El pequeño alfa llegó a paso decidido a la casa de su amiga, siendo recibido por la abuela de esta, quien había visto llegar a las tres niñas tan solo unos minutos antes percibiendo un pequeño olor amargo en su bisnieta mayor, no pregunto nada porque sabía muy bien a qué se debía, se había peleado con el niño que ahora tenía frente a ella, vivían en ese tira y afloja todo el tiempo.
No veía la hora de que terminarán de crecer y completarán su vínculo, que la llamarán loca, pero esos niños tenían una química demasiado arrolladora y solo se apaciguaría cuando ambos fueran uno, mientras tanto, debía acostumbrarse a ese tipo de escenas, así que sin mucho problema lo dejo pasar para que se fuera directo a la habitación de Amaris.
En donde el castaño se paró en la puerta sin saber si tocar o no, decisión de la cual fue relevado, cuando escucho la voz de su amiga desde adentro — ¿Piensas pasar?, ¿sí o no?
Así que, tomando todo gramo de valentía que tenía en su cuerpo abrió la puerta e ingreso, encontrándose a la pelinegra sentada en su cama a la espera de lo que él tuviera que decir —Lo siento, no debí de comportarme de esa manera en la plaza.
—Si, no debiste; yo no soy una cosa para que digas que soy tuya.
—¡Ya lo sé!, pero es que no me gusta que seas amiga de otros, quiero que seas solo mi amiga, pero ya mi mami me dijo que eso no es posible, así que lo siento.
—Está bien, te perdono, pero con una condición.
— ¿Cuál?
—No dejes que Ilika perciba tu aroma.
—Está bien, pero tampoco quiero que Leo huela el tuyo.
—Trato hecho— Amaris se bajó de la cama dispuesta a darle un abrazo a su amigo, ya todo estaba resuelto.
Y las únicas testigos de todo aquello, habían sido Eleonor y Amaia que se habían asomado en la puerta para ver qué sucedía con sus hermanos, no les gustaba cuando estos peleaban entre sí porque comenzaban a emitir un olor amargo que no era nada bonito para sus narices.
—Ves, yo te dije que nada más necesitaban un empujoncito, un poquito de celos por aquí, por allá y ¡bam!, ya están contentos nuevamente —, hablo Amaia satisfecha con sus resultados.
—Sí, tenías razón, pero aun no entiendo porque tienen que estar juntos—. Se rasco la cabeza la otra omega.
— ¡Por Dios lobo Eleonor!, no parece que tuvieras 8 años—. Negó con la cabeza la pequeña —A veces pienso que tú y yo estamos invertidas, tú tienes los 5 y yo los 8.
— ¡Oye! no es mi culpa que tú estés más allá de tu edad, si yo tuviera una misión y entrenamiento como el tuyo quizás pensara igual, yo solo soy una simple niña que va a ser un omega cuando sea grande—. Se defendió Eleonor.
—Tienes razón, yo no soy normal—, respondió ella con una sonrisa traviesa —Y como no lo soy... creo que ha llegado el momento de hacer algunos pequeños trucos—. Tomo del brazo a su amiga y comenzó hablar en voz baja—Te acuerdas del niño ese que se metió con mi hermana...
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Los Elegidos de la Luna
FantasiEn una noche de luna roja, surge un suceso extraordinario que cambiara el destino de una manada de cambia formas lobo, un alfa y una omega han nacido; se preguntaran: ¿que tiene de extraordinario?, ambos son hijos de grandes lideres y se supone que...