26.

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—Pa... papá... —Poché finalmente parece salir del estupor en el que se encontraba, dejando las bosas que cargaba en el piso y acercándose al hombre para fundirse en un abrazo.

—Bueno, al menos te acuerdas de que soy tu padre —dice el hombre correspondiendo al abrazo que Poché le dio.

—Pero... ¿Cuándo...? ¿Cómo...? ¿Por qué...? —los nervios parecen no permitirle formular una sola frase coherente.

—A ver Poché, —el padre de Poché interviene —¿Cuándo llegué? Pues hace como una hora —dice mirando el reloj en su muñeca —y por cierto, ¿por qué pareciera que nunca hay nadie en esta casa? —le reclama a su hija aunque el tono de su voz me hace pensar que no está molesto —¿Cómo entré? Bueno pues hasta dónde yo recuerdo también tengo llaves de esta casa. Y... ¿Por qué estoy aquí? Pues como ya dije vengo a que tú y tu hermana me expliquen lo que está pasando —el hombre vuelve a cruzarse de brazos.

—Papá... —Poché me dirige una mirada rápida, en este tiempo no he sido capaz de siquiera moverme de donde estoy —Te juro que... —ella vuelve a mirar a su padre mientras intenta controlar sus nervios —Yo te iba a hablar para explicarte...

—Ah menos mal —dice el hombre —de haberlo sabido me ahorro el viaje —agrega sarcásticamente.

—Mira papá lo que pasa es que...

Antes e que Poché sea capaz de decirle algo a su padre, la puerta de la casa se abre intempestivamente.

—¡Poché, ya estoy en casa! —Valentina entra por la puerta sin siquiera darse cuenta de la situación —Más te vale que no tenga que volver a verte desnuda mientras... —Vale se caya de pronto en cuanto nota los tres pares de ojos fijos en ella —¿Por qué siempre me pasan estas cosas a mí? —dice con voz lastimera y soltando un suspiro.

—¿Qué estaba haciendo tu hermana para que la encontraras desnuda? —el padre de poché pregunta frunciendo el ceño mientras mira a la menor de las Garzón.

—¡Papi...! —Valentina pega un grito demasiado chillón en un muy mal intento por darle la vuelta a la situación y corre directo a los brazos de su padre dándole un sonoro beso en la mejilla.

—Entonces ¿qué estaba haciendo tu hermana? —pregunta de nuevo en cuanto Valentina se separa de él.

—Papá yo... —Poché ha pasado de tener la cara roja a parecer una hoja de papel de lo pálida que está, y no puedo ni imaginarme como es que se me verá la mía. Quisiera correr a cualquier parte, pero mi cuerpo simplemente no reacciona.

—Eh... —Valentina alterna su mirada entre ambas —E... Ejercicio —dice de pronto, el padre de ambas mira a su hija y frunce el ceño —Sí... si eso... Poché estaba haciendo ejercicio en la mañana —agrega desesperada mientras yo ruego a mis adentros que se calle de una vez.

—¿Desnuda? —el hombre mira a Poché quien forza una sonrisa desesperada.

—Sí pa... —Valentina vuelve a intervenir y mis nervios se disparan al ver que su hermana simplemente no puede habar —una de esas cosas raras que Poché lee en las revistas. Pero no importa ¿verdad Poché? —se dirige a su hermana en un intento porque esta reaccioné al fin.

—¿Eh? Ah si... si... boberías... —Poché responde al fin.

—Mmm, como sea —dice su padre no muy convencido —Entonces... —cuando va a continuar hablando Valentina vuelve a interrumpirle.

—Pa, ¿ya conoces a Daniela? —dice de pronto mirándome con una sonrisa en el rostro y yo con unas ganas inmensas de ahorcarla —La novia de Poché. —agrega haciendo que mi rostro, que ya de por sí estaba rojo, ahora pareciera que va a estallar.

Una vida perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora