La mañana siguiente, Amaris se levantó con una sonrisa en sus labios, por fin lo que siempre había querido en secreto se hizo realidad, su Helios por fin había dado su brazo a torcer y admitió que la quería como su omega, ella siempre había entendido lo que pasaba entre ellos, sabía de ante mano que eran una pareja destinada.
Los pocos entrenamientos con la abuela Diana le habían abierto los ojos para darse cuenta que eso era lo que sucedía, no era tan buena como su hermanita en los hechizos y rituales, después de todo ese era un arte destinado a las omegas Moon nacidas y aunque ella era una hija de sangre jamás tendría la mitad del poder que ellas.
Si, ella sabía muy bien que Ana no era su verdadera madre; la mujer le había contado la historia de portada que le habían dicho a todo el mundo, pues la mayoría de los miembros de la conocían esa información de una manera u otra después del altercado con Kira y así fue que aceptaron la presencia de la pequeña omega entre ellos.
La doctora había tenido miedo de que alguno de ellos le dijera algo a su hija, y esta tuviera problemas con esa información o se sintiera menos delante de su hermana, por ello se sintió aliviada cuando la chica se tomó bien la noticia y hasta la había abrazado dándole las gracias por haberse convertido en su madre.
Amaris termino de prepararse para el día y salió de su habitación solo para ser detenida por la voz de su hermanita —Uy al parecer alguien dejo su marca anoche—. Sonrió pícara la pequeña observando el morado que tenía la pelinegra en el cuello.
Esta se tocó rápidamente en donde Amaia señalaba y salió corriendo al baño para ver de lo que hablaba —¡Demonios!, voy a matar a Helios en cuanto lo vea—. Estaba a punto de ir por una camisa de cuello alto hasta que su hermana apareció nuevamente.
—Aquí hermanita, déjame ayudarte—. Se acercó portando el bolso de maquillaje dispuesta a desaparecer la evidencia de lo que había pasado en la noche anterior, pensó que se vería muy extraño si se cambiaba por una camisa más cubierta en pleno verano.
La niña trabajo rápido dejando la piel de la chica intacta, nadie se daría cuenta de lo que había debajo de ella —Listo hermanita, aquí no ha pasado nada—. Sonrió la pequeña satisfecha con su trabajo.
— ¡Chicas bajen a desayunar!, se va hacer tarde para ir a la escuela—, grito Ana desde el comedor.
— ¡Ya vamos mamá! —, respondió la pelinegra caminando detrás de Amaia.
—Buenos días, ¿porque tardaron tanto? —. Las saludo Lance desde su lugar.
—Esta tarada, que se arregla más que novia de pueblo —. Se quejó la niña sentándose en su puesto en la mesa.
— ¡Oye!, yo no tarde tanto solo me devolví a buscar un cuaderno que dejé en la habitación—. Se defendió Amaris con los cachetes inflados disponiéndose a comer, sus padres habían comprado esa pequeña mentira.
—Bueno como sea, apúrense en comer, Helios y Eleonor no tardan en llegar—. Las regaño nuevamente la mujer mientras todos solo veían sus platos y degustaban sus alimentos.
Diez minutos después escucharon que alguien tocaba la puerta, siendo la anciana quien se levantó abrir—Chicas ya llegaron por ustedes.
—Hasta más tarde mamá— Amaris se levantó y le dio un beso —Nos vemos luego papá —. Abrazo al hombre y salió corriendo hacia la puerta.
Una vez allí, salió al porche de su casa encontrándose de frente con el alfa al cual golpeó en el brazo — ¿Porque me pegas?, ¿que hice?... yo que venía con mi mejor actitud esperando recibir un beso y un abrazo de buenos días, solo para ser saludado con un golpe —. Se sobó el brazo haciendo un puchero con sus labios.
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Los Elegidos de la Luna
FantastikEn una noche de luna roja, surge un suceso extraordinario que cambiara el destino de una manada de cambia formas lobo, un alfa y una omega han nacido; se preguntaran: ¿que tiene de extraordinario?, ambos son hijos de grandes lideres y se supone que...