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Silencio...

Un silencio abrumador es lo único que inunda la habitación, mi cuerpo yace sobre la cama cubierto únicamente por la sábana, mi cabeza reposa sobre la almohada, no hay caricias, no hay abrazos, no hay palabras cariñosas ni nada de lo que se supone debería de esperar después del momento tan íntimo que hemos vivido. Únicamente está el silencio envolviéndonos y haciéndome sentir totalmente fría y sola.

Mi cuerpo se tensa y tiembla ante la sola idea de moverme, pero si no lo hago sé que voy a enloquecerme, necesito verlo, necesito que me diga que todo está bien, así que haciendo acoplo de todas mis fuerzas levanto mi cabeza y busco su mirada. Lo encuentro mirando a un punto fijo en el techo sin ninguna expresión, no parece enojado, pero tampoco se le ve feliz por lo que acaba de pasar. Tiene su brazo derecho flexionado y puesto detrás de su cabeza y en su otra mano sostiene una moneda que pasea entre sus dedos.

-¿Alex? -le hablo con mi voz queda temiendo molestarlo por interrumpir lo que sea en lo que está pensando.

-Mmm -exclama sin siquiera mirarme.

-¿Está todo bien? -pregunto con una mezcla de miedo y ansiedad.

Él no responde, se limita a seguir jugando con la moneda entre sus dedos mientras sigue sumido en sus pensamientos. Estoy a punto de hablarle cuando de pronto él se incorpora de repente.

-Será mejor que te arregles -dice levantándose de la cama y caminando hacia el cuarto de baño.

Me quedo estática sin saber que hacer o cómo tomar su actitud, una vez que cierra la puerta escucho cómo abre la llave de la regadera y el agua comienza a correr, sacudo mi cabeza y me siento en la cama mientras busco con mi mirada en dónde está mi ropa, me levanto aún con la sábana cubriendo mi cuerpo y recojo mi ropa para empezar a vestirme. Cuando he terminado doy un vistazo a la habitación para cerciorarme de no dejar nada y cuando veo las sábanas revueltas aparto de inmediato la mirada, no quiero seguir pensando en lo que pasó, pero las imágenes se repiten una y otra vez.

Salgo de la habitación y abro una de las puertas que hay sobre el pasillo esperando encontrar otro baño, afortunadamente doy con él, abro la llave del lavamanos y me echo agua en la cara, al levantar el rostro veo mi reflejo en el espejo, sé que algo ha cambiado, aunque no estoy muy segura de qué. Cierro la llave y con mis manos trato de arreglar mi aspecto para lucir más presentable, pero de inmediato siento que mis esfuerzos en vano, es como si en mi rostro estuviera marcado lo que hice.

Después de terminar de arreglarme camino hacia la sala tratando de hacer el menor ruido, como si aquel acto hiciera menos real las cosas. Me siento y espero a que Alex aparezca mientras de nueva cuenta los recuerdos golpean mi mente.

-Dios, ¿qué hice? -me digo mí misma mientras apoyo mis codos sobre mis rodillas y me cubro el rostro con las manos.

No sé cuánto tiempo ha pasado desde que llegamos, pero para mí pareciera que han sido años.

-¿Estás lista? -la voz de Alex hace que aparte mis manos y voltee a verlo, está perfectamente arreglado.

-Sí -respondo únicamente.

-Vamos, te llevaré a casa, tengo cosas que hacer -comenta mientras toma sus llaves y camina hacia la entrada abriendo la puerta -¿Qué pasa? -pregunta la ver que sigo sentada sin moverme.

-Nada -contesto poniéndome de pie y caminando hacia él, es en ese momento que siento la incomodidad entre mis piernas, estoy adolorida.

Salimos del apartamento y caminamos en dirección al elevador, Alex pulsa el botón y segundos después las puertas se abren, los dos entramos, él pulsa el botón para bajar y las puertas se cierran. Mientras la caja de metal baja ninguno dice nada, yo me limito a ver los números en el tablero mientras él parece demasiado entretenido en su teléfono.

Una vida perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora