Capítulo 33

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Cuando llegaron al campo de batalla vieron que Adriel Salvan ya se encontraba allí, había una línea invisible que dividía ambos bandos, todos estaban parados frente a frente, nadie movía ni un músculo y al parecer, el hombre aún no se había dado cuenta de que estaba casi rodeado de francotiradores o simplemente no le importaba, pero tenían que darle crédito a la abuela Diana que les había preparado una poción que disimulaba su olor.

—¡Por fin se aparece el cachorro! — hablo el líder de los rebeldes con una sonrisa irónica en sus labios —¿Por qué no te rindes de una vez?, no es necesario que hagamos ningún derramamiento de sangre, tú y yo sabemos quién saldrá vencedor, solo tienes que verlo con tus propios ojos—. Señalo a sus costados y a sus espaldas —Yo tengo más hombres que tu—. La ironía se desbordaba en su voz.

—Si estás tan seguro de que vas a ser el vencedor, ¿por qué quieres que esto acabe antes empezar? —, respondió Helios con voz calmada.

—¡Mocoso insolente!, ya verás que yo voy a ser el vencedor de esta batalla, me regodeare cuando vea a tu omega suplicando piedad mientras mis propias manos aprietan su cuello y vea como sus ojos comiencen a ponerse blancos hasta su muerte—. Esa descripción gráfica hizo que la sangre del joven alfa hirviera de rabia, pero no debía demostrar ninguna emoción, tenía que mantenerse sereno ante su enemigo.

—Eso ya lo veremos Adriel... si no te vas a rendir, ni vas a cambiar de parecer, creo que ha llegado el momento que terminemos con esto de una vez por todas...

Antes de que pudiera decir algo más, el hombre que tenía enfrente hizo un movimiento con su mano y cinco lobos corrieron en dirección de las manadas del este, solo para ser neutralizados rápidamente por los francotiradores, ese había sido el inicio de la refriega.

Los miembros de las tropas del rebelde comenzaron avanzar en busca de sangre, no podían creer que sus números hubiesen disminuido sin todavía haber tenido contacto con el enemigo, uno de los incrédulos era el mismo Adriel, quien se estaba regañando internamente por no haber estudiado la zona con antelación, debió de prever ese escenario antes de que sucediera, por supuesto que los amantes de los humanos iban a usar tácticas de ese tipo para acabar con su ejército, pero ellos no se quedaban atrás en ese campo, igual habían llevado unas cuentas sorpresas para desaparecer de una vez por todas a los Night.

En esa extensión bosque, solo se podía oír el ruido de las balas y del combate cuerpo a cuerpo de los cambia formas que estaban en su forma lobuna, aún no se veía un claro ganador de la batalla, hasta ahora las cosas estaban parejas, ambos bandos luchaban con todo lo que tenían.

Y mientras los lideres de las manadas del este se ensuciaban las manos peleando junto a su pueblo, Adriel Salvan se encontraba escondido con Lilith, ellos eran los únicos que no estaban en medio del conflicto, habían encontrado una roca que podía cubrirlos perfectamente y desde allí veían como se desarrollaban las cosas, el plan era intervenir cuando lo creyeran necesario, ellos eran los últimos que iban a participar.

Amaris estaba empleando a fondo todas las técnicas que Tara le enseño, ayudada de su aroma a caramelo que lo usaba como un arma más a su favor, cada vez que uno de los lobos enemigos se le acercaba lo atontaba con este y luego los golpeaba con todo lo que tenía mandándolos lejos, su intención en todo momento era herirlos lo más que pudiera, pero con el gen de regeneración se colocaban de pie rápidamente para seguir luchando.

Esa era una de las cosas que más le preocupaba, podía ser una batalla de nunca acabar en donde saldría perdedor el que se cansará primero, Tara le había repetido muchas veces que una vez que golpeara al enemigo se asegurará de que se quedará abajo y la única manera de conseguir eso en un cambia formas era matándolo, pero ella no se sentía capaz de llenarse las manos de sangre de esa manera.

Los Elegidos de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora