capítulo cuatro

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3:00 am

—Ah, sí, hmmm.

Los gemidos se filtraban a través de los audífonos de Jin. Tenía que quedarse toda la noche despierto y estaba aburrido, entonces decidió que ver porno sería la mejor opción para pasar el rato. Pausó el video cuando recordó que debía vigilar a MiRan y a regañadientes subió a comprobar si dormía bien.

Escuchó sonidos extraños al ubicarse frente a la habitación, sacó su celular para verificar si el video seguía reproduciéndose pero la ventana de incógnito se había cerrado cuando suspendió el aparato. Se acercó a la puerta hasta juntar su oído con la madera; contuvo la respiración, ralentizó su organismo todo lo que pudo para concentrarse en los sonidos e idear una escena en su mente que encajase. En efecto, escuchó la queda voz de la chica emitir uno que otro gemido.

—¿Qué rayos...?

Lo que encontró tras la puerta le dejó sin palabras. Ella suspiraba con las manos enredadas en su propio pecho y una expresión llena de lujuria.

—¿MiRan, qué te pasa?

Exclamó en busca de recuperar el oxígeno perdido aumentando su tono y exaltando a MiRan, quien se incorporó como si la cama estuviese ardiendo.

—¡Jin! ¿A-a tí q-qué te pasa? ¡Me asustaste!

La niña cruzó la mano sobre el pecho comprobando cuánto se le había acelerado el pulso.

—No quise entrar así, es que...

—Olvídalo, Jin. Por favor, vete. Voy a ducharme.

MiRan se puso de pie con intención de ir al cuarto de baño, pero Jin la rodeó con su cuerpo y le impidió moverse.

—¿Quieres hablarme de lo que estabas haciendo? ¿Estabas soñando?

La voz susurrando en su oído la hizo temblar.

—N-no hice nada

Titubeó, nerviosa por la cercanía del mayor.

—Nam me llevará al médico sí sabe que no... Por favor no vayas a decirle nada. ¡Estoy bien, es cierto!

—¿Segura? Escuché que estabas teniendo sueños... Húmedos, hmm, no quiero imaginar cuan húmedos.

Ronroneó.

—Yo sé lo que te pasa y puedo ayudarte, ¿sabes?

Exhaló sobre la hélice de su oreja. Ella se mantuvo estática, mientras sus ojos centelleantes seguían el trazo circular de los dedos de Jin en su hombro descubierto por los tirantes de la blusa.

—¿Me mostrarás dónde te duele?

Con la respiración agitada fue empujándola hasta acorralarla entre la pared y él.

—¿Qué es eso, Jin?

Ella señaló su pantalón, más ajustado en la zona pélvica con un bulto considerable. Jin acarició sus mejillas logrando que los nervios en la menor se disiparan, dejando un leve letargo a su paso.

—Pues... Esta es una de las consecuencias de mis sueños como los tuyos. Yo también me he despertado martillando al colchón como si no hubiera un mañana, no es nada del otro mundo.

Él soltó una carcajada y MiRan sonrió también, aún sin entender el chiste. Se relajó a tal punto que consideró la idea de que Jin pudiera ayudarle realmente.

—¿Cómo me ayudarías? Es que... Siempre duele. ¡No hay manera!

Sollozó. Incapaz de encontrar una mejor forma de expresarse.

—Yoonie me dijo que las duchas frías ayudan, pero vuelve a doler.

Sí, Oppa [Resubiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora