave de MiRan y el crepitar de la marea se volvió una melodía envolvente. «Sumérgete en ella». La poesía se esfumó antes de consolidarse; el sonido del mar perdiéndose.

—¡Despierta, TaeTae! ¿Puedo darte un besito? ¡Vamos, vamos!

Negarse no serviría de nada, pensarlo, tampoco. Si en esta vida existe la perfección, su única descripción sería MiRan y su sonrojo; MiRan y sus labios fruncidos esperando por un nuevo contacto; MiRan y encontrar su hogar. La fraternidad y sus límites lo traían sin cuidado. Allí en su destino paradisíaco le aguardaba la solución a cada pena. Y la tomó. La tomó con furia precisamente porque esa absolución le fue negada toda la vida. Tornando la gracia que no merecía en un infierno ardiente.

Con esa actitud mezquina y una fiereza impropia suya, se despojó de la camisa y se puso de pie. MiRan se alejó permitiéndole salir de la cama.

—Mi preciosa niña.

La voz gutural emergió a la superficie acompañada por sombras bailando en sus ojos. MiRan temió esa inesperada reacción y se encogió en su lugar esperando una reprimenda.

—Bájate de mi cama —exigió Taehyung.

MiRan tropezó y cayó en el piso con los cobertores a sus pies. Intentó recomponerse, pero la nueva afirmación del mayor la detuvo.

—Perfecto. Eres perfecta, mi niña.

Incluso pasmada ante el halago, logró percibir una connotación muy oscura en las palabras de Taehyung.

—¿TaeTae? ¿Por qué estás molesto ahora? No hables así de feo —gimoteó.

—Mi bebé, ¿quieres hacerme sentir mejor? ¿Quieres que ya no esté triste? Me pone triste que no me digas Oppa, también que aún lleves toda esa ropa puesta.

MiRan no se atrevía a verlo, por lo tanto, se guiaba por el timbre de su voz convertida en una melodía hipnótica. Quería complacerlo porque aprendió que eso hacían los hermanos. Taehyung se puso a cuclillas. Ella observó sus firmes piernas flexionarse dentro de los pantalones de chándal, dejando un espacio entre estas para su cuerpo. Los dedos ásperos se afirmaron en su barbilla, obligándola a verlo a los ojos.

Una emoción extraña recorrió a la chica cuando Taehyung sacó su lengua a dar un paseo sobre su propio labio inferior, ella se preguntó cómo se sentiría besarlo.

Él, por su parte, le examinó el ceño fruncido y los turgentes labios temblando. En un reto sin verbalizar se encargó de disminuir la distancia entre ambos, cada centímetro menos aumentaba, a su vez, las ganas de concretar ese beso. La niña no se resistió y subió las manos hasta sus sólidos pectorales desnudos.

—Baja esas manos, chiquita.

Como era de esperarse, obedeció. Taehyung la sujetó por la nuca con la mano izquierda mientras que la derecha permanecía en la base del cuello, donde valiéndose de una suave caricia, podía sentir su piel tibia y el pulso acelerado. Dejó una serie de besos minúsculos alrededor de su rostro, invitándola a querer más. Le dedicó un beso esquimal que la llevó al borde de la desesperación, pero sin hacerla perder la posición que Taehyung exigía de ella: confianza en su estado más puro.

—Por favor, por favor, por favor.

Su cercanía no permitió que el susurro desesperado de MiRan se perdiera, y Taehyung accedió. Invadió su boca a través de un beso con sabor a canela, llevándola tan lejos como pudiera. Dentro de ambos una llamarada los guiaba a encontrarse de una vez por todas, colisionando sus bocas como si necesitasen del otro para respirar, hasta que ella se encargó de cortar el enlace.

Sí, Oppa [Resubiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora