Capítulo 30

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Helios regreso a casa solo para encontrar que en la sala de la misma estaba siendo invadida de libros, allí estaba la abuela Diana, Amaia, Amaris, la doctora Ana y una mujer que no conocía concentradas en la lectura.

—Mmmm, ¿a qué se debe todo esto? —, pregunto algo confundido.

Siendo la anciana la primera en responder mientras su compañera corría a darle un abrazo y un beso —Como te dije cuando preparé el rastreador, tu padre está estable, logramos quitarle el dolor nuevamente, pero ¿por cuánto tiempo?, tenemos que tratar de quitarle el hechizo y por eso está Julieta con nosotros.

—¿Y ella es?

—Mucho gusto, como ya dijo Diana mi nombre es Julieta y soy una de las curanderas de las manadas del norte, mi familia al igual que la Moon le rinde culto a la luna, no al mismo nivel que ellas, pero lo hacemos.

—Ella vino aquí a petición de mi abuela, necesitamos una segunda opinión sobre lo que está pasando, para nosotras esto es algo nuevo, las cosas siempre habían sido pacíficas para esta manada, no nos habíamos visto en la necesidad de usar la sabiduría ancestral desde hace mucho tiempo—, intervino Ana ampliando la información.

—Entiendo, ¿qué han encontrado hasta ahora? —. El castaño era uno de los principales interesados de que su padre se recuperará, quería que siguiera al frente de la manada, a él todavía le quedaba mucho tiempo para ser líder.

—Para tu desgracia cuñadito, aún no hemos encontrado algo que nos de luces para saber a lo que nos estamos enfrentado, así que vete acostumbrando, serás el alfa por un tiempo más.

Amaia estaba en lo cierto, aunque encontraran el antídoto esa misma noche no garantizaban que tuviera una recuperación rápida y volviera a estar a su cien por ciento inmediatamente; al cabo de un rato, regreso Eleonor con el pequeño Aqmar, quien al ver a sus padres estiró sus brazos queriendo estar con ellos.

Con una sonrisa depósito al niño con Amaris, esta inmediatamente comenzó a llenarlo de besos y a preguntarle si se había divertido con la tía Eleonor, Aqmar solo pudo reír ante las palabras de su madre, la adolescente se unió a las demás mujeres en su búsqueda, quería sentirse útil y porque no, mantener su mente ocupada tratando de no recordar lo que había pasado con Roland.

En su cabeza sabía que lo sucedido había sido lo mejor, pero como le decía a su corazón que las cosas no podían ser, ni siquiera era su destinado, a ese aún no lo conocía, esperaba poder llegar a disfrutar de ese privilegio temprano en su vida y no terminar como algunos otros miembros de su manada que jamás lo encontraron.

Tenían más de tres horas solo leyendo libros, incluso Helios se había unido a la búsqueda, sus padres se mantenían en la habitación, el nuevo brebaje que les había dado la abuela Diana los había puesto a dormir, tenían que mantenerse en reposo el mayor tiempo posible, bueno en realidad el que necesitaba estar en ese estado era Elián.

Pero Kira, siendo su compañero podía compartir a través de su enlace todo lo que esté sentía y eso le estaba haciendo daño también, la angustia era demasiada para la omega que no encontraba que hacer para aliviar a su pareja, esa es la razón de haber tomado la decisión de ponerlos a dormir, así no pensaban y no sentían nada.

Estaban tan metidos en sus libros que no se dieron cuenta el momento en cuál Oliver y Roland atravesaron las puertas de la casa —Alfa debemos hablar, el prisionero ha regresado—. El beta mayor hablo haciéndoles saber el porqué de su presencia.

—¿Qué respondió ese hombre? —, pregunto Helios impaciente por saber cuál había sido su respuesta.

—Acepta nuestro desafío, está dispuesto a medir nuestras fuerzas...

Los Elegidos de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora