capítulo 38.

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Ahora si, en definitiva toda la universidad lo sabía, Hanbin y Minnie se iban a casar debido a que ella estaba embarazada. Todos hablaban de eso qué, incluso los maestros ya lo sabían.

Para Minnie; lo mejor de su vida.

Para Hanbin; lo peor y más triste.

Para Zhanghao; un motivo para odiar más a la chica y comenzar a hacer lo mismo con Hanbin.

¿Por qué diablos había aceptado casarse? Ósea, si, le había dicho que se quedará con ella, pero saber que se iban a casar le había caído como un balde de agua helada y le dolía.

Zhanghao estaba listo para ir a trabajar, no quería ver a Hanbin, en verdad no deseaba hacerlo, pero no tenía de otra. Trataría de hacer lo posible para qué le cambiarían el turno y no estar junto a él y si no era posible, se buscaría otro trabajo.

Después de varios minutos en el autobús, al fin llegó a la cafetería y antes de entrar, tomó aire para armarse de valor... estaba a punto de ver al chico qué le había roto el corazón.

Hanbin alzó la mirada cuando escuchó la campanita y no pudo evitar sentir su corazón acelerado al ver a Zhanghao entrar. En verdad creía que no iría, que dejaría de trabajar ahí, pero se había equivocado. Y aunque no lo demostró, se sintió feliz.

Lo sabía, ya no podían volver a intentarlo, nada sería lo mismo, pero con el simple hecho de verlo, le hacía sentir mucho mejor y le reconfortaba.

Zhanghao entró sin decir ninguna palabra, ni mirarlo, con el rostro completamente serio agarró su delantal color azul y se lo amarró alrededor de la cintura. Ver a Hanbin le causaba enojo, quería golpearlo e insultarlo por haberse cruzado en su camino. Pero no estaba dispuesto a hablarle y mucho menos tocarle.

«Vete al infierno, Min» pensó.

—Buenas tardes, Zhanghao—le saludó Yook Sunhyo, un chico de 29 años, profesor de literatura—Voy a pedirte lo de siempre, por favor.

—Claro qué si—sonrió amablemente, escribió la orden en la computadora y después preparó el café americano del chico.

Hanbin sabía muy bien qué San coqueteaba con Zhanghao, siempre que iba le sonreirá demasiado y le dejaba propinas muy buenas. Por lo qué no pudo evitar sentir celos al verlo de nuevo, él si podía sonreírle y hablar con Zhanghao... qué maldita envidia.

—Aquí tienes—le entregó su pedido—Espero qué lo disfrute y tenga un buen día.

—Muchas gracias—colocó dinero en la cajita de tips, miró de reojo a Hanbin y esté al verlo, apartó su mirada—Se qué sonaré muy atrevido, pero me preguntaba si algún día de estos quisieras salir a dar una vuelta conmigo.

Hanbin se puso en alerta y miró rápidamente a Zhanghao, él pelinegro se dio cuenta de aquello y sonrió. San había llegado justó en el momento perfecto.

—Oh, eso fue inesperado—sonrió fingiendo sentir pena—Pero, si, me encantaría.

—¿Me das tú número?

—Obvio si—apuntó rápidamente su número en un papelito y se lo entregó.

—Te llamaré—aseguró y Zhanghao asintió con una sonrisa coqueta.

San se despidió de Hanbin y esté, por obligación le contestó con un «qué tenga lindo día, vuelva pronto»

—¿Ahora sales con profesores?—le preguntó con enojo, pero Zhanghao le ignoró—Volverás a ser el mismo de siempre.

—¿Volver a ser él mismo de siempre?—lo miró con él ceño fruncido—Yo nunca deje de serlo.

—Entonces, ¿me mentiste?—pasó la lengua por su mejilla—Nunca sentiste nada por mi.

rude boy ✧ haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora