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Llevo varios minutos recostada en mi cama mirando a un punto fijo en el techo, mi cabeza sigue torturándome recordándome la pesadilla que ha hecho que me despierte abruptamente. Una pesadilla en la que aparezco con un bebé en brazos mientras estoy rodeada por centenares de personas de las cuales únicamente soy capaz de reconocer a mis padres, a Laura, a Luis y a Alejandro. Todos me miran con cara de odio y de asco mientras me señalan y repiten "Tú culpa" una y otra vez, giro sobre mi eje mirándolos a todos mientras siento cómo mis lágrimas se deslizan por mis mejillas. Intento hablar pero no puedo decir nada, es cuando me doy cuenta de que tengo la oca sellada, la desesperación que siento es indescriptible, el llanto del bebé en mis brazos me hace mirarlo de inmediato, trato de protegerlo de alguna manera de toda esa gente, de repente el piso a mis pies comienza a picarme, pudo ver cómo comienzan a salir enredaderas de espinas enredándose y clavándose en mi piel, no puedo moverme, las voces acusatorias se hacen cada vez más y más fuertes, el llanto del bebé se intensifica y el peso de su pequeño cuerpo crece a cada momento, mis brazos comienzan a cansarse y no sé cuánto tiempo más podré ser capaz de soportarlo. Una voz en mi cabeza me dice que lo suelte, que es la única manera de terminar con el sufrimiento, pero si lo hago caerá sobre las espinas y me niego a que algo le haga daño, pero el peso ahora es insoportable. Caigo de rodillas haciendo que las espinas se claven más profundamente y desgarren mi piel, ya no puedo soportarlo más, el dolor es inmenso, nunca había sentido algo así, mis brazos ya no tienen fuerza y ya no soy capaz de seguir sosteniéndolo y justo cuando siento como el peso finalmente me vence....

Abro los ojos.

Me levanto de la cama convencida de que, aunque quisiera ya no voy a ser capaz de seguir durmiendo y a decir verdad, tampoco quiero volver a tener que revivir un sueño como ese. Comienzo a alistarme y aunque hoy no tengo ninguna clase por la mañana decido aprovechar el tiempo para ir a un lugar en específico.

Bajo a la cocina una vez que me he alistado, sé que solo está mamá porque mi padre salió de viaje así que no tendré que esforzarme mucho en encontrar una excusa para justificar que saldré temprano de casa.

-Dani, ¿qué haces levantada? Pensé que hoy entrabas más tarde -mamá me pregunta justo cuando nota mi presencia.

-Sí ma, pero recordé que tengo que pasar a la biblioteca antes de clase -le digo tratando de sonar lo más natural posible.

-bueno, entonces siéntate, te prepararé algo de desayunar -ella me indica dando la vuelta y empezando a sacar ingredientes y sartenes.

Yo obedezco y me siento en mi lugar, el olor de los huevos que está preparando mi madre de inmediato me revuelve el estómago, respiro profundamente rogando por que la sensación no aumente. Unos minutos después mamá coloca frente a mí un plato con un par de huevos revueltos, un vaso con jugo y una taza de café, yo le agradezco mientras ella se sirve y se sienta frente a mí en la mesa.

Tomo el vaso de jugo de naranja y le doy un sorbo esperando que este me ayude a calmar un poco las náuseas. Inmediatamente comienzo a comer ignorando las ganas que tengo de vomitar, prácticamente termino por tragármelo todo, no soy consiente de que mi madre está observándome hasta que escucho su voz.

-Daniela - me llama y yo levanto mi rostro para verla -insisto en que deberíamos de llamar al médico, no me gusta nada lo pálida que estás y sé que no has dormido bien y mucho menos comer como debes.

-Tranquila mamá -le digo negando con mi cabeza y fingiendo una sonrisa -ya fui con la doctora de la universidad -le digo omitiendo la verdadera razón por la cual terminé ahí -me dijo que es estrés y me mandó unas vitaminas -le comento mientras saco la receta de mi bolsillo y se la muestro -aprovecharé para comprarlas ¿está bien? -Ella mira el papel y asiente antes de devolvérmelo par que vuelva a guardarlo.

Una vida perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora