—¿QUÉ?
Namjoon al notar lo exaltado que sonó, carraspeó y reguló su tono para no levantar sospechas.
—Lo siento, Doc, es que no esperaba que todo estuviera listo tan pronto. Voy a confesarle que me aterra exponerla a algún peligro.
Rió nervioso mientras se rascaba la nuca.
—Le repito, señor Kim, no tiene de qué preocuparse. Conozco muy bien la institución y ya están preparados para recibirla.
—¿Tratan o han tratado con alguna persona con la condición de MiRan?
—Noo.
Alargó un poco la vocal evidenciando que tenía esta debilidad.
—Peeero. Confíe en mí. Estamos haciendo lo posible para ayudarla.
Aquí trató de sonar más entusiasta, en vano.
Namjoon se alejó del auricular y suspiró cansado para después afirmar algo como: "gracias por apoyarnos", y colgar al instante. Puede comprenderse su sorpresa, en solo una semana, supuestamente, estaba listo un proceso tan complejo como matricular a una niña con esa condición en una escuela básica. Debía actuar rápido.
Unos días después de la llamada, ya Namjoon estaba llevándola a esa nueva escuela. Lucía preciosa. El uniforme color borgoña le sentaba bien y la hacía pasar desapercibida. A Namjoon no le costó notar que todos usaban el mismo uniforme; niños o chicos mayores. Este detalle le hizo mucho ruido, pero lo dejó para después.
La guió de la mano al interior de la institución. Lo recibió el directivo y los llevó hasta al área de primaria, donde conocieron a la maestra del grado, su ayudante y una psicopedagoga que se encargaría especialmente de MiRan. Él no tuvo más opción que dejarla y rezar para que aquello no fuese un terrible error y ella pudiera sentirse bien en ese lugar.
Por otro lado, MiRan era una niña muy inteligente. Así confirmaron las tres adorables mujeres que la atendieron durante parte de la mañana. Aunque un poco tímida, solo era cuestión de tiempo para que se adaptase al entorno sin mayor alboroto.
A la hora del recreo, sus compañeros salieron a saltos del salón y aunque su maestra le sugirió que podría salir también prefirió quedarse a comer en el aula, mientras la maestra corregía las actividades. Quizá su plan podría cambiar cuando un lindo niño de diez años se acerca a ella. Notó que era su compañero de puesto, quien buscaba sus cosas para seguir a los demás niños afuera. Además, no pudo evitar impresionarse por sus ojos color miel, eran muy claros y brillantes.
—¡Hola! ¿No quieres salir a comer?
—No lo creo, no conozco a nadie allí.
El niño se extrañó ante el hecho de que alguien tan alta tuviera miedo de salir a compartir con quienes eran más pequeños y no podrían hacerle ningún daño.
—Ahora me conoces a mí. Mi nombre es Young-Suk.
Dijo y extendió su mano en dirección a la chica, quien le respondió entusiasta por hacer un amigo en su primer día.
—MiRan. Prefiero comer aquí de todas maneras. ¿Me acompañas?
—¡Vale!
Y se sentó a su lado, de nuevo.
De ese modo, transcurrieron dos meses en los cuales MiRan realmente lamentaba cuando la jornada escolar terminaba. Había encontrado un amigo muy divertido en Young-Suk. Aunque se llevaba bien con sus compañeros en general, tenía mucho en común con el niño de ojos "color sol" como solía llamarlo. Les gustaban los mismos sabores de helado y veían las mismas series animadas. ¡Hasta compartían el mismo color favorito! Ella estaba más que encantada con su nueva rutina.
Por lo general, Hoseok pasaba por ella, pero se estaba demorando mucho según la percepción de la niña. Sus maestras ya estaban acostumbradas a que el castaño pasara a buscarla, por ello no se inmutaron cuando la vieron escabullirse fuera del salón. Solo habían pasado quince minutos, pero ya empezaban a salir algunos chicos de secundaria y esto la hizo inquietarse. No tenía permitido acercarse a ellos y casi entra en pánico cuando un chico mayor empezó a caminar en su dirección y en unos segundos quedó frente a ella.
Pretendió actuar casual, tomando asiento en unos bancos situados en la entrada del edificio principal de la escuela, perpendicular a la entrada y a la vista de todos, o cualquiera que transitara por allí, aunque en ese momento estaba desierta.
—¿Aún no vienen por tí?
Preguntó el chico, con un tono que no le gustó para nada. Así que le ignoró.
—Ah, por mí tampoco.
Él suspiró, soltó su mochila en el suelo y se sentó a su lado. Muy cerca. MiRan por instinto se alejó.
—¿No puedes irte sola? Yo podría acompañarte si quieres.
—No sé quién eres, así que aléjate.
En definitiva, estaba convencida de que él no era una persona amable.
—Kai, así puedes llamarme, linda. ¿Ves? Ya sabes quien soy.
Como por arte de magia, el auto de Hoseok aparcó violentamente en la entrada y MiRan fue corriendo a su encuentro. Sin percatarse de que, al correr, su falda se subió lo suficiente para darle al chico que recién conoció una "buena vista" de sus delgadas piernas.
—Perdón por tardar, es que olvidé que tenía ensayo hoy. Oye, ¿me disculpas?
—Sí, sí, Hobi.
«¿Quién era ese chico?». No dejaba de preguntarse MiRan; le asustaba. Lástima que el miedo siempre está ligado a la curiosidad.
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Sí, Oppa [Resubiendo]
FanficRecordemos que el hubiese no existe y lo correcto en esta familia, tampoco. -Tienes mi permiso, ahora haz lo que te digo, cariño. La inocencia en sus ojos los ponía aún más enfermos, nada importaba, su atención estaba fija en la chica que empezaba...