—Nam... Dame un besito. Después podemos ir a dormir.
El nudo en la garganta de Kim Namjoon no le dejó seguir respirando con regularidad. Conocía esa expresión en el rostro de la menor e imaginaba lo que vendría a continuación.
—¿No vas a darle un besito, Nam?
Insistió Yoongi burlándose.
—¿Estás disfrutándolo, Yoongs?
Este contagió a Hoseok y comenzaron a reír sin tener motivo alguno, solo para disipar la histeria.
Namjoon besó la mejilla de MiRan, más no sería suficiente.
—¡En mi boca!
—Deja de fingir, hermano.
SeokJin habló despreocupado.
—Hicieron más que eso. ¿Necesitas privacidad? ¿Por qué tan tímido? Deja de hacerla llorar y bésala para que duerma.
—¿Qué tienen todos en la cabeza? No entiendo qué pasa.
Está claro que Jimin no interpretaba la extraña tensión sexual flotando sobre sus hermanos. Si el velo del pudor fuese retirado, todos coincidirían en un simple hecho: MiRan había aprendido un hábito de los mayores que no sería fácil de suprimir. ¿Es aberrante? Sí. Pero ella no lo entendería, no tendría por qué entenderlo en primer lugar.
MiRan gimoteó cuando repentinamente una sucesión de imágenes envolvieron su mente, eran labios besando y manos sobre piel. Eran abrazos ardientes y humedad. Era entrega y dominio. Jadeó intentando decodificar lo que le pasaba a su cuerpo y cayó de rodillas mientras la excitación oprimía su vientre al punto de hacerla lagrimear.
Hoseok tuvo un deja vú y reconoció la escena. Solo un par de semanas atrás no lo entendió, pero esa tarde se agitó en su asiento y juró que no lo detendría nada. Tal declaración era alarmante para el auge de su —ya de por sí descarrilada— familia; los dos hermanos del rol protector haciendo prosperar una confabulación así de atroz.
De todos modos, a MiRan le pesaban los hombros y se inclinó sobre la alfombra pidiendo solo un poco de compasión por su fiebre. Dejó su cabello suelto y se encargó de alborotarlo al sujetar su cabeza con ambas manos presa de la frustración. Cerró los ojos ante la magnitud de vívidos recuerdos, era placer lo que sintió en algún momento y lo quería de vuelta. Se aferró a la alfombra y soltó un alarido, necesitaba algo, no obstante, aún no comprendía qué sería.
La menor solo era consciente de su intimidad goteando; se estiró como un gato ofreciendo sus caderas a los siete inmóviles espectadores. Empujó hacia adelante, luego hacia atrás. No ayudaba seguir teniendo flashbacks. Estaba desesperada por el alivio y al no encontrarlo sollozó en posición fetal.
Sus hermanos tenían una idea de qué podían hacer, pero estaban congelados ante la escena. ¿Era acaso la ola de excitación más intensa que hayan presenciado? ¿Cómo se reacciona a eso?—¡Oppa, oppa, oppa! —suplicó—. ¡Por favor!
Jadeó y suspiró, la piel tibia se le erizaba. Espasmos la recorrían hasta los dedos de los pies mientras pedía una y otra vez:
—Oppa, ayúdame.
Su voz apenas un dramático susurro.
—Ayúdame, ayúdame. ¿Sí? Oppa, por favor.
Los hermanos cayeron como piezas de dominó empujándose entre sí como reacción al morbo que los consumía. La anarquía impuesta anteriormente los dejaba hacer lo que quisieran dentro de esa casa llena de perversidad. ¿Qué limita a alguien así de corrupto? Ahora tienen un momento para decidir si es lo que todos quieren e ignorar las consecuencias o lo que pasaría después; las palabras sobraron. Había que desempeñar un papel.
Namjoon dejó a la ira inundarlo. Sabía que estaba dando la estocada final a su familia cuando arrastró a MiRan hasta el piso de arriba.
—¿Esto es lo quieres? ¿Eh?Insistió Namjoon. Furioso y excitado a la vez.¿Era acaso posible estar haciendo eso?
Lamentó dejarla caer en la cama así de brusco, quiso mantener distancia. Algo se removió en su pecho, y quizá un poco más abajo, al verla en ese estado.—¿Daddy?
Le alertó escuchar ese apodo. Hacían meses desde la última vez que lo llamó así.
—Daddy, por favor.
—Por favor, ¿qué?
—Qué. Qué. Qué.
Repitió ella, absorta en su necesidad.
—Más cerca.
Él le obedeció, agradecería saber qué pasaba por su cabeza. Apoyó una rodilla en el colchón e intentó alcanzarla con las manos. MiRan separó las rodillas como veces antes.
—¿Así está bien?
—Más. Más.Quedó suspendido sobre ella, ambos brazos a cada lado del ovalado rostro de la menor. A ella solían encantarle los besos esquimales, parecía un lindo gatito cuando sacudía su fina naríz. Namjoon besó sus labios y bebió de ellos adrenalina. Mordisqueó y succionó hasta escuchar una queja.
Escucharon pasos en las escaleras, y seis figuras acoplarse a la decoración en la habitación de Namjoon. Habían tomado una decisión y solo ella podría detenerlos.
—Daddy, tu dijiste que no podían verme sin ropa.
—Tienes mi permiso, ahora haz lo que te digo, cariño.
Namjoon sentenció el comienzo del fin mientras descubría piel pura y emprendía su camino en dirección sur. Tanteó el monte de Venus mientras seguía bajando; la lubricación se escapaba entre los labios mayores permitiéndole moverse como quisiera y dejó un beso justo ahí. Tomó prisa en su acción cortándole la respiración, su lengua atacando con firmeza el nudo de nervios destinado al placer de cada mujer. Alternaba entre ejercer presión y caricias ardientes en toda la intimidad mientras sus manos se encargaban de estimular su entrada sin intención de penetrar.
Todos vieron brillar la desnudez y la inocencia en los ojos de la chica solo los volvía más salvajes. Ella aguardaba porque confiaba en Namjoon. Eso era seguro, tanto como no poder contener sus susurros incoherentes y el ángulo agudo de su espalda al arquearse. Su cuerpo empezó a contorsionarse y varios de los presentes en la habitación conocían esos espasmos que antecedían a su orgasmo. Detonó la explosión cuando la primera intrusión en su interior tuvo lugar, pero el mayor no pretendía detenerse.
—¡Daddy, daddy, daddy!
Inició el vaivén con tres dedos sin darle tiempo a refutar, expandiendo y preparándola para él. Siguió besando, succionando y rozando con la superficie dura de sus dientes, jugaba con su boca hasta que la sintió estremecerse y los más dulces gemidos brotaron. Quería lamer todo lo que alcanzara a ver entre esas dos piernas si ella lo pedía, pero no hizo falta una palabra si MiRan aplicaba ese vaivén de caderas justo en su rostro.
La segunda vez que alcanzó el clímax fue otra alerta. Como si fuese una danza y los tres gemidos armoniosos anunciaran la entrada.
1, 2, 3;
1, 2, 3;
1, 2, 3.
Un vals perfecto.
Jungkook dió un paso al frente, lejos del rincón oscuro que ocupaba.
—Déjenme tocarla.
Namjoon levantó la cara y lo miró buscando titubeos en sus ojos. Al no hallar lo que sospechó se alejó de MiRan, ofreciéndola como nunca antes pensó hacer.
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A Namjoon lo escribió Lana del Rey, pero no en el buen sentido. Más bien en el sentido traumático.En otras noticias, para quienes es la tercera vez leyendo este capítulo, saben que "darle dos al bon-ice" es una expresión vulgar venezolana que se usa para referirse al acto sexual, el bon-ice es un helado de forma cilíndrica también conocido como "chupi" (en Venezuela se le llama así).
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Sí, Oppa [Resubiendo]
FanficRecordemos que el hubiese no existe y lo correcto en esta familia, tampoco. -Tienes mi permiso, ahora haz lo que te digo, cariño. La inocencia en sus ojos los ponía aún más enfermos, nada importaba, su atención estaba fija en la chica que empezaba...