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Poco a poco comienzo a abrir los ojos percibiendo el intenso olor a alcohol que se cuela por mi nariz haciéndome fruncir el ceño. Tardo unos instantes en poder empezar a distinguir el lugar en el que me encuentro, el colchón se hunde bajo mi cuerpo, miro a mi alrededor pero no reconozco la habitación, puedo distinguir rápidamente el blanco de las paredes, algunos cuadros cuelgan sobre ellas y la luz entrando por la ventana hasta que reparo en que algo me sostiene la mano y mi mirada va hacia ella topándome en el camino con los ojos olivos que me miran con un semblante de preocupación.

—Dani, ¿cómo te sientes? —Poché me pregunta, está sentada a mi lado en la cama mientras sostiene mi mano entre las suyas.

—¿Dónde estoy? —pregunto confundida —¿Qué pasó?

—Daniela —una nueva llega a mis oídos y de inmediato busco a quién pertenece, veo a un hombre de unos 50 años de pie detrás de Poché —soy el Doctor Morales —me dice el hombre —sufriste un desmayo y por lo que la señorita me comenta... —dice mirando a un lado justo donde puedo ver a Kim parada —fue porque sufriste una fuerte impresión.

En ese momento el recuerdo llega a mi cabeza, la imagen de mi padre parado frente a mí, su mirada llena de odio al verse sorprendido me provoca un leve temblor en mi cuerpo. Poché parece darse cuenta porque de inmediato siento que aprieta mi mano tratando de darme tranquilidad.

—Por el momento no pareces tener ningún problema —el doctor continúa hablando —pero sugiero que hables con tu médico para que evalúe tu condición —agrega mientras guarda sus cosas —Te administré un calmante para que puedas descansar. Por lo pronto de mi parte sería todo, si tienes algún otro problema o sientes algún malestar no duden en llamarme.

—¿Condición? —Poché gira para mirar al doctor —¿Hay algún problema? —pregunta confundida y preocupada.

—Oh no, —responde el médico —No creo que haya nada de qué preocuparse, pero un embarazo es algo que debe de ser vigilado —el hombre comenta haciendo que Poché volteé a verme con los ojos abiertos.

—¿Estás embarazada? —pregunta sorprendida y la vergüenza me invade haciéndome apartar la mirada.

—Poché, —Kim interviene —porque no acompañas al doctor y dejamos que Daniela descanse —la rubia se acerca haciendo que se levante, Poché alterna su mirada entre las dos antes de asentir y salir junto con el doctor sin decir nada más.

—¿Cómo estás Dani? —la rubia me pregunta una vez que nos hemos quedado solas acercándose y sentándose a mi lado en la cama mientras toma mi mano.

—Lo sabias ¿verdad? —pregunto levantando mi mirada hasta dar con sus ojos, ella me mira compasiva con una sonrisa mientras asiente con su cabeza —Pero... ¿cómo...?

—Daniela, tus mareos, tus náuseas —me interrumpe —olvidas que yo tengo un hijo —me dice como si fuera lo más obvio del mundo —Escucha, ya tendremos tiempo de platicar, por ahora necesitas descansar ¿ok? —dice soltando mi mano, levantándose y caminando hacia la puerta.

—Kim... —la llamo antes de que salga, ella voltea a verme —Gracias... —digo simplemente, ella asiente antes de salir por la puerta.

Una vez que me quedo sola miro el lugar en dónde me encuentro, la cama es más grande que la que hay en mi cuarto, veo las pinturas de paisajes colgadas sobre las paredes y reparo en la fotografía que hay en un marco encima de la mesita de noche, en ella veo perfectamente a Poché y Valentina junto con al hombre que sé que es su padre. Por lo que veo, este debe de ser el cuarto de Poché.

Intento levantarme para irme a mi cuarto, pero el cuerpo me pesa horrores así que desisto luego del segundo intento cuando siento un ligero mareo así que simplemente me dejo caer y me recuesto de lado, mi cabeza descansa sobre la almohada y puedo percibir el olor de su perfume, inspiro profundamente dejando que ese aroma me llene de la paz que tanto necesito mientras me dejo llevar el sueño.

Una vida perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora