capítulo cinco

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Mordisqueé impacientemente una y otra vez la punta del rotulador rojo mientras ojeaba los anuncios clasificados del periódico de arriba a abajo, buscando un lugar para llevar a MiRan.

Tengo el suficiente presupuesto para alquilar algo decente, la compra podría tardarse mucho y no puedo darme el lujo de permitir que siga conviviendo con los chicos cuando claramente no hacen el intento de llevar la fiesta en paz. No quiero envenenarla, pero me gustaría que aprendiera a no amar a quienes no la aceptan tal y como es. Sé que es una niña apenas y sus sentimientos son puros, pero ellos no merecen tener una hermana que los idolatre como ella lo hace. Es ilógico, Jin la trata peor y más quiere acercarse a él. Desde que se ofreció a cuidarla esa noche —aún no tengo idea de qué hizo para dormirla—, ha sido su perro faldero, lo persigue por toda la casa y le pide "ayuda", tampoco sé a qué se refiere con eso. Me parece extraño que de la noche a la mañana hasta parece que la soporta, es una lástima. Ya es decisión tomada, debemos irnos. El colmo sería que Yoongi ya no le dijera "mocosa", jugaran a las muñecas y se hicieran trenzas en el cabello.

Me ajusté las gafas en el puente de la naríz, creo haber visto el sitio perfecto: un departamento de tres habitaciones, dos baños (uno incorporado en la habitación principal y el de invitados), salón, cocina y un balcón que se asemeja a una terraza. Podría funcionar. Tracé un óvalo alrededor del anuncio para marcarlo, llamé al número dispuesto en la información de contacto y pedí una cita para ver, lo que espero, sea nuestro nuevo hogar. No quiero ilusionarla si después ese sitio no nos conviene, así que iré sólo hoy mismo.

Es espacioso e iluminado por grandes ventanales, con una decoración sobria en la que predominen colores neutros se verá genial. En definitiva, este es el lugar correcto. Además, queda a solo veinte minutos de la casa, al fin y al cabo seguimos siendo familia. Traté de dejar a MiRan al margen de todo, me pone muy triste tener que alejarla de sus hermanos.

—Daddy, ¿estás triste?

Inquirió conmovida.

—No, pequeña. Vamos, ya está todo listo.

Le di su mochila púrpura y ajusté las correas. Cerré la puerta detrás de nosotros con pesar. Ya todos saben de nuestra partida pero no tendría la fuerza para hacerlo con ellos aquí. Seguro ella lloraría y no quiero que sufra. Espero estar haciendo lo correcto, de verdad solo quiero cuidarla y me aterra estar haciendo algo mal.

—Todo estará bien, Nam. Nuestra casita nueva será muy bonita y los chicos siempre podrán venir a visitarnos. No los dejarás mucho tiempo, no estés triste.

Me desconcertó el hecho de que me estuviera consolando. Es una niña tan especial. Todo esto vale la pena por ella. Me incliné hasta llegar al asiento del copiloto y abrazarla.

—No hay nada que no haría por ti, recuerda que siempre voy a protegerte y que te quiero mucho, pequeña.

—Lo sé, Nam. Gracias... Por todo.

Sus ojos se cristalizaron y sentía el escozor en los míos.

—No tienes nada qué agradecer.

Besé su frente y le abroché el cinturón. Me incorporé en mi puesto y puse el auto en marcha.

Sólo dos semanas después empecé a hacerme una serie de preguntas que me quitaban el sueño: ¿Cómo demonios se consigue una niñera? ¿Cómo cuidas solo a una niña?

Estoy a punto de colapsar, las mañanas son las más difíciles. Anteriormente, podía despertarme mientras Jin hacía el desayuno y Jungkook podía llevarla a la escuela de paso a su universidad, ahora tengo que levantarme mínimo dos horas antes para encargarme de ella. No hay quien la reciba por la tarde —como solía hacer Hoseok— al llegar de la escuela y no puedo arriesgarme a dejarla sola. Tengo que cubrir las finanzas de la casa, incluyendo su costoso colegio, y sumándole la renta, no creo que me alcance para una de esas señoras especializadas en cuidar personas con sus necesidades.

Estaba tan nervioso que me temblaba el pulso al marcar los dígitos; escuché la línea timbrar repetidas veces. En este mes viviendo por mi cuenta no he tenido mucho contacto con ellos. No voy a negar que me siento mal y que me siento como si los hubiese dejado de lado, sé que ellos también son mis hermanos pero si lo ponemos en una balanza MiRan es quien más necesita de mi. Por ellos hice todo lo que pude y saben que tienen mi apoyo incondicional.

—¡Hermano! ¿Cómo está mi princesa? ¡Yo sigo vivo, no tienes de qué preocuparte!

De solo escucharlo sé que está sonriendo.

—Ella está... Bien, justo por eso te llamo. Perdona, pero, ¿podrías venir a cuidarla por las tardes? No sé a quien más recurrir.

—No se diga más. Por supuesto, sabes que haría lo que sea por ella.

Lo sé.

—Para mí es un placer. Dime cuándo.

—¿Hoy mismo?

—¡Genial! Me muero por verla.

—Bien, te veo luego Hoseok. Sabes a qué hora llega.

—¿Puedo ir a buscarla al colegio?

—Eso sería... Estupendo. Yo la busco en mi hora de almuerzo, pero gracias, me haces un gran favor.

—No es nada, Namjoon. Nos vemos.

No hay nadie mejor que Hoseok para cuidar de "su solecito". Él y MiRan tienen una complicidad increíble, es un alivio que esté dispuesto a velar por ella.

Sí, Oppa [Resubiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora